El pasado mes de julio, la ilicitana Tamara Gómez protagonizó una de esas historias que parecen más propias de una película de Disney que del deporte profesional. La triatleta, después de más de tres años de calvario y varias operaciones que habían amenazado con segar de cuajo su meteórica carrera, conseguía salir del túnel en Kazan (Rusia), donde lograba la medalla de bronce en el campeonato de Europa en la modalidad de sprint.
Esto confirmaba la recuperación de la deportista, que en junio ya había anunciado su regreso al más alto nivel colgándose el oro en el Campeonato de España.
Los inicios
Tamara se inició en el triatlón casi por azar. Sus inicios están vinculados a la natación en el Club de Tenis Elche y al atletismo, a través de las pruebas de cross con el Club Atletismo de Crevillente. Sin tener ni siquiera bicicleta, la ilicitana, aconsejada por un conocido, participó en unos test de la Federación Española de Triatlón y de ahí, en 2009, a contar con una plaza interna en la Residencia Blume, el centro de alto rendimiento por excelencia del deporte español.
“Y eso que al principio no me gustaba mucho el triatlón”, confiesa ahora. Sin pasar por circuitos regionales o categorías inferiores, Tamara ya era un diamante por pulir y la gran esperanza del triatlón femenino español.
Calvario
El calvario de Tamara, de 28 años de edad, comenzó a principios de 2016 y se llevó por delante sus aspiraciones de disputar unos Juegos Olímpicos, entre otras cosas. Un año antes, la ilicitana se insinuaba como la gran promesa española en el triatlón femenino tras haber ganado una prueba de la Copa del Mundo.
Primero fue una lesión vertebral, y posteriormente unas molestias en los gemelos que derivaron, tras infinidad de pruebas y visitas a especialistas, en el síndrome de atrapamiento de la arteria poplítea, una malformación en sus gemelos internos que impedía pasar la sangre con normalidad.
«Llegué a pensar que había llegado el momento de dejarlo»
Intervención médica
Tuvo que pasar por el quirófano con urgencia para “salvar las piernas” en un momento especialmente crítico en lo que menos importaba era su carrera deportiva. “Llegó un momento en el que tuve dudas. Seguir compitiendo era mi ilusión, pero a lo mejor ya había llegado el momento de aterrizar en la vida real y de tener una vida diferente, de persona normal”, confiesa la campeona de España.
Además se quedó durante este tiempo de baja “sin recursos económicos ni patrocinadores”. “Menos mal que mi novio es triatleta y me pudo ayudar”, añade la ilicitana, quien vive en Madrid.
Recuperación
Tras la doble cirugía en las piernas, la deportista ilicitana siguió un método espartano de recuperación junto a José Antonio Bodoque en la Residencia Blume de Madrid. “No había precedentes de una lesión así, por lo que trabajamos con ensayo-error y un poco a ciegas. Pero poco a poco el cuerpo fue respondiendo”, relata la campeona de España, quien sin embargo desvela que aún tiene molestias, que se manifiestan sobre todo en el sector de carrera a pie.
“Noto sensaciones que no había tenido antes, pero también es verdad que hay una evolución desde febrero a ahora y eso me hace sentir optimista”, explica la triatleta, quien asegura que recorrer este tortuoso camino hasta su recuperación ha provocado “que disfrute más de las pruebas en las que compito”.
«Estos éxitos son como un chute de motivación»
Medalla europea
Reconoce que la medalla de bronce continental ha sido un “chute de motivación” y desvela que no esperaba tan pronto mostrar síntomas de recuperación. “Este año tenía como reto coger sensaciones y tomar de nuevo contacto con todo. Se trataba de poner de nuevo todo en su sitio. Quería construir una base para el futuro”, explica.
La alegría de los últimos éxitos no da para maquillar lo mal que lo ha pasado durante los últimos años, en los que se vio sola. “Yo quería hacer todo lo posible por volver a competir con normalidad, pero cuando no ganas estás fuera para patrocinadores e instituciones. Para ellos somos números: si funcionas, aparecen, pero si no vas, no”, argumenta con pesar.
«El año que viene me gustaría regresar al circuito mundial»
Retos y futuro
Tamara, que admite echar de menos Elche, ya se marca retos para 2020, el año en el que confía volver a recuperar el estado de forma previo a sus problemas físicos. “Va a depender de cómo acabe la temporada, pero me gustaría reengancharme a donde estaba y disputar el circuito mundial y la Copa del Mundo. El problema es que no tengo puntos en el ranking, del que me sacaron al estar tres años y medio sin competir”, advierte la campeona ilicitana.
Sin embargo, no renuncia a marcarse “retos difíciles” porque es lo que lo que más le apasiona. Y si hay alguien que puede conseguir lo que se proponga, por encima incluso de lesiones y operaciones, queda claro que es Tamara.