Entrevista > Marga Luján / Presidenta de la Asociación Mujeres con Voz
Mujeres con Voz es una asociación sin ánimo de lucro, basada en el principio de igualdad para todos, que surge de la necesidad de seguir avanzando hacia una construcción de una sociedad libre de violencia de género y mujeres en riesgo de exclusión social.
Eso es, al menos, como se define en sus propios estatutos. Pero Mujeres con Voz es mucho más que eso. Es un grupo de mujeres, víctimas de la violencia de género, que ha decidido mirarle a los ojos al miedo y enfrentarse a él. Al frente, Marga Luján, su presidenta. Víctima, sí; pero también luchadora convencida de que, entre todos, algún día, acabaremos con el monstruo.
Ganar la batalla al monstruo
Permítame, lector, saltarme por una vez las ortodoxas reglas de la redacción periodística y darle unas instrucciones básicas antes de enfrentarse a esta dura charla con Marga Luján.
Imagine su mayor fobia, esa que le produce pesadillas aterradoras y que le hace despertarse sudado y sobresaltado en mitad de la noche. Ahora, visualícese encerrado, día tras día, en un espacio pequeño, con ese monstruo que le acecha en la oscuridad. Y, por último, hágase a la idea de que no tiene a nadie a quien acudir cuando el miedo se torna real y la pesadilla, como el dinosaurio de Augusto Monterroso, sigue ahí al despertar. Y ahora que estamos en ese mundo de tinieblas, por favor, lea con atención.
Le confieso que me aterra el que le haya costado tanto encontrar un hueco para atender mi llamada por las múltiples ocasiones que no ha podido hacerlo por estar acompañando a una mujer al juzgado, a un piso de acogida… ¿hay más violencia de género de la que percibimos?
Sí, bastante más. Te puedo decir que en los primeros seis meses de este año hemos duplicado el número de víctimas de todo el año pasado. Yo siempre hablo de datos de la comarca de la Marina Baixa, aunque es la tónica general.
¿Ese aumento tiene relación directa con el confinamiento?
En efecto. Han estado confinadas con su maltratador y nosotras hemos recibido en ese tiempo muchas llamadas, sobre todo de madrugada, porque su maltratador estaba ahí. Lo de la mascarilla-19, que están publicitando, el maltratador también lo sabe y la gran mayoría de las mujeres no las dejaban salir o él iba con ella a la compra.
En muchas de las ocasiones en las que nos han llamado, cuando nos hemos acercado y hemos querido llamar a la policía, no han querido por miedo. Durante el confinamiento he estado casi todos los días en el juzgado o en el cuartel atendiendo a víctimas.
Una época, además, en la que no debía resultar fácil poder salir para hacer su labor.
Yo he sido la única de la asociación que ha podido hacerlo porque no tenía personas de riesgo en mi casa. El resto de las compañeras, la que no tiene niños tiene personas mayores a su cargo.
«El principal problema durante el confinamiento es que no podíamos sacar a las mujeres de sus casas porque no teníamos donde llevarlas»
Más allá de esa circunstancia, ¿supuso el confinamiento una problemática mayor a la hora de realizar su labor?
El principal problema que nos surgió es que no podíamos sacar a las mujeres de sus casas porque no teníamos donde llevarlas. Las casas de acogidas estaban cerradas, no había hoteles abiertos y no había ningún sitio al que ir.
Imagino que, por fortuna, eso se ha solucionado ya.
Ahora tenemos un piso de emergencia al que acudir hasta que las administraciones puedan realizar todas sus gestiones. Con eso, nos quedamos un poco más tranquilas.
Creo que la palabra clave de todo este asunto, y usted la ha utilizado ya, es ‘miedo’. ¿Tiene el sistema recursos y agilidad suficientes para que, si una mujer llama ahora, se la pueda separar de su maltratador de forma inmediata?
Eso no funciona así. Efectivamente, hay una red muy amplia para darle todos esos recursos a las víctimas, pero está tan masificado que realmente las administraciones no dan abasto.
Ustedes son parte de esa amplia red, ¿qué es lo primero que hacen cuando una mujer se decide a dar el paso de denunciar a su maltratador?
Lo primero es dejarla descansar 24 horas. Yo me pongo en contacto con ella al día siguiente y la trasladamos al juzgado. Sobre todo, en la primera visita. Luego, poco a poco, vamos dejando que ellas vayan volando solas. El problema es que, hasta que gestionan las ayudas, pasa mínimo un mes. La burocracia nos mata. Es demasiado lenta.
«Hasta hace poco la sociedad pensaba que el maltratador es el típico borracho o drogadicto, pero eso no es así»
¿Cuál es el perfil de un maltratador? Habiendo tantos casos como me comenta, me cuesta creer que todos respondan a ese estereotipo que el imaginario colectivo tiene en la cabeza.
Así es. El problema es que hasta hace poco la sociedad pensaba que el maltratador es el típico borracho o drogadicto que cuando va a su casa está hasta arriba y se pone a pegar a la mujer o a violarla. Eso no es así. Ahora son, como se suele decir, de guante blanco. Son personas muy normales que nos van quintando la autoestima y nos meten el miedo en el cuerpo.
¿Cómo es ese proceso?
Te chantajean con los hijos o te dicen que dónde vas a ir. Ellos ya se han encargado de separarnos de las familias y las amistades. Cuando vamos a denunciar, ya no tenemos ninguna red. En mi caso no fue así porque mi familia siempre me ha apoyado, pero las familias de la gran mayoría de las mujeres no saben absolutamente nada.
¿Cómo le explicaría todo esto a aquellos que siguen manteniendo que alguien que soporta maltratos durante un tiempo muy prolongado no estará sufriendo algo tan duro?
El problema es que creemos que el maltrato siempre es físico, pero ese tipo de maltrato llega cuando tú le dices no a él. O le llevas la contraria. O has limpiado algo que a él no le ha gustado. O te has puesto una ropa que no le ha gustado. Pero el maltrato psicológico viene de muchos años antes. Fíjate: el promedio para que una mujer denuncie es de siete años.
Son siete años en los que está soportando maltrato psicológico, sexual, económico y social. Cuando vamos con las nuevas víctimas a denunciar siempre les decimos que no cuenten solo la paliza de la noche anterior, sino que hay que hacer una cronología. No sólo se debe denunciar el hecho del día anterior, sino todo lo que te ha venido haciendo.
¿Cómo funciona la mente de ese maltratador de guante blanco como lo ha definido antes?
Por lo general, son personas normales en la calle, pero en su casa son personas completamente diferentes. Son muy sutiles. En los cuatro años de existencia de Mujeres con Voz hemos acompañado a un montón de mujeres y siempre son los mismos insultos. Yo siempre digo que parece que han ido al mismo colegio.
¿De toda condición social?
Sí. Hay desde drogodependientes hasta gente con carrera… abogados, médicos, etc. El perfil del maltratador hoy en día puede ser una persona súper culta, con mucha educación. Manejan a las mujeres como quieren. Consiguen atemorizarlas tanto, que les aterroriza dar el paso.
¿Cómo es posible que, con la visibilidad que existe hoy en día sobre esta problemática, las cifras sigan aumentando de esta manera?
Vamos a ver. Si voy al juzgado y me meten un año de pena y en lugar de ir a la cárcel terminan haciendo horas de trabajos en beneficio de la comunidad, ¿quién tiene que seguir escondida? La mujer. ¿Quién sigue viviendo con miedo? La mujer. Al final, seguimos siendo víctimas.
Ergo, habría que endurecer la ley contra la violencia de género.
Creo que sí. Creo que los maltratadores deben entrar en prisión. Incluso, en los casos de maltrato psicológico o económico. Del hematoma te puedes recuperar más o menos rápido, pero para que una mujer se restablezca del maltrato psicológico deben pasar, al menos, dos años. No es tan fácil.
No puedo evitar preguntarle: ¿cómo les hace sentir el discurso de cierto sector político que afirma que hay que derogar la ley contra la violencia de género?
¡Vamos a ver! Si ningún maltratador entra a la cárcel salvo que sea un intento de asesinato o algo muy gordo y muy visible. ¿Qué me están contando esos señores? ¿Que yo me lo puedo estar inventando? Que miren las estadísticas, que no las hacemos nosotras sino la propia administración. Las denuncias falsas son un 0,01%.
Lo que ocurre es que si no tienes suficientes pruebas, el maltratador sale absuelto y lo que hacen es contabilizar esas denuncias como denuncias falsas. Eso no quiere decir que no sea un maltratador, sino que no hay pruebas suficientes para condenarlo.
«Siempre decimos que hay que ir con el teléfono en la mano, grabar y guardar todos los audios para tener pruebas en el juzgado»
Y conseguir pruebas, sobre todo cuando el maltrato no es físico, no debe ser algo sencillo.
Nosotras siempre decimos que hay que ir con el teléfono en la mano. Que hay que grabar y guardar todos los audios para poder tener pruebas en el juzgado.
Siempre me ha llamado la atención que las campañas de educación están muy dirigidas a las niñas y jóvenes y que el mensaje suele ser que eviten las situaciones de riesgo. Sin embargo, como padre de un varón yo mismo, me sorprende que no existan programas dirigidos a los niños. ¿Cree que esto es correcto?
Las campañas publicitarias que se hacen, efectivamente, se dirigen a las mujeres. Pero las mujeres no tenemos la culpa. Lo que hay que hacer es educar a los niños en que las mujeres son iguales que ellos y no tienen que pegar, violar o insultar a nadie. El problema es que las campañas están mal hechas.
«Cuando voy a los institutos yo cuento mi historia y los chavales se echan las manos a la cabeza»
Ustedes dan charlas en institutos. ¿Cómo reciben su mensaje?
Yo cuento mi historia y los chavales se echan las manos a la cabeza. Pero tengo que decir que las mujeres a las que atendemos últimamente son súper jóvenes. Y hemos estado en algunos institutos en los que hemos detectado víctimas de violencia de género con 16 o 17 años.
«Hemos estado en algunos institutos en los que hemos detectado víctimas de violencia de género con 16 o 17 años»
Ahora mismo no hay término medio. Están las víctimas y las feministas-hembristas o como las quieras llamar.
«Las hembristas nos perjudican más de lo que nos benefician en nuestra lucha por la igualdad»
Ese feminismo al que usted ha hecho referencia y que algunos llaman feminismo radical, ¿ayuda en su lucha contra la violencia de género?
El feminismo nunca es radical. El feminismo es un movimiento que busca la igualdad, que es lo que nosotros buscamos. Ese feminismo radical del que la gente habla y que algunos llaman ‘feminazis’ es el hembrismo. Son mujeres que se creen superiores a los hombres.
Es el mismo problema contra el que ustedes luchan.
Eso es. El problema es que, de alguna manera, se han ido colando dentro de algunos grupos feministas y nos hacen más daño que beneficio. Echan gasolina al fuego porque yo no quiero ser superior a un hombre. Yo quiero que todos seamos iguales.
¿Cree que, como sociedad, le estamos ganando la batalla al monstruo?
Nos queda mucho camino por recorrer. Damos pasos muy pequeños. Debemos tener todos muy claro que esto no es una lucha de hombres contra mujeres o viceversa. Esto es una pelea de toda una sociedad contra asesinos y torturadores. Todos juntos, no sé cuándo, vamos a ganar esa batalla. Seguro que sí.