Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC) recomendaron mejorar el ajuste de las mascarillas para que estas filtren mejor y reducir aún más el riesgo de contagio. Para ello, sugieren sistemas como el uso de nudos o, incluso, de una mascarilla de tela sobre la quirúrgica. La alternativa es emplear una sola mascarilla de alta protección, del tipo N95, pero el objetivo es el mismo: asegurarnos de que no quedan huecos laterales. Esta recomendación de los CDC es una medida interesante a la hora de mejorar las capacidades de ciertas mascarillas que no tienen los niveles de protección que demandan algunas situaciones de riesgo.
Tras la incertidumbre inicial en el comienzo de la pandemia y la ausencia de mascarillas en el mercado, la recomendación fue la de prevenir el contagio manteniendo una distancia de seguridad prudencial para prevenir la trasmisión. A las pocas semanas se constató la necesidad de llevar mascarillas para prevenir la trasmisión en lugares de riesgo. En la medida que las normas exigían la obligatoriedad de llevar mascarilla en cualquier lugar público, el uso de mascarilla se generalizó. Esto también fue posible conforme se volvieron más accesibles.
El SARS-CoV-2 es un virus de trasmisión respiratoria. Esta evidencia entraña, sin embargo, un debate en cuanto al vehículo a través del cual el virus entra en nuestro cuerpo, las gotículas de saliva o los aerosoles. Las partículas que emitimos al hablar, al toser e incluso al respirar, son los vehículos que usa el virus para transmitirse de persona a persona. El tamaño de dichas partículas y la cantidad de virus presente en las mismas son dos factores determinantes en la infección.
Ante las distintas situaciones de riesgo en las que se debe de usar mascarilla, hay que tener además en cuenta la variedad de mascarillas disponibles y el nivel de protección de las mismas. Los principales tipos de mascarillas usados por la población son de cuatro tipos: de tela, higiénicas, quirúrgicas y de alta protección o FFP2 (en algunos lugares N95, con una eficacia equivalente).
Las mascarillas de tela pueden tener una amplia variedad de propiedades, dependiendo de las características de los materiales usados en su confección, pero en muchos casos no están homologadas en cuanto a su nivel de filtración. Es posible que algunas retengan de forma muy eficaz el virus e, incluso, algunas fabricadas con materiales que contienen compuestos con plata o cobre pueden llegar tener propiedades viricidas.
Eficacia limitada
En el caso de las mascarillas higiénicas, su eficacia es limitada y no se recomienda su uso para prevenir la trasmisión del virus.
Las mascarillas quirúrgicas tienen unas características que por su facilidad de uso y nivel de contención se han convertido en las mascarillas más populares. Su estructura contiene en la mayor parte de los casos tres capas en las que la exterior tiene propiedades hidrofóbicas y la interior, que está en contacto con nuestra piel, boca y nariz la capacidad de absorber la humedad.
Estas mascarillas pueden llegar a tener tamaños de poro entre 2 y 10 micras y pueden llegar a contener en torno a un 80 % de las partículas que pueden permanecer en el aire. Además de su tamaño de poro, la carga eléctrica del material contribuye a atraer las partículas con microorganismos presentes en el aire.
Por último, las mascarillas FFP2 homologadas tienen capacidad de filtrar más del 92 % de las partículas que están en el aire. Estas, además de las propiedades mencionadas para las quirúrgicas, contienen al menos seis capas de aislamiento y el tamaño de poro de la trama de estas es menor de 0,5 micras.
A todas las características expuestas anteriormente hay que añadir el hecho de que el uso diario y continuado de mascarillas lleva asociado su deterioro y acumulación de materia en los poros de la trama del tejido, la dificultad de respirar con ellas al cabo de unas horas y la pérdida de su eficacia.
Cuidado con la acumulación de microorganismos
Unido a estas características, su reutilización continuada puede suponer la acumulación de microorganismos en la misma y el riesgo que conlleva dicha acumulación en la piel y el aparato respiratorio de algunas personas, con lo que se recomienda su recambio.
En este contexto, y con la idea de incrementar su capacidad protectora, el uso de doble mascarilla puede ser una opción interesante en algunas situaciones, pero debe ser matizado.
No todas las personas tienen el mismo riesgo frente al virus y no todas las situaciones a las que se enfrentan suponen el mismo nivel de riesgo. Además, el uso de varias mascarillas puede suponer una dificultad adicional para respirar en algunas personas. El uso de dos pudiera ser recomendable en aquellas situaciones de alto riesgo en las que no se disponga, por ejemplo, de mascarilla FFP2, o en situaciones personales en las que una persona tenga dificultad para garantizar que la mascarilla llega a cerrar perfectamente los posibles espacios libres que quedan si no se ajusta convenientemente.
En este sentido, sería conveniente concretar las recomendaciones acerca de las situaciones en las que se sugiere el uso de doble mascarilla. Estas deberían ser aquellas en las que se recomendara el uso de las mascarillas FFP2 pero no se tuviera acceso a las mismas.
Estanislao Nistal Villán, Virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia, Universidad CEU San Pablo