Ya hace más de tres décadas que el Club Baloncesto Silla de Ruedas Elche, nueva denominación del clásico Club Deportivo Minusválidos Elche, viene desarrollando una espectacular labor para la integración social a través del deporte de las personas con diversidad funcional.
El primer equipo de la entidad, que cuenta con su propia escuela de iniciación, es una referencia a nivel autonómico
Abriendo puertas
Nacido hace 32 años, el colectivo nunca tuvo como principal objetivo los resultados deportivos, aunque esta temporada han sido brillantes, ya que ha sido segundo en la Liga de la Zona Sur, ante rivales de Granada, Almería, Castellón, Valencia y Mallorca; y subcampeón de la competición de la Comunidad Valenciana, recientemente finalizada.
“Nuestro objetivo es abrirle la puerta a las personas que han tenido un trauma e integrarlas en la sociedad y en la convivencia”, señala Tomás Mora, histórico presidente y fundador de la entidad.
Eliminando la palabra minusválidos
El club, a petición de los jugadores, suprimió esta misma temporada la palabra minusválidos de su nombre oficial. “Estaban cansados ya de ese término, mejor equipo de baloncesto en silla de ruedas”, desvela Mora, como claro mensaje de normalización a la actividad de unos deportistas ejemplares.
El equipo surgió a principios de los 70 gracias a la amistad de José María Grau, un industrial ilicitano, con Guillermo Cabezas, arquitecto madrileño con discapacidad y presidente de la federación española en ese momento. También fue decisiva la influencia del periodista Santiago Gambín y Tomás Santana, jugador internacional, para que el proyecto viera la luz.
Este año ha incorporado a su estructura una escuela a la que puede acudir cualquier persona que lo desee para iniciarse en esta disciplina
El primer equipo consolidado
El primer equipo ha pasado desde entonces por numerosas vicisitudes, pero ya se ha consolidado entre la nobleza de su deporte. Cuenta con una docena de jugadores, una entrenadora, una psicóloga y un auxiliar de pista.
Este año, como novedad, ha incorporado a su estructura una escuela a la que puede acudir cualquier persona que lo desee para iniciarse en esta disciplina, también en el Pabellón de El Toscar, centro de operaciones de la entidad. “El primer equipo ya tiene un nivel y esta escuela, que ya cuenta con cinco hombres y dos mujeres, y es de iniciación para que todo el que lo desee pueda probar a ver si le gusta”, afirma Sonia Magaña, entrenadora del equipo.
“De 104 cartas enviadas a ayuntamientos y concejalías de deportes no nos ha respondido ninguna» T. Mora (presidente)
Falta de apoyos
El presupuesto del club oscila entre los 20.000 y los 25.000 euros, que se cubren gracias a las aportaciones de la Fundación del Deporte Ilicitano, Fundación Juan Perán Pikolinos, SUMA y otros colaboradores.
“Salimos cada temporada como podemos. Cualquier ayuda es bienvenida”, asegura Mora quien también desliza cierta decepción con algunas entidades e instituciones, nada sensibles a la labor social de su club. “Para promocionar la escuela mandamos documentación a 52 ayuntamientos de la provincia, tanto a las concejalías de deporte como a la de servicios sociales. De 104 cartas enviadas no nos han respondido a ninguna”, denuncia el presidente del Club Baloncesto Silla de Ruedas Elche.
Buscando jugadores
Mora no se rinde y busca posibles jugadores en los colegios, donde personal del club da a conocer este deporte a través de charlas informativas en los centros de rehabilitación y en los hospitales. “Intentamos ayudar a la persona que ha sufrido un accidente desde el primer momento. Nosotros tenemos siete parapléjicos por un accidente de tráfico o por enfermedad. A las personas que con 25 años, más o menos, tiene la desgracia de sufrir un accidente, le cambia la vida por completo y suele entrar en depresión”, explica Mora.
“Su casa ya no es su casa, porque no es accesible. Su barrio tampoco. Los amigos son menos amigos y van desapareciendo. Esa persona sufre y no quiere saber nada de la vida”, relata el presidente del club, quien destaca la labor que se lleva a cabo en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde desde el principio del tratamiento se intenta estimular a los pacientes con la práctica deportiva.
La fuerza es necesaria
Cualquier persona que lo desee puede probar suerte en el equipo ilicitano. La silla de ruedas la facilita el club, así como el seguro ante posibles lesiones que puedan producirse. “Le pedimos a la gente que pruebe. Y si le gusta, que siga”, añade Mora, quien confiesa que, sin embargo, hay un alto porcentaje de personas que abandona tras los primeros entrenamientos.
“Muchos se piensan que es coger la silla y ya está. Pero aquí, como en cualquier deporte, hay que entrenar y tener agujetas. Se necesita estar muy fuerte”, asegura.
Accesibilidad pendiente
Afortunadamente, la sociedad ha evolucionado mucho desde 1972 y las personas con discapacidad pueden vivir con algo más de comodidad, aunque Mora asegura que aún quedan “barreras por derribar”. “Esta sociedad aún es agresiva y poco accesible. Y es algo que se nota desde la reserva de un restaurante, pasando por los autocares y las habitaciones de hotel, que no siempre están acondicionadas como deberían. Quedan muchos puntos por arreglar. Nosotros denunciamos el problema, pero damos también la solución”, defiende el presiente del club ilicitano, quien garantiza que, pese a todo, la pelea con las instituciones “merece la pena”.
Entre las peticiones de la entidad a medio plazo está contar con un “pabellón completamente accesible” y uno con una pista de parqué “para que podamos organizar algún evento nacional en la ciudad”.
Entrenadora y psicóloga
Uno de los pilares del club es Sonia Magaña, quien llegó a la entidad gracias a un convenio con la Universidad Miguel Hernández (UMH). “Se adaptó enseguida a nosotros”, afirma Mora. Poco después llegaría la psicóloga, Miriam Mateu, cuya labor es mantener la motivación en todos los jugadores.
Sonia, alicantina, tenía cierta vinculación con el baloncesto, ya que lo había practicado con regularidad durante cuatro años. No tuvo problemas en adaptarse al equipo, que la aceptó inmediatamente como su líder en la banda. “No le damos importancia a ser mujer entrenadora en un equipo de hombres. Llama la atención más fuera, pero aquí es algo normalizado. La clave es que ellos entiendan que puedes aportar algo que les falta y que les puede ayuda a mejorar”, argumenta la preparadora alicantina, de 32 años de edad.
El objetivo es la integración
Uno de los proyectos que más apasiona a Sonia es la escuela. “Si logramos que suba al primer equipo uno por año ya sería un éxito”, afirma la entrenadora, quien puntualiza que el gran objetivo del club es “la integración”. Reconoce que a veces la toca ser un poco “dura” con sus jugadores, pero admite que lo que más le gusta es “hablar con ellos y compartir cosas, porque se aprende mucho”.
El equipo está formado actualmente por jugadores de Elche, Aspe, Elda, Novelda y Yecla con un rango de edad que comprende desde los 17 a los 53 años. “No podemos negarle a nadie hacer deporte”, explica la entrenadora, quien confirma el importante impulso anímico que para las personas que han sufrido un trauma tiene el sentirse parte de un colectivo.
«Jugar en equipo les ayuda a superar su situación» S. Magaña (entrenadora)
Un deporte más solidario
“Ven a gente a su lado que ha pasado por lo mismo y su experiencia les sirve de mucho para afrontar la situación”, señala la alicantina, quien puntualiza que el propio juego en sí “es mucho más solidario que el otro baloncesto”.
“En el de silla de ruedas es muy difícil hacer uno contra uno, necesitas dos contra dos. Por eso es mucho más cooperativo, porque siempre necesitas al compañero”, sentencia Sonia.