Entrevista > Leontxo García / Periodista (Irún -Guipúzcoa-, 12-febrero-1956)
El sillón de diseño de color amarillo chillón en el que se acomoda para esta entrevista es más cómodo de lo que inicialmente parece. Al comprobarlo, su perenne sonrisa se ilumina un poco más y sus ojos azules se fijan en el del entrevistador. Parece, incluso, que lo estudia como el gran maestro lo hace con las fichas repartidas por las 64 casillas del tablero.
Una entrevista, dicen, es una suerte de batalla. Si eso es cierto, el arriba firmante sabe que ha perdido incluso antes de comenzar. ¿Qué otro resultado podría tener enfrentarse a uno de los mayores expertos en ajedrez de nuestro país en su propio terreno?
La pasión es el motor
Por suerte, el Congreso Internacional de Ajedrez Educativo de La Nucía es una celebración. Una fiesta en la que Leontxo García, un hombre de cabeza tan despejada en lo físico como poblada en lo intelectual, ha llegado para glosar las ventajas de la presencia del ajedrez en las aulas. No habrá guerra. Habrá pasión. La de su discurso en defensa del juego al que, como divulgador, ha dedicado su vida.
“La pasión es el motor de todo”, dice sonriendo. Y, efectivamente, ese es el adjetivo que mejor puede definir su trabajo y su discurso. Sus artículos, crónicas y columnas –absolutamente recomendables incluso para los legos en ajedrez– y sus respuestas.
«Los alumnos de ajedrez educativo mejoran más su inteligencia en múltiples parámetros, incluyendo la inteligencia emocional»
Experimentando emociones
Es usted un gran activista, y su presencia en este congreso lo demuestra, de la inclusión del ajedrez dentro de los currículos escolares. ¿Qué ventajas ofrece en la formación de los alumnos?
Resumiendo mucho, hay experiencias internacionales en los cinco continentes y estudios científicos realizados durante más de un siglo que coinciden en conclusiones muy similares. Los alumnos de ajedrez educativo, más incluso que los que sólo juegan a ajedrez, mejoran más su inteligencia en múltiples parámetros, incluyendo la inteligencia emocional, que es un campo esencial en la educación innovadora del siglo XXI.
«Mejora el rendimiento académico en matemáticas y comprensión lectora»
Además, mejora su rendimiento académico en matemáticas y comprensión lectora que es, precisamente, donde más fallan los niños españoles en el famoso Informe PISA. Sobre esto se podría hablar en un congreso de varios días, pero, resumiendo mucho, el ajedrez es una escuela de vida, enseña a pensar y es un campo de experimentación magnífico de todo lo que tiene que ver con las emociones.
No debe ser asignatura obligatoria
¿Hablamos pues de que debería ser una asignatura obligatoria?
Evidentemente, si desde el minuto uno consigues convencer al director de un colegio o a un consejero de educación de que lo sea, no seré yo quien se oponga. Pero no abogo por eso porque hay dos problemas.
Primero, si tú pretendes meter a un monitor de ajedrez en el aula en horario lectivo, creo que no es lo mejor… salvo excepciones de monitores que tengan una formación pedagógica fantástica, que son muy pocos. Los profesionales de la educación te pueden ver como un enemigo y eso no interesa. En segundo lugar, aunque tú hayas convencido a la dirección del colegio surge la pregunta del millón: ¿qué quito yo del currículo para meter ajedrez?
¿Y cómo podría funcionar entonces?
Lo que está funcionando muy bien en miles de escuelas de muchos países, incluido España, es el método transversal e interdisciplinar. Transversal, por ejemplo, mezclado con la inteligencia emocional que es común a todas las asignaturas. Interdisciplinar, por ejemplo, en clase de matemáticas. Hay una gran parte de la geometría, la aritmética o el álgebra que se puede explicar de forma muy amena y eficaz por medio del ajedrez.
Todo ello, con más de 1.500 años de historia documentada. Con ello, un profesor de Historia universal, en un colegio donde el ajedrez sea popular, puede mezclar o poner en paralelo la historia del ajedrez con la historia universal y los alumnos van a estar mucho más atentos en clase.
Ayuda a la comprensión lectora
Me llama la atención su alusión a la mejora de la comprensión lectora. Siendo evidente la relación del ajedrez con las matemáticas, ¿puede explicarme esa otra relación?
Cuando leemos y cuando jugamos al ajedrez nuestro cerebro realiza un proceso bastante similar. En ambos casos está reconociendo piezas o signos de distinto color y tamaño. Está asociando esos signos formando palabras y frases o combinaciones de jugadas. Y está sacando conclusiones de las combinaciones que acaba de hacer. Unos niños que realicen ese proceso con frecuencia jugando al ajedrez lo tienen automatizado y cuando se ponen a leer lo hacen con más facilidad y comprenden mejor lo que leen.
Luego, hay otra razón mucho más evidente: entre la lista enorme de habilidades que desarrolla el ajedrez está la concentración. Obviamente, los niños que leen concentrados comprenden mejor lo que leen.
No me lo ha nombrado, pero le he leído en muchas ocasiones hablar sobre el beneficio que tiene el ajedrez a la hora del autocontrol del alumno.
Si empezamos a trabajar eso con niños de tres años, la cuestión no es que calculen las consecuencias porque a esa edad será muy difícil, pero sí es posible que aprendan a esperar. Por supuesto, cuando la inteligencia abstracta comienza a desarrollarse a los cinco o seis años, puedes meter otros elementos y mostrar cómo cada acto tiene sus consecuencias. Ahí ya estableces una relación entre la acción y sus efectos.
Control de la agresividad
En estos tiempos en los que la corrección política se lleva, en ocasiones, a niveles absurdos, no faltará quien diga que el ajedrez, que es un juego bélico, no debe de llevarse a las aulas por fomentar la violencia.
Ya se ha dado el caso y entiendo el argumento, pero no resiste un análisis mínimamente profundo. Algo parecido se dice sobre porqué fomentar la competición en niños tan pequeños. Lo entiendo y lo comparto cuando estamos frente a padres o profesores que se pasan, porque es un error muy grave. Dicho esto con claridad, tampoco vayamos a caer en el error opuesto.
Una cosa es cómo nos gustaría que fuese el mundo y otra muy distinta es cómo es en realidad. Vivimos en un mundo capitalista muy competitivo. Si metemos a los niños en una urna de cristal, entre algodones y luego los soltamos a una selva donde los van a comer, no es una buena educación.
«Practicar ajedrez es una manera magnífica de canalizar la tendencia a la violencia que tiene todo ser humano»
¿Y en cuanto a la supuesta agresividad?
El ajedrez es una manera magnífica de canalizar la tendencia a la violencia que tiene todo ser humano. Esta es una de las razones por las que el ajedrez está funcionando muy bien en las cárceles y los centros de reclusión de menores: los internos pueden canalizar su tendencia a la violencia a través de un juego en el que no hay contacto físico.
Y, sin embargo, Ricardo Calvo decía que el ajedrez es el deporte más violento que existe porque durante una partida de alta competición no puedes desahogar tu tensión chutando un balón, corriendo o gritándole al árbitro. Todo eso te lo comes tú, pero también canalizas esa violencia a través de las jugadas que haces.
Un mosquito en el mar
Mientras preparaba esta entrevista no han sido pocos los testimonios y dudas que me he encontrado de padres que tienen la idea de que el ajedrez es coto de niños con un cociente intelectual alto. Siendo eso cierto en la alta competición, ¿lo es también en el ajedrez educativo?
¡Esa es la pregunta esencial en este terreno! Lo difícil para nosotros en este tipo de congresos no es convencer a los que vienen y se sientan a escuchar porque nuestros argumentos son irrebatibles. Lo complicado es convencerles para que vengan y se sienten a escuchar porque parten de diversos prejuicios falsos sobre el ajedrez y ese es el mayor de todos. Pero desmontarlo es muy fácil.
«Alguien a quien le guste el ajedrez como pasatiempo, ni siquiera necesita una capacidad física»
¿Nos puede poner algún ejemplo?
Comparemos el ajedrez con el atletismo. Un profesional del maratón corre y una persona a la que le guste correr por la playa también; pero no tiene nada que ver. El profesional del maratón, igual que el profesional del ajedrez, ha nacido con unos genes específicos y, además, ha trabajado como una bestia durante años para llevar su cuerpo y su mente al máximo del rendimiento humano. Alguien al que le guste correr, con tener una capacidad física mínima, no necesita nada más. Ni genes ni leches. Alguien a quien le guste el ajedrez como pasatiempo, ni siquiera necesita una capacidad física.
«El ajedrez es un inmenso mar donde un mosquito puede beber y un elefante puede bañarse»
Hay un proverbio hindú que dice que ‘el ajedrez es un inmenso mar donde un mosquito puede beber y un elefante puede bañarse’. El elefante es el gran maestro, pero para utilizar el ajedrez como un pasatiempo o como herramienta educativa, basta con ser un mosquito.
La obsesión: alerta roja
Dejemos de lado, para terminar, el ajedrez educativo y fijemos el foco en el de alta competición. Con Bobby Fischer a la cabeza, existe un estereotipo del gran maestro excéntrico o, directamente, loco. ¿Debe esto asustar a los padres de los niños que despunten en el ajedrez?
No, en absoluto. La explicación de eso es que a los periodistas lo que nos llama la atención son las personalidades extraordinarias. Un tipo normal no es noticia. ¿Cómo le vas a hacer un reportaje a un tío completamente normal? Si ahora mismo miramos la lista de los 100 mejores del mundo y somos muy flexibles en la acepción de la palabra loco o extravagante, estos no llegan a cinco.
«Cuando el mundo camina hacia la ‘idioticracia’, necesitamos actividades que tiendan al equilibrio y qué mejor que un juego que consiste en pensar»
Desde su experiencia, ¿hay una parte de locura en la genialidad?
Es un tema muy interesante. Fischer era un enfermo mental. He consultado este caso con seis psiquiatras y todos coinciden en que su infancia fue muy poco recomendable. Era un superdotado con un CI superior al de Einstein. Yo no soy quien para entender cómo funciona un cerebro que está mucho más elevado que el mío.
El mensaje a los padres de niños a los que les apasiona el ajedrez es que eso es muy bueno. No hay que frenarlo. Es una sociedad en la que el hábito de pensar va a menos y que se encamina hacia la idioticracia, y en la que resulta que los niños a los que les gusta hacer algo como pensar son considerados frikis… ¡vamos a terminar con eso de una vez! Luchemos contra eso, que es una degeneración de la especie.
Por el otro lado, esto sólo tiene un límite. Hay que tener cuidado con una sola cosa, que es minoritaria, pero puede ocurrir: la obsesión. Ese es el caso Fischer. Si permites que el niño se obsesione de tal manera con algo como para que en su vida no haya nada más, eso es alerta roja y hay que actuar de inmediato.
Para terminar, le voy a pedir que haga mi trabajo. Deme el titular que convenza a la comunidad educativa de que el ajedrez puede y debe estar en los colegios.
En un momento de la evolución del mundo en que caminamos hacia la idioticracia, necesitamos actividades que tiendan a equilibrar eso y qué mejor que un juego que consiste en pensar.