Los cuarenta años de aislamiento prácticamente total que vivió España entre 1936 y 1975 coincidieron, en gran parte, con la explosión mundial de lo que ahora conocemos como cultura pop, un movimiento tan amplio y ecléctico que vio aparecer fenómenos como el rock&roll, que a su vez derivaba de otros ritmos folclóricos como el R&B, el blues, el country, el doo wop o incluso el jazz, quizás el primer eslabón del punto de unión de todo ese movimiento con la música más clásica.
El auge de la cultura pop internacional no se limitó a la música. Sencillamente, como defendieron autores como Mijaíl Bajtín, es un movimiento que se origina como respuesta rupturista y contestataria hacia el orden establecido. Una cultura oficial que hundía sus raíces en el periodo previo a las dos grandes guerras y que, tras el hiato al que las contiendas mundiales sumieron al mundo, ya no sabía ni podía dar respuesta a las inquietudes de las nuevas generaciones.
Música, sí; pero también pintura, teatro, cine, danza… ningún movimiento artístico escapó de su influencia. Además, la aparición de nuevas tecnologías como la televisión, e inventos como los ‘walkman’, ayudaron a poner estas expresiones artísticas, muchas veces de marcado carácter ‘underground’, al alcance de todos.
Los diseñadores benidormenses, influidos por la llegada del turismo en los 60, se adelantaron al resto de creadores del país
‘Spain is different’
Como decíamos, aquel paréntesis de 40 años en blanco y negro supuso que España siguiera sumida en su endogamia cultural de forma mucho más profunda de lo sanamente deseable. En un burdo intento de proteger la ‘reserva moral de Europa’ de la inevitable influencia del turismo que, desde los años 60, invadía las costas españolas, Manuel Fraga, ministro de Turismo entonces, se sacó de la manga el imborrable ‘Spain is different’; un eslogan que, precisamente, sacaba partido de la fama de España, más allá de los Pirineos, de país aislado y de costumbres bárbaras.
Un mensaje que servía para promocionar el país de cara al exterior, sí; pero también tenía una importante carga reivindicativa interna. Una coletilla que, incluso hoy en día, sirve de excusa para justificar cualquier diferencia indefendible entre lo más autóctono y las influencias que llegan de fuera con ese tipiquísimo –y tan rancio– «puede que tengan razón, pero ya sabes… ‘spain is different’».
Sin embargo, como bien sabemos en las zonas costeras y que antes y con más devoción se abrieron al turismo, como ha ocurrido con todas las invasiones que en el mundo han sido (desde las relativamente pacíficas de los griegos hasta las racistas de la época colonial), las influencias entre invasores e invadidos no son unidireccionales sino, al contrario, enriquecen a los dos extremos de ese segmento. Y la invasión turística del Mediterráneo no iba a ser distinta.
Los trabajos de digitalización del Archivo Municipal se llevan realizando desde 2019
Benidorm, la apertura
Por ello, Benidorm –con todas las comillas que imponían tradición, mentalidad y, sobre todo, censura– puede ser un gran ejemplo de cómo, contrariamente a lo que nos quisieron vender durante demasiados años los elementos más reaccionarios de la dictadura, la genética española no nos hacía inmunes a lo bueno y lo malo que la cultura pop nos podía entregar y, por lo tanto, resulta interesantísimo contemplar la evolución de algunos de los documentos y legajos que ahora se han digitalizado y puesto a disposición de todo el mundo a través de la web municipal.
Efectivamente, Benidorm ha procedido, desde 2019, a un laborioso proceso de digitalización de todo su fondo documental que ahora ha comenzado a hacer público, de forma completamente gratuita, a través de la página web de la ciudad, en un trabajo capitaneado desde el Archivo Municipal.
Lo publicado es sólo una porción de los 5.000 documentos digitalizados hasta el momento
Se trata de una selección de los fondos documentales más relevantes para el conocimiento y consulta por parte de la ciudadanía. Una tarea de publicación que da continuidad a la digitalización de más de 5.000 documentos, legajos y folletos turísticos con la que además de garantizar su catalogación y conservación.
Adelantados a su tiempo
Como se indicaba, muchos de los documentos ahora hechos públicos tienen una profunda relación con la promoción turística y, por lo tanto, son testigos mudos de cómo esa cultura pop que triunfaba a nivel internacional iba calando en los creadores locales. Una circunstancia que les hizo ir muy por delante de sus homólogos en otros municipios; una delantera que no han perdido desde entonces y cuyo último gran exponente fue, hasta su prematura muerte en 2018, el añorado Alejandro Guijarro.
Pero para entender mucho mejor ese proceso y el camino andado, es bueno echar la vista todavía más atrás y conocer de dónde se viene. Así, esta labor de digitalización y posterior puesta a disposición de la ciudadanía ha incluido, tal y como explica Ana Pellicer, concejal de Patrimonio Histórico, “libros de nuestras Fiestas Mayores Patronales de los años 40 y 50 que conservamos, así como los números del Boletín Municipal de la Villa editados entre 1959 y 1961 y el Libro de Actas municipal de 1732”.
También se puede hojear virtualmente la Revista de la Virgen del Sufragio editada en 1929 y 1930 y la edición facsímil de la Carta de Poblament de Benidorm, publicada por el Ayuntamiento de Benidorm en 1988, con traducción al castellano y amplio estudio preliminar de Rafael Alemany Ferrer, María Luísa Cabanes Catalá, Antonio Couto de Granja y José Hinojosa Montalvo.
Una colección digital que pronto incluirá también, como adelanta Pellicer, “el resto de fondos disponibles de estos apartados, y los 39 carteles que conforman la colección del Festival de la Canción y que ilustran la historia de un evento que tuvo un gran repercusión musical y turística”.