Poca gente se acuerda ya en Santa Pola de los Gorgé, familia de músicos que alcanzó gran relevancia en el panorama nacional durante el siglo XIX. Algunos cantaban, otros componían, al tiempo que prácticamente todos se dedicaban al negocio de la lutería (construcción y confección de instrumentos).
Actualmente no gozan de ningún recuerdo, calle dedicada o mención alguna en su pueblo originario. Así que desde este periódico queremos al menos dedicarles un pequeño homenaje, pues hubo un día que su nombre era santo y seña de la música santapolera y alicantina.
Ramón Gorgé nació en Santa Pola en 1827 y se convirtió en el instrumentista oficial del Teatro Principal de Alicante
Ramón Gorgé, el lutier
Esta gran saga familiar de músicos dio comienzo con Ramón Gorgé Molina, nacido en 1827 en la localidad de Santa Pola. Desconocemos apenas nada sobre sus padres Pablo y Josefa. Dado a la época es bastante probable que trabajaran en la actividad pesquera, pues por aquel entonces éste era un pueblo de unos 2.000 habitantes dedicados casi exclusivamente al mar.
Siendo aún Ramón un adolescente, su familia se trasladó hasta Alicante. El chaval demostró gran talento para la carpintería, siendo su especialidad la construcción de instrumentos de música. Su fama se hizo tan grande, que fue contratado de instrumentista (oficio también conocido como ‘lutier’) del Teatro Principal.
El joven santapolero se dedicaba pues a construir, reparar y afinar los instrumentos usados en las representaciones de teatro, zarzuela o conciertos de música clásica que se estilaban por aquellos tiempos.
Encargos particulares
Ramón Gorgé tenía incluso instrumentos de fabricación propia, como unas llamativas guitarras que fabricaba con cortezas de calabaza. Este curioso material de fabricación proporcionaba un sonido muy característico a los instrumentos.
Con su empleo en el Principal, más los encargos particulares que también atendía, Ramón mantenía a su esposa y a sus siete hijos. Incluso el propio alcalde alicantino de la época, un tal Francisco Mingot, le encargó personalmente la reparación de una carísima guitarra que había comprado a Antonio de Torres (uno de los lutieres españoles más famosos de todos los tiempos).
Las dotes musicales del santapolero iban incluso más allá de la mera carpintería, pues también se gustaba de tocar un piano y un contrabajo que él mismo se había fabricado.
Cinco de los siete hijos de Ramón Gorgé siguieron sus pasos en el mundo de la música
Los descendientes de Ramón
Dicen que el talento se hereda, y en este caso no pudo ser más cierto. Hasta cinco de los siete hijos de Ramón fueron también músicos y/o lutieres. Quizás el más célebre fue su primogénito el compositor Pablo Gorgé, quien fundó una compañía propia de zarzuela con sus hijos (los nietos de Ramón) denominada ‘La familia Gorgé’, con la que se recorrieron los teatros de toda España.
Milagritos Gorgé (de la tercera generación de la familia) llegó a cantar ante los zares de Rusia
El segundo retoño de Ramón se llamó igual que su padre y también se atrevió a inventar su propio instrumento ‘marca de la casa’: el copólogo (denominado así porque se componía de 25 copas de cristal). En este caso se decantó por el camino de la música sacra, ejerciendo de Maestro de Capilla en la Iglesia de San Nicolás de Alicante y luego de director de la Banda Municipal de Elda. Su hija Milagritos Gorgé (nieta de Ramón Gorgé Molina) fue una niña prodigio, que llegó a cantar zarzuelas frente a los reyes de España y los zares de Rusia.
Pepe Gorgé, otro de los hijos del santapolero Ramón, abrió en Madrid una de las tiendas de instrumentos más prestigiosas de toda España conocida como ‘El taller de Pepe’. Durante algunos años su negocio fue el proveedor oficial del Teatro Real.
Miguel y Paco, con menos fama que sus hermanos mayores, también se dedicaron al negocio de la lutería durante toda su vida. Éste último tuvo una nieta (bisnieta de Ramón) llamada Paquita Gorgé que fue una reconocida pianista.
El olvido
Así pues, Santa Pola engendró hace 192 años la semilla de hasta cuatro generaciones de grandes músicos. Su apellido sonó con muchísima fuerza en el mundillo de la música alicantina durante muchas décadas. Rara era la orquesta de la provincia que no poseía algún instrumento con la firma ‘Gorgé’ grabada.
Sin embargo, el tiempo fue borrando su recuerdo. Los instrumentos Gorgé acabaron quedándose antiguos y siendo remplazados por otros nuevos. Las nuevas generaciones de la familia tomaron otros caminos profesionales, desvinculando su nombre definitivamente de la música.
Afortunadamente la música es algo inmortal, y siempre que alguien la entona en Santa Pola está recordando de alguna manera el legado de los Gorgé.