La trayectoria deportiva de Josan Ferrández se podría resumir con el famoso lema que popularizó años atrás una conocida marca deportiva: ‘Nada es imposible’. Su historia es un ejemplo de resistencia y rebeldía hasta encontrar su destino en el Elche.
Rechazado en algunas ocasiones y etiquetado en otras, el hábil extremo persistió hasta encontrar en el equipo franjiverde, ya en plena madurez personal y profesional, la regularidad y la confianza que llevaba buscando. Ha pasado de jugar en Regional, donde se ponía precio a sus tobillos, a soñar con Primera.
Su cuerpo, repleto de tatuajes, es un mapa que detalla lo que ha sido su vida y todo lo que realmente le importa. “Todo ha costado muchísimo conseguirlo, pero ya lo tengo”, resume.
«Todo ha costado muchísimo conseguirlo, pero ya lo tengo»
¿Cómo se inició Josan en el fútbol?
El fútbol siempre nos ha gustado en la familia. Mi abuelo jugó en equipos de por aquí, como Crevillente y Villena, y mi padre también, aunque a un nivel local. Yo desde pequeño jugaba con mi padre y con los amigos. Me gustaba y se me dio bien. Estuve en los equipos del Crevillente, hasta que me fui al Elche en edad juvenil.
¿Siempre fue delantero?
Siempre, nunca me ha tocado defender.
¿Cuál era su jugador favorito?
Pues los de mi posición; me gustaba mucho Figo y también Joaquín. Y de ahora, Messi y Cristiano, cómo no.
¿De qué equipo era de pequeño?
Siempre he sido del Barcelona, aunque hubo una época en la que también me gustaba el Valencia, que era el equipo de mi padre y mi abuelo.
«Nunca he entrenado un regate, es una habilidad innata»
Y esa facilidad para regatear, ¿se tiene o se entrena?
Se tiene. Desde pequeño me decían que nunca habían visto a un niño con esa facilidad para el regate. Recuerdo un entrenador que me dijo que tenía cintura de avispa. Yo nunca he entrenado el regate. Otras cosas sí, pero driblar es algo innato.
Los regateadores son una especie en extinción.
En el fútbol de ahora los jugadores de banda tienden a ir para adentro o a pierna cambiada. Hay pocos que estén pegados a la línea, como antiguamente. En Segunda yo creo que Salvi, del Cádiz, y Fidel. No es frecuente ver un extremo llegar al fondo y pegar un centro.
¿Nunca tuvo la tentación de centrar su posición y ampliar el radio de acción?
No me siento cómodo. No es tan fácil adaptarse. Tampoco todos los extremos valemos para jugar a pierna cambiada. Yo tengo la virtud de poder jugar en las dos bandas.
Viendo su trayectoria y sus condiciones, ¿por qué le costó tanto llegar?
Supongo que es un poco una suma de todo. Con 17 o 18 años te gusta salir de fiesta con los amigos. En esa edad salí del juvenil del Elche, sin sitio en el Ilicitano. Y me tocó ir a jugar a Preferente casi por hobby. En ese momento ni me podía imaginar que llegaría a profesional.
¿Cómo asumió ser rechazado por el filial del Elche?
Bueno, es algo que puede pasar. Me dolió más tener que buscarme equipo y que mi representante me dejara tirado. Cuando hice buenos partidos me comió la oreja, pero cuando me quedé sin equipo ni me cogía el teléfono. Me planté en agosto sin equipo y me fui a Preferente, a jugar en Horadada, con 18 años.
«Cuando jugaba en Preferente recibía ´hostias` todas las semanas»
¿Cómo se adaptó un jugador tan fino a ese fútbol tan rudo?
Pues recibiendo hostias todas las semanas. Había gente fuera de peso a los que no les gustaba que un niño les regateara. Recuerdo un partido en Pinoso que aún no sé cómo salí vivo de allí, me hincharon a palos. Hasta mi entrenador se metió en medio del partido gritando: ‘que me matáis al chaval, que le van a partir las piernas’. La verdad es que, pese a todo, nunca pasé miedo.
En esos momentos, ¿no pensó nunca en tirar la toalla?
Sí, claro. No cobras, te dan patadas y encima estaba lesionado, porque apenas podía correr. Tuvo que llevarme mi padre a un médico para que me hicieran unas plantillas especiales.
Aunque en ese momento es cuando conocí a mi mujer y ella me centró. En Preferente jugada domingos por la tarde, pero yo hacía vida como cualquier chico de mi edad. Salía viernes y sábado con mis amigos. Al año siguiente de conocer a mi mujer me fui a Lorca y ahí comenzó a cambiar todo.
¿Qué cambió?
Vi que las cosas comenzaban a salirme. Casi ascendemos el primer año y me di cuenta de que podía aspirar a más. Subí con el Lorca y me fui al Granada. Y de allí al Huesca, al UCAM, al Alcorcón y al Albacete. Y por supuesto, al Elche.
¿Qué hubiera sido de Josan si llega a abandonar el fútbol?
Me han gustado otras cosas. Por ejemplo, la peluquería moderna. Es más, ya le corto el pelo a varios compañeros. Es algo que me gusta desde la época de Lorca. A mi mujer también le gusta la rama de la estética, así que algo hubiera montado. Y la vida es muy larga, no lo descarto en el futuro.
Usted tenía la etiqueta de jugador talismán, porque tiene tres ascensos, pero también la de que solo valía para Segunda B. ¿Cómo se lleva eso?
Es que te ponen etiquetas sin saber que cada caso es distinto. A mí también me llegaba lo de ‘si no sigue, será por algo’ o ‘jugador puntero, pero de Segunda B’. En Huesca no seguí porque regresé al Granada. En Alcorcón apenas tuve oportunidades, mientras que en el UCAM, tras ascender, me dicen que me tengo que ir a una semana del inicio de la Liga.
Luego, en Albacete, tras el ascenso, juego los primeros seis partidos, pero me rompo el peroné. Y cuando viene el nuevo entrenador, Enrique Martín, Nico, actual director deportivo del Elche, me dice que no entro en su forma de jugar y que escuche ofertas.
Tanto revés, ¿no le hizo dudar de sí mismo?
A veces. En Alcorcón se podía hasta entender que no jugara, porque había mucho nivel en la plantilla. Eran muy buenos y casi el 80% está ahora en Primera. Pero, por ejemplo, en el UCAM no contaron conmigo cuando lo que llegó no estaba por encima de mí. Eso me hizo rebelarme.
Y en esas aparece el Elche para cambiarlo todo.
Bueno, primero aparece el Mallorca, pero cuando me dicen que el Elche también está interesado no lo pensé. Me vine de cabeza. Fue la mejor decisión que pude tomar, porque me ha salido todo rodado aquí.
«Desde el primer día que llegó, noté que Pacheta confiaba en mí»
Al poco de llegar se encuentra con Pacheta, un técnico que confía a ciegas en usted.
Desde el primer momento que llegó noté que confiaba en mí. Eso es algo que el jugador detecta enseguida. A veces el futbolista depende mucho del entrenador, de que sepa potenciar tus virtudes y explotarlas al máximo.
Con esos antecedentes en su carrera deportiva, cuando ascendió con el Elche debería estar asustado, ¿no?
No hombre, estaba el ‘míster’, que confiaba en mí y tenía año y medio de contrato. Además, una de las cosas que dejé claro cuando firmé es que si se ascendía seguía sí o sí en el club.
¿Cuál ha sido el mejor partido de su carrera?
El año pasado contra el Tenerife estuvo bien, pero tengo muy grabado uno de Copa con el Huesca ante el Barça. Perdimos 0-4, pero cuando llegué al vestuario el móvil me explotaba de mensajes. Fue una buena época. Tevenet, el entrenador, me marcó bastante.
¿Por qué?
Me dijo que me había calado y que iba a hacer que me gustara venir a entrenar, porque notaba que me costaba más. Y lo consiguió.
Da la sensación de que, por todo lo que ha pasado, usted es de los que más disfruta de todo lo que rodea al fútbol profesional.
Claro. Vamos a Yecla, que parece para los demás un campo pequeño, y a mí me parece estupendo comparado con algunos en los que he jugado. Lo saboreo todo. Jugar en Riazor, El Molinón, La Romareda… Son campos espectaculares.
Tiene el cuerpo lleno de tatuajes. ¿Estética o algo más?
La mayoría son cosas que significan algo para mí. Llevo el retrato de mi abuelo, el nombre de mi hija, la fecha de nacimiento de mi padre, mi perro, el Cristo de mi cofradía de Crevillente…
¿Y queda espacio para alguno más?
Algo queda. En dos meses viene otra niña y algo de espacio queda para ella.
Usted, que tiene experiencia, ¿qué consejo le daría a un chico que acaba de ser rechazado por un equipo?
Que si cree en ello y piensa que puede llegar, que siga intentándolo. Por muchos palos que te lleves nunca tires la toalla por perseguir lo que deseas. Yo siempre creí en mí y pensaba que podía llegar. Es verdad que en el camino hay momentos de duda, pero hay que insistir.
«Sería un sueño poder ascender con el equipo a Primera»
Ha jugado en todas las categorías del fútbol, menos Primera. Le queda esa carta para completar la escalera.
Es mi sueño, poder ascender con el Elche a Primera, pero ahora mismo el objetivo es salvarnos lo antes posible.
«Tengo asumido que el gol es mi asignatura pendiente desde siempre»
¿Por qué le cuesta tanto hacer gol?
Es desde siempre. Tanto en Tercera como en Segunda. La temporada en la que más goles he metido marqué ocho. El gol es mi asignatura pendiente.
¿Le falta ser un poco más más egoísta?
No sé, es algo que siempre me han dicho, que piense más en el gol que en el pase. Esta temporada llevo un gol y siete asistencias. Pero es que siempre estoy en esos números. Sea en la categoría que sea, los goles suelen ser más o menos los mismos, pero las asistencias suben.
Por cierto, menuda competencia tiene en los extremos, no se lo ponen fácil.
Un club tan grande como el Elche tiene que crecer año a año. La pasada temporada nos asentamos y en esta queremos un poco más. Y para crecer es normal que aumente la competencia. Fidel, Pere, Iván… La buena competencia es sana, pero no es algo que me afecte solo a mí en la plantilla, sino a todos. Yacine pensará lo mismo o Edgar con San Román, por ejemplo.
Desde fuera da la sensación de que hay fases de los partidos en los que se les ve disfrutar sobre el campo.
Es que es así. Hay una base del año pasado y nos conocemos. Yo con Manolín, por ejemplo, sé en cada momento lo que va a hacer. O Gonzalo, que cuando coge el balón y se da la vuelta ya sabes que te lo pone en la banda para que te la juegues uno contra uno. Todo eso hace que disfrutes.
Por último, usted también jugó en el Crevillente. ¿Mira de reojo al equipo de su pueblo?
Claro. Ahora ya no vivo allí, sino en Callosa, pero están mis padres y mis amigos. El equipo hizo una buena temporada el año pasado, pero en esta le está costando un poco más. No dejo nunca de mirar las categorías inferiores, porque allí quedan muchos compañeros, amigos y hasta familiares.