El confinamiento por la pandemia de Covid-19 que seguimos sufriendo en todo el mundo ha permitido que, aunque sea por un corto espacio de tiempo, el planeta respire, aliviado, libre de buena parte del impacto que la actividad humana ejerce sobre el ecosistema. Muchos han sido los ejemplos que los medios de comunicación han mostrado de animales salvajes campando a sus anchas por el centro de ciudades y pueblos, pero eso mismo ha estado sucediendo en otros parajes más alejados de la vista del ciudadano confinado.
Uno de esos rincones naturales que ha visto cómo sus moradores ancestrales han vuelto a hacer suyo el espacio ha sido la desembocadura del río Algar, donde la carraca (‘carraca coracias garrulus’), una especie en peligro de extinción a la que no se había visto nunca en este paraje, ha anidado en el mismo.
El de la carraca es sólo un ejemplo, quizás el más representativo, de cómo la naturaleza, desde el mismo momento en el que los seres humanos se lo hemos permitido, ha comenzado a recuperar lo que es suyo y que, si lo pensamos con detenimiento, debemos aprender a compartir con criterios de sostenibilidad y respeto.
Las aves eligen la zona del Algar porque encuentran todo el alimento que buscan
Zona de paso y anidamiento
Toni Zaragozí, del colectivo ecologista Xoriguer, explica que “de toda la avalancha de aves que hemos visto, algunas no se quedan en el Algar, pero sí pasan por esa especie de autopista que es ese corredor que ahora está verde. De ahí viene nuestra obsesión de que aquello se mantenga”.
Tal y como abunda el miembro de esta asociación ecologista con sede en La Vila Joiosa, “en la fase prenupcial las aves eligen la zona del Algar porque encuentran todo el alimento que ellas buscan. Algunas son insectívoras, mientras que otras son omnívoras y buscan peces pequeños, renacuajos, ranas… Usan todo el río como corredor, que es donde descansan y realizan sus ciclos vitales”.
«No es algo extraordinario, lo han hecho todos los años, pero ahora hemos sido más sensibles» T. Zaragozí
Precisamente, una de las fases de ese ciclo vital es la nidificación. “Algunas lo están haciendo”, explica Zaragozí. “No es algo extraordinario. Lo han hecho todos los años, pero en este periodo hemos sido más sensibles y todo el mundo ha intentado observar, como lo demuestra que 1.300 personas de toda España hayan participado en la campaña ‘Observa aves desde tu ventana’. Eso ha ayudado a que muchos descubriesen lo que otros ya sabíamos que estaba ahí”.
La carraca es un ave insectívora muy amenazada por los productos fitosanitarios
La carraca, un nuevo visitante
Uno de los motivos de mayor alegría y optimismo para Zaragozí es la aparición, por primera vez, de una especie a la que no se esperaba. “Este año nos ha visitado la carraca, que es una especie en peligro de extinción a causa del uso de insecticidas y demás productos fitosanitarios que no pueden ser usados en base a la actual regulación”, explica.
Gracias a la llegada de la carraca, los ecologistas han podido demostrar la importancia de una de sus reivindicaciones históricas. Desde Xoriguer explican que “cuando decimos que no queremos que se utilicen ciertos productos fitosanitarios no nos oponemos al control de plagas, pero sí a que se haga con productos que están prohibidos, pero que se siguen vendiendo”.
Un punto de encuentro
La desembocadura del río Algar se ha convertido en un gran punto de encuentro para los amantes de la naturaleza y en una oportunidad única para realizar labores de concienciación. “La zona del Algar tiene visitas organizadas por el Parque Natural. Hay una estación de avistamiento activa desde hace 25 años. Además, es un punto de encuentro de gente sensibilizada con las cuestiones medioambientales conocido dentro y fuera de la provincia. Nosotros queremos ponerlo en valor y que, si tiene que tener un cauce ecológico, que lo tenga”, asegura Zaragozí.
En ese mismo sentido, añade que “poner en valor un paraje como este significa dotarlo de ciertas infraestructuras. ¿Cuáles? Necesita erradicar plantas que no son del terreno y otras actividades que se podrían organizar, como visitas nocturnas para conocer las aves e insectos que tienen actividad en esas horas”.
Naturaleza más cercana
El área marítima del Parc Natural de la Serra Gelada también ha experimentado ese aumento en la actividad de sus habitantes. Así, ha sido común el avistamiento de delfines en zonas muy cercanas a la costa, así como la presencia de ballenas en aguas relativamente cercanas a tierra.
La explicación a esta actividad es, para Zaragozí, muy sencilla. “En la franja litoral estamos hacinados. Somos muchos habitantes por kilómetro cuadrado, pero si te vas un poco al interior, allí no te encuentras a casi nadie. Quiero decir que, si le dejamos un poco de tranquilidad al planeta, él responde y así lo hemos podido ver durante estos días”.
En definitiva, “tenemos que dejar que se acerquen a nosotros todos los seres vivos que están a nuestro alrededor. Creo que esta situación debería hacernos cambiar nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza”.
Reivindicación ecologista
El miembro de Xoriguer espera que todas estas circunstancias sirvan para que el ser humano modifique sus hábitos y respete un poco más a la naturaleza. “Ahora ya podemos ver cómo el aire está más limpio. Hay plancton aéreo, lo que permite a las aves comer mucho”, asegura.
Pero no sólo eso es importante ya que “además, tenemos un aire transparente y que se puede respirar. Nos tenemos que plantear otros medios de transporte que no contaminen. Los ayuntamientos deben favorecer otro tipo de movilidad como la bicicleta, y eso se consigue creando infraestructuras que permitan su uso”.
Para Zaragozí, la reivindicación es muy clara: “se tiene que escuchar a esa minoría que somos los ecologistas. Nunca lo han hecho, siempre nos han estado negando, pero ahora se demuestra que teníamos razón”.