Durante las últimas décadas, pero muy especialmente desde la gran crisis, nunca superada del todo, que nos llevó de los 2000 a los 2010, el modelo de negocio de la banca ha mutado para siempre.
Para la mayoría, el efecto directo de este cambio se ha traducido en una cada vez menor frecuencia en la visita a la cada día más mermada red de oficinas y, también, en la paulatina complicación de la yincana diaria de encontrar un cajero que no sonría como los hermanos Dalton al presentarnos la factura de la comisión de servicio por retirar dinero.
Cambios profundos
Eso, claro, para el común de los mortales. Para el propio negocio de la banca los cambios han sido mucho más profundos y radicales. Fusiones, ajustes de plantilla, diversificación de productos… todo sirve -y seguirá sirviendo- para cuadrar los multimillonarios números del sector.
El BBVA, segundo banco más grande de España por activos, es uno de los actores principales de todo ese baile macro y microeconómico del que hablábamos, pero l’Alfàs del Pi es, además, un ejemplo del efecto que las decisiones que se toman en la planta noble de una entidad pueden tener sobre la vida diaria de todo un municipio e, incluso, sobre su trama urbana.
El actual edificio será completamente demolido dando paso a una apuesta estéticamente más acorde con el entorno
Fin al proceso de marchitación
En pleno corazón de l’Albir, ocupando una gigantesca y privilegiada parcela, se erigió uno de los complejos turísticos referentes de la zona, la antigua residencia de trabajadores del BBVA, un paraíso de más de 30.000 metros cuadrados que, tras años de representar el tipo de turismo de calidad y alto poder adquisitivo que siempre ha caracterizado la zona costera de l’Alfàs, fue perdiendo brillo y marchitándose ante la más o menos desinteresada mirada de vecinos, usuarios y, sobre todo, propietarios.
Así, llegó el momento en el que el BBVA decidió echar el cierre. Pero como siempre sucede con este tipo de moles, el mayor problema llega cuando el último en salir gira la llave. Dentro, salvo por cuestiones de fuerza mayor, el mantenimiento brilla por su ausencia; pero las cosas no desaparecen como por arte de magia. El edificio, sus jardines y todas las instalaciones siguen ahí, deteriorándose y convirtiéndose, más pronto que tarde, en un foco de graves problemas para todos.
Por ello, durante los últimos años no han sido pocos los que han mirado hacia esa inmensa bolsa de suelo preguntándose cómo, cuándo y quién se haría cargo de revitalizar la que, posiblemente, sea la mejor parcela turística por ubicación, servicios y encanto de todo l’Albir. Una pregunta que, al fin, ha recibido respuesta y, sobre todo, un nudo gordiano que ya ha comenzado a deshacerse.
La última fase del nuevo proyecto contempla la creación de un hotel que aportará un nuevo impulso económico a la zona
Impulso hotelero
Tal y como ha explicado el concejal de Urbanismo de l’Alfàs del Pi, Toni Such, los nuevos propietarios de la parcela ya han presentado un proyecto para alzar en la misma un complejo que, entre otras infraestructuras, acogerá más de 200 apartamentos de nueva construcción. Una de las buenas noticias en ese sentido es que, en principio, el proyecto contempla la desaparición de la actual torre, absolutamente fuera, por altura, del ordenamiento urbanístico general de l’Albir.
Así, el nuevo proyecto contempla la creación de bloques de no más de tres alturas, mucho más en consonancia con toda la zona. También Such ha revelado que el proyecto de los nuevos propietarios servirá, en una última fase, para poner en marcha un nuevo hotel en l’Albir, algo que se ve con muy buenos ojos, sobre todo por lo que implica en cuanto al impulso de la economía turística del municipio y la creación de empleo.
Este anuncio supone el punto y final a un modelo de turismo que marcó toda una época en l’Albir
Efecto sobre el casco urbano
Falta por ver qué efectos tendrá este nuevo proyecto en las inmediaciones de esta inmensa y céntrica parcela, cosa que, dada sus especiales circunstancias, no es cuestión baladí.
La antigua residencia de trabajadores del BBVA, más allá de su desacertada apuesta estética, supone una especie de ‘frontera’ entre el área de casas unifamiliares que lindan con el Parc Natural de la Serra Gelada, la gran joya de la corona alfasina, y el casco urbano de l’Albir entendido como la extensión del mismo que se ha venido desarrollando durante los últimos años y que conecta con la playa.
Por ello, se ha convertido en una zona especialmente transitada por vecinos y turistas y en un quebradero de cabeza, según se ha ido deteriorando la propiedad, para las autoridades municipales que, sin poder actuar en el interior, se han tenido que limitar a ir parcheando todos los problemas de salubridad que afectaban a la zona pública colindante con el área.
Por ello, y sobre todo después de que un anterior y fallido proyecto llegara a plantear la creación de zonas verdes en el área, una de las principales cuestiones que ahora mismo ocupará a todos los alfasinos, y especialmente a los residentes de l’Albir, será comprobar qué efecto tiene, finalmente, la renovación de la zona en el entramado urbano de la zona costera municipal.