Resulta difícil para aquellos que, afortunadamente, nunca hemos vivido una guerra llegar a imaginarse el ambiente de miedo que se debía respirar en la España guerracivilista. Cualquier día podía ser el último. Cualquiera podía ser considerado enemigo. No cuesta entender pues que muchas personas solo vieran esperanza en marcharse lo antes posible de nuestras fronteras.
Alicante fue uno de los principales puertos de escape durante los primeros meses de la guerra. Aquí arribaron barcos argentinos, alemanes, franceses, británicos, etc. supuestamente para llevarse a personas de estos países que residían en España. Sin embargo, muchos españoles también se colaron en estas embarcaciones para escapar de los horrores de la guerra y la represión política. Hoy vamos a contar la historia de tres de ellos especialmente famosos.
Ricardo Zamora se fue desde Alicante hasta Francia con un pasaporte argentino
Ricardo Zamora
En el verano de 1936 la vida marchaba como la seda para ‘El Divino’. Acababa de ganar la Copa del Presidente de la República (actualmente llamada Copa del Rey) con el Madrid y estaba considerado como el mejor portero de su tiempo. Algunos dicen incluso que fue el primer futbolista español que desarrolló un auténtico ‘fenómeno fan’ alrededor de su persona.
Sin embargo la guerra lo cambió todo para Ricardo Zamora. Sus habituales colaboraciones periodísticas con un diario católico, le valieron para ser considerado como un derechista por las autoridades republicanas. Después de pasar algunas semanas escondido, acabó siendo detenido y llevado a la cárcel de Madrid. Estuvo a punto de ser fusilado.
Apareció entonces su ángel de la guarda, encarnado en la figura de un diplomático de Argentina gran amante del fútbol que intercedió por Zamora y logró su excarcelación. Así mismo le concedió un viaducto de refugiado argentino, por el cual pudo escapar a principios de 1937 a bordo del torpedero Tucumán que partió desde Alicante hasta Niza. El mítico cancerbero catalán pasó el resto de la guerra en Francia.
Serrano Súñer escapó de la cárcel disfrazado de mujer y luego tomó un barco en el Puerto
Serrano Súñer
Quizás el nombre de Ramón Serrano Súñer no suene a muchas personas. De hecho cuando estalló la Guerra Civil no era más que un diputado raso de la CEDA (el principal partido de derechas durante la Segunda República). Pero su identidad fue adquiriendo cada vez más importancia con el transcurso de la guerra, pues estamos hablando nada más y nada menos que del cuñado de Francisco Franco.
Al igual que Zamora, el ‘cuñadísimo’ fue encarcelado en Madrid y estuvo cerca de ser fusilado en varias ocasiones. Por una úlcera gástrica (quien sabe si real o fingida) fue trasladado a una clínica médica. Aprovechó el traslado para escaparse disfrazado de mujer, hasta llegar a la embajada de Holanda donde recibió asilo político.
El embajador holandés, amigo personal suyo, le consiguió un falso carnet de militar republicano para que pudiera trasladarse a Alicante. Aquí pudo meterse a bordo del Tucumán (en otro viaje distinto al de Zamora) y partir hasta Francia. Una vez llegado al país galo no tardó demasiado en volver a cruzar la frontera española por la zona sublevada, donde su cuñado le esperaba con los bracos abiertos (y con un buen cargo político). No en vano Serrano Súñer acabaría siendo uno de los políticos más importantes de la Dictadura Franquista.
Clara Campoamor partió en un barco alemán donde la amenazaron con tirarla por la borda
Clara Campoamor
Las guerras también suelen traer el absurdo de convertir a héroes en villanos. Sino que se lo digan a Clara Campoamor, todo un símbolo de la Segunda República que repentinamente se vio amenazada por los propios republicanos.
¿Su pecado mortal? Haber luchado por conseguir el sufragio femenino. Muchos izquierdistas consideraban que otorgar a las mujeres el derecho a votar había sido la principal causa del triunfo electoral de la derecha en 1933. Así pues quien probablemente haya sido la mayor feminista de la historia de España, tuvo que escapar del país.
Junto con su madre y su sobrina, Clara huye a Alicante en otoño del 36. Sin contactos en la cúspide de ningún país extranjero, solo consiguieron meterse de tapadillo a bordo de un barco alemán con dirección a Italia. Aquí iban varios falangistas que cuando descubrieron su identidad la amenazaron con tirarla por la borda.
Afortunadamente la exdiputada española llegó a Génova sana y salva, aunque fue detenida de inmediato por las autoridades del régimen de Benito Mussolini. Un tiempo después acabaría siendo deportada a Suiza, donde fijó su residencia para el resto de su vida.
Los otros miles de escapados
En los primeros meses de la Guerra Civil se calcula que entre 1.500 y 2.000 refugiados abandonaron España desde el puerto de Alicante. Los dos barcos que más personas acogieron fueron el torpedero Tucumán y el crucero 25 de Mayo, ambos procedentes de Argentina. Estas dos embarcaciones llegaron a pasarse hasta un total de 15 veces por nuestra ciudad para cargar pasajeros.
Alicante vivió una nueva llegada masiva de refugiados a principios de 1939. En este caso no huían precisamente del Terror Rojo, sino más bien eran republicanos que veían ya la guerra perdida y trataban de escapar de la represión franquista. Más de 2.000 de ellos pudieron embarcar in extremis en el famoso barco británico Stanbrook, tan solo dos días antes de que las tropas sublevadas tomaran la ciudad alicantina.