Tradicionalmente, las próximas semanas eran –y siguen siendo– un auténtico hervidero de actividad en el interior de la comarca de la Marina Baixa. Con Callosa d’En Sarrià como centro neurálgico, la recolección del níspero obliga a familias enteras a jornadas interminables de recolección de un fruto cuya cosecha, además de muy delicada, se debe de realizar en apenas un mes.
La poca rentabilidad de ese manjar amarillo, su extrema delicadeza –que ha provocado pérdidas de cosechas enteras a causa de inclemencias meteorológicas– y, sobre todo, la irrupción de un cultivo alternativo como el del aguacate, ha provocado que en los últimos años cada vez sean más los propietarios de terrenos que deciden arrancar sus nísperos y optar por el verde y rentable fruto tropical.
Vicente Ferrando, gerente de la empresa agrícola El Tossal de Polop de La Marina, ejemplifica de manera muy clara lo que está ocurriendo con esos dos cultivos. “En 2010 producíamos unos 30.000 kilos de aguacates y el pasado año llegamos al millón de kilos. Por el contrario, hace una década estábamos vendiendo cerca de los 22.000.000 de kilos de nísperos frente a los 12.000.000 de 2019”.
La juventud abandona el campo
Otro de los factores que ha empujado a muchos propietarios de terrenos a cambiar el níspero por el aguacate es la enorme diferencia de carga de trabajo que se produce entre uno y otro cultivo. “Hoy no quedan agricultores”, explica Ferrando. “Ya es todo gente mayor, de 60, 70 u 80 años que les ha dado la finca a los hijos. Estos ya trabajan en la notaria, en el banco, en el hotel… y no quieren el trabajo que da el níspero”.
El gerente de El Tossal aclara que “el níspero es una fruta de flor y da mucho trabajo manual. Poda, aclareo de flor, de sarmiento, del propio fruto, recolección, clasificación… es una barbaridad de trabajo. Una finca de 20.000 kilos, que viene a ser una hectárea, va a necesitar unos 60 céntimos por kilo, es decir, 12.000 euros que te tienes que gastar anticipadamente sin saber si lo vas a recuperar”. Frente a ello, “el aguacate no necesita mano de obra. Sólo da trabajo durante la recolección y ya está. Es un árbol al que no hay que hacerle nada”.
Actualmente la zona de Callosa produce un millón de kilos anuales de aguacate
Una fruta muy dura
Además, el aguacate es un producto mucho más resistente que el níspero y, por ello, una inversión más segura que éste. “Si se te cae un aguacate al suelo no tienes ningún problema. Si se te cae un níspero, lo tienes que tirar a la basura”, explica Ferrando.
En cualquier caso, no se debe pensar que esta moda del aguacate es algo llegado hace poco tiempo. “Hace ya 25 años ya había alguna finca dedicada al aguacate, pero como no había ningún ‘boom’ de consumo no salía rentable dedicarse a ello. Sin embargo, durante los últimos diez años ha aumentado la demanda y se ha plantado mucho. Se le ha dado mucha publicidad al propio aguacate y su consumo se ha disparado y, con él, el número de plantaciones”.
En ese tiempo, la producción del nuevo cultivo se ha disparado. “Ahora mismo”, explica Vicente Ferrando, “calculo que en la zona de Callosa podemos estar sobre el millón de kilos anuales. Es una subida espectacular respecto a 2010, cuando estábamos haciendo unos 30.000 kilos. Pero es que proyectamos que dentro de diez años podríamos estar en los ocho o diez millones de kilos”.
Las proyecciones estiman que en la próxima década la producción de aguacate se multiplicará por diez
Bajo riesgo económico
Cuando a cualquiera de nosotros se nos explicaba la ley de la oferta y la demanda en el colegio, siempre se dijo que, a mayor oferta, menor es el precio de un bien de consumo y viceversa. Pese a ello, Ferrando no cree que esas proyecciones que hablan de multiplicar por diez la oferta actual vayan a redundar negativamente en la rentabilidad de la actividad.
“Lo bueno que tiene el aguacate es que apenas tiene gasto”, explica. “Si yo tengo una finca, simplemente le pongo un riego de una hora diaria y el año que viene me produce aguacates. No hay más. Si no quiero hacer la hierba, no la hago. Si no quiero podar el árbol, no lo podo”.
Pero, “si además le damos algo de abono, lo cuidamos, lo podamos… saldrá un fruto de mayor calidad. Pero, al contrario que el níspero, no necesito gastarme por adelantado doce o quince mil euros antes de saber lo que voy a obtener”.
Sostenibilidad hídrica
El aguacate es un producto tropical, pero Ferrando niega que la llegada del mismo a la Marina Baixa tenga relación con el cambio climático. “No tiene nada que ver. Pero, cuidado, sí puede afectar de cara al futuro. No podemos negar la evidencia del camino que llevamos y hay que pensar que el aguacate es una plantación que necesita mucha agua. Por ello, debe plantarse en lugares donde tenga asegurado un caudal hídrico considerable. No se puede pensar que ahora tenemos agua y, por lo tanto, plantamos. ¿Qué pasará el año que viene? ¿Y el otro?”.
Otra de las grandes ventajas del aguacate frente al níspero es que “como hemos dicho antes, todo el mundo tiene ya sus trabajos. No quedan agricultores. Con el aguacate tienes cuatro meses para hacer la campaña de recogida. Con el níspero, sin embargo, tienes que hacerlo todo en 30 días y eso obliga a contratar gente. Al final, no merece la pena”.
La producción de níspero se ha reducido de 22 a 12 millones de kilos en la última década
Desaparición del níspero
Tan poco renta ya el níspero, que Ferrando no tiene duda de que “corre un grave riesgo de desaparecer de la zona”. La realidad, en ese sentido, es tan tozuda como matemática.
“En 2010 se hicieron unos 22 millones de kilos de níspero y el año pasado sólo unos 12 millones. Y, además, con problemas para venderlos. En 2008 cobrábamos el kilo a una media de 1,40 euros y el año pasado lo cobramos a una media de 80 céntimos. Mientras tanto, todo, desde la mano de obra, al agua o el abono es más caro. Pero a un consumidor hace 10 años un kilo le costaba cuatro euros y ahora le sigue constando cuatro euros”.