Cuando la tierra tiembla, el cielo descarga con fuerza o la inhumanidad de la guerra acaba con ciudades enteras, el mejor amigo del hombre se convierte también en el mejor aliado del ser humano a la hora de salvar vidas. Los perros de rescate, auténticos héroes de cuatro patas, no son tan conocidos como sus ‘primos’ de las unidades policiales que nos olfatean en las aduanas o en los aeropuertos, pero su labor es fundamental cuando el reloj se convierte en el peor enemigo de la supervivencia.
Su olfato, una herramienta que ninguna tecnología desarrollada por el hombre ha podido igualar, permite a estos rescatadores encontrar a seres humanos enterrados entre amasijos de hormigón, enterrados bajo toneladas de tierra o nieve e, incluso, desaparecidos bajo el agua. Y todo, sin esperar a cambio más que la caricia y el cariño de su dueño.
Para ellos, algo tan serio y trascendente como salvar vidas humanas no es más que un juego. Un entretenimiento para el que, eso sí, ellos y sus guías invierten una ingente cantidad de horas de entrenamiento y perfeccionamiento. Una labor que no es sencilla de realizar ante las pocas instalaciones específicamente pensadas para ello que existen en nuestro país. Una de las mejores está en La Nucía y, por ello, grupos de rescate canino de todo el planeta llegan a ella para mejorar su técnica.
Cada año, decenas de profesionales de todo el mundo recalan en La Nucía para formarse
Referencia internacional
Bajo la coordinación del bombero malagueño Javier Luque, y gracias a la intermediación de la asociación USAR13, un total de 16 profesionales venidos de España, Portugal, Guatemala, Bolivia y Colombia han participado en la instalación nuciera en el 54º Curso Internacional del Método Arcón.
Tal y como explica Luque, este método fue “creado por Jaime Parejo, que en 1982 empezó con una investigación que culminó en 1994. Fue entonces cuando se creó el Método Arcón, lo que le valió para que le dieran el I Premio de Investigación Científica de la Real Sociedad Canina Española y que, más tarde, le ha servido para ser distinguido con el Título Honoris Causa en Ciencias de la Salud de la Universidad Galileo de Guatemal o ser el único español al que la ONU ha concedido el Certificado de Distinción Sasakawa, entre otros muchos reconocimientos”.
La gran revolución de este método, tal y como explica Luque, radica en que “cuando Jaime empezó a interesarse por la búsqueda y detección canina, observó que los ejemplares presentaban deficiencias porque su formación se basaba en el condicionamiento operante”, es decir, en recibir un estímulo positivo cuando hacían algo bien o uno negativo cuando la respuesta no era adecuada.
Siete técnicas de control
La novedad que presenta el Método Arcón es que “mediante un conjunto de siete técnicas de conducta optimiza el nivel de autonomía de trabajo. El perro funciona de forma completamente autónoma sin presentar ninguna disfunción en su línea de concentración. A la vez, optimiza la motivación extrínseca, la que viene condicionada por el refuerzo final, e intrínseca, es decir, que el propio trabajo de búsqueda resulte gratificante para el perro”.
Todo ello, tal y como explica el experto, hace que “la capacidad de concentración del perro sea máxima por muchas horas que pasen”, algo que en las actuaciones reales se vuelve crítico. “Al ir más concentrado, el perro despierta con mayor intensidad los receptores olfativos”, añade Luque. “También activa su memoria. Hay que tener en cuenta que en un derrumbe hay miles de olores y el perro debe de ir cribándolos todos para localizar a la persona que está sepultada”.
El salto cualitativo que supuso este método se ha demostrado en el pasado en muchas ocasiones. El propio Luque recuerda que “hemos visto a perros pasar por encima de personas sepultadas sin detectarlas. No porque no tenga capacidad olfativa, sino porque no va concentrado. Lo vimos en 1992 en Turquía, cuando en una zona, que había sido descartada por unidades caninas formadas por sistemas tradicionales, al pasar la unidad canina de Huelva, que fue la pionera, detectó a una persona sepultada bajo cuatro plantas de hormigón”.
Los perros formados en La Nucía ya han actuado en distintas partes del mundo
Formación de un año
Luque confirma que “existen razas de perros que tienen una predisposición genética para este trabajo”, pero alerta de que no todos los ejemplares de esas mismas familias serán buenos rescatadores. “Dentro de esas mismas razas debemos buscar al individuo. Un perro que genéticamente tiene mucho potencial, pero no sociabiliza, no servirá, porque su carácter viene formado por la genética y lo adquirido”.
Desde que el perro nace, explica el instructor malagueño, comienza su proceso de formación. “En el momento que lo seleccionamos, no lo estamos todavía formando, pero sí trabajamos con él enfocándolo a la especialidad. Por ejemplo, lo sociabilizamos con el máximo número de entornos posible, con personas, perros, otros animales… Vamos exponiéndolo a distintos estímulos de forma progresiva. La formación propiamente dicha”, explica Luque, “comienza cuando el perro tiene aproximadamente un año”.
Cosa distinta es la vida laboral del can. Tal y como expone este experto, “sucede como las personas. Hay gente que se jubila con 65 años y todavía están para seguir trabajando. Con los perros pasa lo mismo. Los hay que a los ocho años están para dejar de trabajar y hay ejemplares que con 12 o 13 años están sanos y pueden seguir realizando su función”.
Trabajo sin presión
Una de las grandes ventajas que tienen los perros a la hora de realizar este trabajo en comparación con los humanos, además de las que vienen dadas por su capacidad olfativa, es la inconsciencia sobre lo apremiante de su labor.
El perro, básicamente, sabe que debe buscar a personas, pero no es consciente de la gravedad de la situación, por lo que “su trabajo no supone ningún tipo de presión para él y eso hace que el perro trabaje de forma totalmente voluntaria. Por ello, cuando los ves trabajar con esa actitud te das cuenta de que el perro es feliz realizando esa actividad”.
Luque, que desconoce el número de perros que se dedican de manera profesional a labores de búsqueda y rescate en España, confirma que, tras el último curso realizado entre Málaga y La Nucía, “sólo en Andalucía vamos a contar con 14 nuevos perros homologados”, lo que ejemplifica la importancia de contar con un recinto de entrenamiento como el nuciero.
«En este campo podemos sepultar muy rápido y hacer un mayor número de ejercicios» J. Luque
Instalaciones únicas
Precisamente, esa instalación ha propiciado que este grupo tan internacional de profesionales, que han llegado a España para formarse en el Método Arcón, hayan recalado en La Nucía. “El motivo por el que trasladamos parte del curso de Málaga a La Nucía”, explica Luque, “es porque hay una instalación que nos conviene. En ella, se puede sepultar a mucha profundidad, algo que es parte imprescindible del proceso formativo”.
El instructor de perros de rescate añade que “este campo de prácticas nos da la ventaja de que podemos sepultar muy rápido, lo que nos permite hacer un mayor número de ejercicios. Además, sepultamos detrás de paredes o de placas, un escenario que es muy difícil de encontrar en tan buenas condiciones como el que tenemos en La Nucía”.
Por último, el bombero malagueño asegura que “nuestros perros también deben estar preparados para trabajar en el interior de edificios y espacios confinados, para que sean capaces de hacer su labor en condiciones de visibilidad cero”.
«El ayuntamiento de La Nucía se vuelca con nosotros para poder hacer estos cursos» J. Luque
Apoyo del Ayuntamiento
Javier Luque explica que, además de contar con esas instalaciones de referencia a nivel nacional e internacional, otro de los motivos por los que estos cursos recalan en el municipio nuciero es por el apoyo incondicional que encuentran por parte del Ayuntamiento.
“La Nucía se vuelca con nosotros”, explica. “Nos facilita el alojamiento. Este curso no tiene ningún coste para los alumnos y, lógicamente, eso hace que nos decidamos por venir aquí. Si tuviésemos que pagar el alojamiento de los alumnos sería inviable”.
Y todo ello, para que España y el resto de países que participan en este tipo de formaciones cuenten con los mejores profesionales, caninos y humanos, en el momento en el que se produce algún tipo de catástrofe. En ese momento, “nosotros tenemos que ser activados por una petición del gobierno del país en el que se va a intervenir. De esa manera, nos aseguramos de que cuando llegamos ya cuentas con la logística para desplazarte y tienes claro dónde vas a poder trabajar. Eso es importantísimo cuando cada segundo es vital”.
«Instalaciones como la de La Nucía no existen más en España» J. Luque
Campo único
Javier Luque asegura que “instalaciones como la de La Nucía no existen más en España”. Así de contundente se muestra este profesional de la formación y de la intervención que ha viajado, junto a sus compañeros y a sus perros, a algunos de las catástrofes recientes más mediáticas.
“El recinto de La Nucía es único”, insiste. “No hay otro igual en el sentido de lo bien hecho que está y por pertenecer a una asociación”. El formador añade que “hay otro campo de prácticas en la Escuela Nacional de Protección Civil, pero no es como este”.
En ese sentido, explica que “hay otras infraestructuras que no son campos de prácticas propiamente dichos. Son lugares a los que se puede ir a trabajar, pero no hay detrás una administración pública, como en este caso el ayuntamiento de La Nucía, que apoya a una asociación para realizar esa labor”.
El Campo Municipal de Entrenamiento de Perros de Rescate de La Nucía es una instalación única en el mundo
Zona de entrenamiento
Ahondando en las bondades de esa zona de entrenamiento y práctica para unidades caninas de búsqueda y rescate, el responsable de esta 54ª edición del Curso Internacional del Método Arcón añade que “de todos los que yo conozco, el de La Nucía es de los mejores que hay en España y diría que, en lo relativo a la asociación, es de lo mejor que me he encontrado”.
Ni es la primera vez que este curso hace parada en La Nucía ni, si se siguen dando las condiciones de colaboración, será la última. En esta ocasión, han sido 16 guías y 8 perros los que se han formado a caballo entre Málaga y La Nucía.
Por todo ello, no es exagerado decir que el pueblo de La Nucía, gracias a la labor de los miembros de USAR13 y del propio Ayuntamiento, que mantienen en pie esta infraestructura de referencia a nivel internacional, está colaborando de manera activa en la importantísima misión de salvar vidas humanas, cada vez que un desastre natural o cualquier otra circunstancia obliga a activar a los equipos internacionales de búsqueda y rescate caninos.