Las necesidades y gustos turísticos cambian casi con tanta rapidez como todos los aspectos de la vida en este siglo XXI, al que le quedan apenas unos pocos días para dar por finiquitada su segunda década. Impresiona, cada día más, lo rápido que los gustos y preferencias cambian. Lo que ayer era una novedad, casi una necesidad, hoy es algo obsoleto y vetusto. Y la hipercompetitiva industria turística no es una excepción a esa regla.
Visto con perspectiva histórica, no hace tanto tiempo que el principal motor económico de la comarca de la Marina Baixa –y de toda la España costera– se ‘conformaba’ con ofrecer a sus visitantes la mejor experiencia posible en lo que se venía a denominar como destinos de sol y playa.
A un elemento incontrolable como el (excelente) clima de la zona, los empresarios turísticos le fueron añadiendo complementos de la mejor calidad posible, en forma de servicios hoteleros y gastronómicos que durante un tiempo fueron reclamo suficiente para atraer a millones de visitantes cada año.
Una competencia mayor
Pero, como decíamos, los gustos y las necesidades cambian. Igual que las estancias se han ido reduciendo del mes o los 15 días de hace años a escapadas mucho más cortas y más repartidas a lo largo del año; aquellos que escogen la Marina Baixa como destino vacacional también han mutado sus preferencias una vez en el destino.
La irrupción de las compañías aéreas ‘low cost’ han acercado a los bolsillos de la clase obrera destinos prácticamente inalcanzables hace sólo unos años y eso, unido a otros factores, ha hecho que el sol y la playa no sean ya reclamo suficiente, por sí mismos, para garantizar el lleno absoluto en cualquiera de nuestros destinos.
Altea, como muchos de sus vecinos –y competidores– hace tiempo que comprendió esta nueva realidad y apostó por crear un producto diferenciado del resto. Su rica y variada oferta gastronómica, su excelente puerto deportivo y su rica y frenética actividad cultura, con Palau Altea como mascarón de proa, fueron los pilares sobre los que se sustentó ese cambio.
Una sociedad más activa
De manera paralela, la sociedad fue mutando hacia un modo de vida muy distinto al de sus generaciones anteriores. Las profesiones más físicas han ido perdiendo terreno –y lo siguen haciendo– frente a aquellas que obligan a un modo de vida más sedentario.
A la vez, la sociedad es cada vez más consciente de la enorme importancia de mantener un modo de vida saludable. Esa preocupación por el ‘corpore sano’ también se traduce a las vacaciones y cada vez son más los que sacrifican la tumbona, la sombrilla y el parasol a favor de actividades físicas al aire libre.
Altea, un municipio rodeado de costa y montañas, no ha querido, una vez más, quedarse atrás en la creación de nuevos productos turísticos que mantengan el flujo constante de visitantes a la Villa Blanca durante los doce meses del año. Y es que esa batalla, la de la desestacionalización, es otro de esos retos que se libran desde la industria.
El ciclismo, el nuevo golf
Si en los años que fueron a caballo entre el siglo XX y el siglo XXI el golf fue el principal motor del llamado turismo deportivo, las tornas parecen haber cambiado durante el segundo decenio de esta centuria. Altea supo ver el filón del golf en su momento y tiene, con el espectacular Don Cayo, uno de los campos de referencia de la zona.
Ahora, son muchas las voces acreditadas que señalan al ciclismo como el nuevo golf. Se da la circunstancia, además, que el turista que planifica sus vacaciones en base a su actividad ciclista es, en líneas generales, de un nivel adquisitivo muy similar al del golf, por lo que la existencia de una oferta hotelera, gastronómica y de servicios ya consolidada no es más que un plus en la atracción de este nuevo nicho de mercado.
Con todo ello en mente, Altea ha dado ahora un paso fundamental en su desarrollo como destino ‘cycling friendly’. Con el buen clima garantizado durante los doce meses del año, la Villa Blanca cuenta con unas condiciones inmejorables para la práctica del ciclismo en cualquiera de sus variedades: tanto ruta, como bicicleta de montaña.
Costa Blanca Bike Race actúa como gran foco de atracción
Costa Blanca Bike Race
El ciclismo es, para muchos de sus practicantes, una actividad que ofrece un doble aliciente. Al evidente, el de la actividad física, se une la posibilidad de poder medir las propias fuerzas en los mismos escenarios en los que los grandes ases de este deporte hacen vibrar a millones de aficionados, delante del televisor, en las más importantes citas del año. Por ello, uno de los principales reclamos, a la hora de afrontar la ‘construcción’ de un destino ‘cycling friendly’, es contar con una gran competición en el territorio.
En 2020 Altea volverá a ser el epicentro de la Costa Blanca Bike Race, una de las primeras pruebas de bicicleta de montaña del calendario internacional –y, junto a La Santa de Lanzarote, la primera prueba por etapas del año–. Como ya sucediera el año pasado, el Hotel Cap Negrete será el ‘cuartel general’ desde el que los participantes en la prueba afrontarán cada una de las cuatro etapas previstas.
Con embajadores tan importantes como Joaquim ‘Purito’ Rodríguez o Ibon Zugasti, la Costa Blanca Bike Race ofrece la plataforma de lanzamiento ideal para que miles de amantes del pedal conozcan Altea y sus inmensas posibilidades en el ámbito del turismo deportivo y, en concreto, ciclista.
La mayoría de equipos profesionales ruedan por las mismas carreteras en sus concentraciones
Rutas para cada necesidad
Con todo ello en mente, el Ayuntamiento de Altea se ha lanzado a la promoción específica de este producto turístico, con la elaboración de un catálogo de 21 rutas que, partiendo desde la Villa Blanca, llevan al aficionado a visitar algunos de los lugares más conocidos de la provincia para los amantes de la bicicleta –en gran parte, gracias a su protagonismo en la Vuelta a España– por recorridos de distintos niveles de dificultad.
Algo tendrá la zona cuando la práctica totalidad de equipos del pelotón internacional la escogen durante los meses de diciembre, enero y febrero para realizar sus concentraciones invernales y, con motivo de pruebas como la Volta a la Comunitat Valenciana, inaugurar la temporada de sus grandes estrellas.
Las ‘escapadas’ publicadas ofrecen la posibilidad de medirse a puertos de la Vuelta a España
Así, los amantes de la bicicleta de carretera cuentan con 17 ‘escapadas’ posibles que, partiendo desde Altea, les llevarán a lugares como el Alto de Aitana –donde Nairo Quintana sentenció la Vuelta a España de 2016–, el empinadísimo Alto de las Cumbres del Sol –donde hemos visto ganar a Tom Dumoulin y Chris Froome–, el siempre apasionante reto del Coll de Rates, las imperdibles Cuevas del Canelobre o seguir los mismos pasos que cada año recorren equipos como Astana en sus estancias invernales.
Altea ofrece rutas tanto para los amantes del BTT como de la carretera
Espacio para el BTT
Pero la bicicleta de carretera no es la única con la que se puede disfrutar en la Villa Blanca. Para los amantes de las ‘ruedas gordas’ y la experiencia de rodar fuera de carretera, existen ya cuatro rutas específicamente pensadas para ellos.
En este caso, nos encontramos ante cuatro rutas de dificultad media que, partiendo de Altea, llevarán a los aficionados a enclaves como las refrescantes Fonts de l’Algar, la pintoresca Sierra de Bernia, el cercano Parc Natural de la Serra Gelada o el Embalse de Guadalest.
Los rutómetros, pefiles y detalles están disponibles ‘online’ y en soporte físico
Servicios de alta calidad
Pero antes de crear estas rutas, cuyos rutómetros, perfiles y demás detalles están ya disponibles en formato de papel y ‘online’, el Ayuntamiento de Altea ha sabido adelantarse a las necesidades de los cicloturistas, y ya instaló hace meses una serie de bancos de herramientas en diferentes puntos de la localidad que permiten al ciclista afrontar pequeñas reparaciones en sus monturas.
Las rutas cuentan con bancos de herramientas para hacer pequeñas reparaciones
Todo ello, evidentemente, apoyado en la iniciativa privada. Cada vez son más los establecimientos hoteleros que cuentan en sus propias instalaciones con espacios específicamente reservados y pensados para guardar las (valiosas) bicicletas de sus huéspedes que, incluso, pueden contar con asistencia mecánica dentro de los hoteles.
Las rutas
Carretera
- Altea – Alto de Aitana | 114,74 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Cumbres del Sol | 84,08 km. | Dificultad: Difícil.
- Coll de Rates Challenge | 120,75 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Cuevas del Canelobre | 137,93 km. | Dificultad: Muy difícil.
- Altea – Tárbena | 85,49 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Coll de Rates | 87,94 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Coll de Rates | 95,89 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Coll de Rates | 126,42 km. | Dificultad: Muy difícil.
- Altea – Tudons | 88,98 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Parcent | 137,17 km. | Dificultad: Muy difícil.
- Altea – Embalse Guadalest | 54,92 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – Guadalest | 34,74 km. | Dificultad: Media.
- Guadalest Challenge | 59,12 km. | Dificultad: Difícil.
- Altea – La Carrasqueta | 145,51 km. | Dificultad: Muy difícil.
- Astana Training Camp 1 | 138,08 km. | Dificultad: Muy difícil.
- Astana Training Camp 2 | 177,38 km. | Dificultad: Muy difícil.
- Tudos chalenge | 119,53 km. | Dificultad: Difícil.
BTT
- Altea – Bernia | 19,73 km. | Dificultad: Media.
- Altea – Serra Gelada | 21,98 km. | Dificultad: Media.
- Altea – Fonts de l’Algar | 34,74 km. | Dificultad: Media.
- Altea – Guadalest – Serra Gelada | 35,84 km. | Dificultad: Media.