Durante décadas, los habitantes de Altea y de toda la Marina Baixa han mirado hacia Valencia y Madrid a la espera de que sus representantes políticos, en la Generalitat y en el Gobierno de España, dieran una solución a la cada vez más congestionada N-332 a su paso por el municipio.
Mientras que otras localidades vecinas vieron como, en diferentes momentos, el vial que atraviesa la provincia de norte a sur dejaba de pasar por el centro de sus núcleos urbanos para derivar el tráfico hacia unas más eficientes, seguras y cómodas circunvalaciones, diferentes escollos enterraron el problema alteano en el fondo de los cajones de consellerias y ministerios.
Ni una circunvalación, ni la gratuidad de la AP-7 a su paso por el municipio fueron nunca atendidas como merecía la Villa Blanca, y no ha sido hasta ahora, con la liberalización final de la vía de pago, cuando Altea podrá ver reducido, al fin, el tránsito de vehículos por la Calle La Mar, nombre que recibe la carretera nacional durante su travesía por el centro urbano.
El estudio sobre el impacto de la liberalización de la AP-7 se llevará a cabo en un par de meses
Primeros estudios
La principal pregunta que hay que responder ahora es cuál será el verdadero impacto, en cuanto a la reducción de tráfico, que generará la desaparición de los peajes en la AP-7. El alcalde de Altea, Jaume Llinares, explica que “es una cuestión que vamos a poder comprobar en los primeros meses de este 2020”.
En ese sentido, Llinares explica que “el estudio que debe determinar la variación en el número de vehículos que cruzan Altea, tras la liberalización de la autopista, no se podrá empezar a hacer hasta el mes de marzo. Tenemos que dejar pasar los dos primeros meses ya que se considera que, por la novedad de la gratuidad de esa vía, las cifras pueden estar distorsionadas”.
Así, el primer edil considera que “dejar pasar enero y febrero permitirá que eliminemos del estudio ese posible ‘efecto llamada’ que pueda provocar la gratuidad de la autopista, y contar, por lo tanto, con números reales sobre el tráfico que transitará diariamente por la Calle La Mar”.
El Ayuntamiento baraja varios escenarios posibles tras la previsible reducción de tráfico en la N-332
Bajo impacto en el comercio
Preguntado al respecto, el alcalde de la Villa Blanca explica que “el Ayuntamiento trabaja sobre la hipótesis de varios escenarios posibles”, en relación al impacto de esa presumible reducción de tráfico sobre el comercio de la zona.
En cualquier caso, se muestra optimista en este sentido ya que, como explica, “el tráfico que circula por la N-332 a su paso por Altea es, mayoritariamente, de paso. Esto significa que muy pocos de esos vehículos se detenían en el municipio, aprovechando su paso, para realizar compras o generar actividad comercial en la zona”.
Por ello, Llinares considera que, en el futuro, “el impacto sobre el negocio local no sólo será muy bajo, sino que, en todo caso, será positivo ya que permitirá la creación de una nueva versión de la Calle La Mar en la que la actividad comercial será mucho más cómoda para los usuarios”.
Se espera que la ‘desaparición’ de la N-332 afecte positivamente a la actividad comercial
Más presencia del peatón
En este sentido, Llinares adelanta que, en su opinión, la Calle La Mar debe de abandonar por completo su función como carretera nacional y convertirse “en un bulevar en el que apenas haya paso de vehículos, y se dé mayor protagonismo al peatón y a otros medios de transporte que permitan que la gente se mueva de forma más libre y cómoda por la zona, generando, a su vez, mayores oportunidades de actividad comercial”.
Todo ello, claro, pasa por la construcción en Altea de una nueva salida a la autopista, ya gratuita, que dé servicio a la zona sur del municipio, la más cercana a su límite con l’Alfàs del Pi. “Es un proyecto que, cuando nos hemos reunido con el Ministerio, parece que está bastante claro”, explica el alcalde de Altea.
En relación a esa nueva incorporación, Llinares adelanta que “en principio, la de Altea está planteada como la segunda de estas infraestructuras en acometerse”. Aunque reconoce que se han barajado “hasta cuatro alternativas distintas”, parece que la cuestión del emplazamiento definitivo de la misma está ya muy avanzada.
Una salida entre l’Alfàs y Altea
Así, si se siguen definitivamente los planes que ahora mismo se barajan, Altea contaría, en su zona sur, con una nueva salida a la autopista “que se situaría entre Altea y l’Alfàs, dando servicio a los dos municipios y, además, ofreciendo una nueva alternativa a todos los pueblos del interior, que también necesitan y merecen una vía fácil y cómoda para incorporarse a ese vial”.
Por lo tanto, y siempre hablando de un futuro no muy inmediato, los planes de la Vía Blanca pasan por ir olvidando poco a poco el tránsito incesante de vehículos por su centro urbano para convertirlo, en sincronía con las demandas actuales en términos de movilidad, en una zona más accesible para el ciudadano, en la que, mediante la reconversión de la Calle La Mar en un bulevar, se pueda potenciar la zona como un núcleo de actividad comercial.