Si hay una imagen que simboliza un verano en la Costa Blanca, más allá de los archiconocidos rascacielos de Benidorm, esa es, sin duda alguna, la que recorta el casco viejo de Altea sobre el Mediterráneo.
Con la cúpula azul de la iglesia coronando la postal, son miles los turistas y visitantes los que han inmortalizado, desde una mayor o menor distancia, esa imagen idílica de villa mediterránea. De un punto donde el tiempo se detuvo en algún momento previo a la explosión desaforada de la avaricia urbanística.
Herencia marinera
Una realidad que, al acercar el foco a sus calles, muchas de ellas todavía empedradas, no defrauda. Altea no es, si se nos permite la comparación, el escenario de un ‘spaghetti western’ almeriense en el que, tras las fachadas de cartón piedra de los que en cualquier momento parece que vaya a emerger un Clint Eastwood rejuvenecido, apenas existe la nada.
La Villa Blanca, al contrario, gana enteros según el zoom de esa cámara imaginaria se va adentrando en sus callejuelas. Para conseguirlo, han tenido que irse dando, a lo largo de los años, un cúmulo de factores hasta desembocar en la realidad actual: un municipio que puede seguir presumiendo de su herencia marinera y mediterránea sin haber renunciado al desarrollo de una potente industria turística que, sin ir más lejos, evidenció su buen músculo el pasado verano, marcado por unas más que aceptables cifras de negocio pese a todo lo sucedido.
Camino ya iniciado
Este tipo de legado que bordea entre lo material y lo inmaterial nunca está exento de ser puesto en peligro por nuevos modelos de desarrollo turístico y urbanístico, pero, por fortuna, la cada vez mayor concienciación social respecto de la importancia de conservar y mantener no sólo costumbres y paisajes, sino también el propio entorno, parece que juega cada vez más a favor de villas como Altea.
Por ello, las nuevas corrientes de movilidad sostenible que se están expandiendo como una enorme mancha de aceite (en este caso, benigna) a lo largo y ancho de todo el planeta, no han supuesto más que un motivo más para redoblar la apuesta de la Villa Blanca por ese carácter que la diferencia del resto de destinos costeros de la comarca de la Marina Baixa.
En ese sentido, Altea no está siendo distinto al resto de urbes del planeta y mira ya hacia las próximas décadas estudiando qué pasos debe adoptar para adaptarse a las nuevas soluciones de movilidad, un paradigma en el que, al menos a día de hoy, parece que el vehículo privado tiene todas las de perder en favor de otros medios de transporte más sostenibles y amigables tanto con el medio ambiente como con las propias personas.
Se busca crear un documento de planificación para los próximos años y promover nuevos modos de transporte para alteanos y visitantes
Un objetivo común
Así, con el objetivo de fomentar y promover la movilidad sostenible, saludable, segura y eficiente de residentes y visitantes, Altea ponía en marcha el pasado mes de diciembre la elaboración de una herramienta de planificación referencia para los dos grandes caballos de batalla de ese nuevo modelo de movilidad: las bicicletas y los Vehículos de Movilidad Personal (VMP).
Tras esa primera fase en la que la ciudad estudió su realidad y cuál podía ser su punto de partida en el desarrollo de su estrategia futura, ha llegado ahora el momento de arrancar la fundamental segunda fase de ese proyecto: contar con la opinión de los alteanos. Efectivamente, pese a que la dirección de este cambio mundial parece inevitable, las implicaciones en el día a día de cada municipio son tan grandes que es inviable afrontar una transformación de este tipo sin conocer a fondo la opinión de aquellos que deben ser protagonistas del cambio.
El objetivo de este nuevo paso en el camino, tal y como explican desde el área de Urbanismo y Medio Ambiente del consistorio alteano, “es crear un documento de planificación para los próximos años y promover estos modos de transporte entre las personas de Altea y las que nos visitan, favoreciendo así la sostenibilidad, la salud, la seguridad vial, la economía y el empleo entre otros factores”.
Los nuevos modelos de movilidad crearán nuevas necesidades a ser cubiertas, lo que, a su vez, se transformará en oportunidades de desarrollo económico
Fomento de la peatonalización
En definitiva, tal y como se insiste desde el consistorio, se trata de propiciar el mayor consenso posible en un proceso que no sólo va a cambiar la manera en la que los alteanos se van a poder desplazar por el interior del municipio, sino que, como ya sucediera en épocas anteriores, los nuevos modelos de movilidad crearán nuevas necesidades a ser cubiertas, lo que a su vez se transformará en oportunidades de desarrollo económico.
El plan busca favorecer una movilidad más respetuosa con el medio ambiente fomentando el uso peatonal y de vehículos sostenibles
Por ello el edil del área insiste en que “la participación de la gente es la mejor forma de que desde el equipo de gobierno seamos permeables y conozcamos el sentir y las necesidades ciudadanas”, destacando que este nuevo Plan Director Bicicleta y VMP tiene, a largo plazo, el objetivo de “favorecer e incentivar una movilidad más respetuosa con el medio ambiente fomentando el uso peatonal y de vehículos sostenibles como las bicicletas y patinetes eléctricos”.