Nacho Guerreros / Actor
Nacho Guerreros (Calahorra -La Rioja-, 5 de diciembre de 1970) lleva más de una década colándose en las casas de millones de españoles enfundado en la piel de ‘Coque’, el atolondrado conserje de Mirador de Montepinar, ese edificio habitado por una cohorte de personajes disfuncionales que han convertido la serie ‘Aquí no hay quien viva’ en uno de los grandes éxitos de la ficción televisiva española de los últimos años.
El próximo 21 de noviembre, “si no sucede nada extraño y no se nos cae la función como ya ha sucedido en otros sitios”, visitará el Palau de Altea con ‘Juguetes rotos’, la obra de teatro por la que el pasado año recibió el premio al mejor actor de la Unión de Actores, un galardón para el que ya estuvo nominado en 2005 por ‘Bent’, la obra que le cambió la vida.
Nació usted en Calahorra y de allí marchó a Euskadi antes de trasladarse a Madrid, ciudad a la que parece imprescindible emigrar para labrarse un futuro como actor. ¿Cómo fue aquel viaje iniciático?
Yo me marché al País Vasco a estudiar el bachillerato porque era un requisito para entrar en la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid. Había sufrido un episodio de ‘bullying’ en el Instituto de FP de Calahorra y ese fue uno de los motivos por los que me marché a Vitoria, donde también pude hacer mis primeros pinitos en una escuela de expresión corporal. ¡Era jovencísimo, tenía 15 o 16 años! Luego ya me vine a Madrid con el objetivo de devenir en lo que me he convertido: un actor.
«Yo empecé a vivir de mi profesión cuando tenía 34 años. Antes me había dedicado a todo lo que te puedas imaginar»
¿Fueron unos inicios complicados?
Mucho. Llegas a una ciudad que no conoces y te metes en un mundo que no conoces. Pese a todo y a pesar de los ‘barrigazos’ que tuve que dar de un sitio a otro, lo volvería a hacer. Yo empecé a vivir de mi profesión cuando tenía 34 años y ahora tengo 49. Antes me había dedicado a todo lo que te puedas imaginar compaginándolo con alguna obra de teatro o algún episodio de televisión que me iba saliendo. Por todo ello, siempre digo que nunca es tarde. Hay que perseguir tus objetivos hasta el final.
Aquel episodio de ‘bullying’ que ha comentado le sirvió, hace tres años, para lanzarse al mundo literario.
Efectivamente. Escribí un libro junto a la periodista, íntima amiga mía, Sara Brun. Con él recorrimos varios institutos. Todos los beneficios de este libro que me correspondían a mi fueron a parar a la Asociación ANAR. La intención de ese libro, para mi, nunca fue ganar dinero sino concienciar de que algo estamos haciendo mal los adultos para que en el colegio se produzcan este tipo de incidentes. Afortunadamente, lo mío sólo fue durante un curso escolar, pero hay personas que lo viven desde los cuatro años hasta que salen del centro. Eso es lo verdaderamente terrible.
«Tuve la suerte de poder participar en la terapia de un niño de ocho años que, desde los cuatro, estaba sufriendo ‘bullying’»
Habrá conocido casos tremendos.
Tuve la suerte de poder participar en la terapia de un niño de ocho años que, desde los cuatro, la mitad de su vida, estaba sufriendo ‘bullying’. El niño es como una planta, si tú en casa no le pones un palito para que crezca recto, puede crecer hacia los lados. Eso es lo que ha pasado en estos casos. En España tenemos una cifra bastante elevada de acoso escolar. Uno de cada cuatro adolescentes lo sufre en el colegio o en el Instituto.
En 2005 estuvo nominado a mejor actor en los Premios de la Unión de Actores por su papel en ‘Bent’ y en 2019 lo ganó por su rol en ‘Juguetes Rotos’. En ambos casos, con historias que narran problemáticas sobre la no aceptación de sus protagonistas por distintos motivos. ¿Ha tenido algo que ver su experiencia vital en esas elecciones?
No, todo ha sido fruto de la casualidad. Cuando ‘Bent’ llegó a mis manos estaba algo desengañado y desvinculado de la profesión. No tiré la toalla, pero estaba algo apartado. Leí la función y me pareció muy interesante y la pusimos en marcha con producción argentina porque nadie confiaba en ello.
Fue un éxito y gracias a esta función pude entrar en ‘Aquí no hay quien viva’, una serie que, junto a ‘La que se avecina’, me cambió la vida.
Desembarcó en 2005 en aquella serie. Supongo que ese año no lo olvidará jamás.
Exacto. Esa obra de teatro la considero un pilar fundamental en mi carrera porque es la que me dio paso a una serie que todo el mundo, en mayor o menos medida, ha visto alguna vez. No sólo en España, sino también en otros muchos países del mundo.
«Yo mismo me he encargado de que otras personas, dentro de la profesión, no me encasillen»
A un actor, cuando se le identifica tantísimo con un personaje concreto como es su caso, puede chocar verle en otro registro. ¿Coque ha sido, en ese sentido, una cárcel, por muy dorada que pudiera ser, para usted?
No, todo lo contrario. Coque y ‘La que se avecina’ me han dado los mejores años de mi vida profesional. Gracias a él he podido pagar mi hipoteca y montar mi propia productora, que nos ha permitido producir otras cosas.
Sí que es verdad que ‘Juguetes rotos’, si no la hubiese producido nuestra productora, no me hubieran tenido en cuenta para ese personaje. Yo mismo he intentado que otras personas, dentro de la profesión, no me encasillen.
La de actor es, por lo tanto, una profesión que nunca deja de ser complicada, ni cuando llega el éxito.
Así es. Es un mundo en el que hace falta mantener los pies en el suelo y trabajar muchísimo. Si no, es difícil mantenerte. Me considero un tipo con los pies en el suelo y la cabeza bien amueblada.
¿Ha ayudado a ello que el éxito le llegase tardío?
Bueno… hay de todo. Muchas veces decimos que cuando el éxito te llega siendo joven, pierdes la cabeza; pero hay gente que triunfa con 40 años y también la pierde. Creo que es cuestión de cómo te han educado en casa y mis padres lo hicieron muy bien.
Yo siempre tuve la convicción de que esta profesión era muy complicada y que había que trabajar duro. Yo llegué a pensar que no servía y que ya no tendría más oportunidades, pero entonces llegó ‘Bent’ y todo cambió.