En la actualidad son pocos los dulces que se elaboran de manera artesanal, aunque todavía hay personas, mayoritariamente mujeres, que se resiste a perder una costumbre heredada de sus madres o abuelas, muy arraigada en la Vega Baja.
Las más mayores aún lo hacen en horno de leña en las zonas rurales, que le da un sabor muy especial y casero a esos postres. Las recetas, escritas en papel, pasan de generación en generación, y cada Navidad vuelven a ver la luz rescatadas de algún cajón.
La Vega Baja tiene su propio recetario navideño, y cada año por estas fechas reúnen los ingredientes y se ponen manos a la obra con unos dulces que luego ocuparan un lugar privilegiados en la casa sobre una bonita bandeja. Entre todos esos dulces encontramos ‘almendrados’, ‘suspiros’ o ‘almojábanas’.
Las más mayores aún lo hacen en horno de leña en las zonas rurales
Almendrados
Hacen falta cuatro huevos enteros y dos yemas, 3/4 k de azúcar y ralladura de limón.
Se mezclan los huevos y las yemas y se baten bien. A continuación se añade el azúcar, la ralladura de limón y, por último, la almendra. Se amasa todo junto hasta que quede bien ligado. Se van haciendo montoncitos en una lata y al horno durante 15 minutos.
Suspiros
Para hacer los suspiros, puedes añadir cucharadas de merengue en una bandeja de horno forrada con papel parafinado o utilizar una manga pastelera para darle su forma característica. Estarán listos en unos 10 minutos.
Almojábanas
Los ingredientes son 300 gramos de harina de trigo, 5 huevos, aceite de oliva, 100 ml agua y miel.
Para prepararlas en un cazo ponemos a calentar el agua con el aceite y la sal hasta que hierva. Retiramos del fuego y añadimos toda la harina de golpe para escaldarla y empezamos a remover hasta que se forme una masa. Vamos añadiendo los huevos uno a uno. Precalentamos el horno a 200º.
Vamos poniendo montoncitos de masa bien separados sobre una bandeja forrada con papel de horno, nos mojamos el dedo, aplastamos los montoncitos y les hacemos el agujero en el centro. Horneamos hasta que estén doradas y ya solo queda bañarlas en un almíbar de miel.