La Comunidad Valenciana decidió cerrar por completo la hostelería como medida para tratar de vencer a la tercera ola de la covid, lo que provocó un drama económico para unos empresarios que llevan ya un año siendo el centro de muchas de las restricciones que se han ido sucediendo en este tiempo.
Altea no ha sido una excepción y los hosteleros de la Villa blanca han decidido pasar a la acción. A finales de febrero protagonizaban una manifestación para demostrar su hartazgo y, sobre todo, exigir al poder político una acción más decidida en el terreno de las ayudas.
“Llevamos mucho tiempo cerrados. A eso, además, hay que unir que el tiempo que se nos ha permitido abrir no hemos trabajado como normalmente se podía. Todas las restricciones han ido enfocadas a la hostelería, pese a que, como se ha demostrado en los últimos tiempos, no representa un riesgo máximo. Nos han cerrado por prevención”, se lamenta Pierre Gilabert, propietario de Chez Pierre y uno de los asistentes a aquella manifestación.
«Exigimos que, ya que nos obligan a estar cerrados, nos indemnicen con algo que nos permita aguantar» P. Gilabert
Ayudas inexistentes
“El problema es que somos negocios que seguimos pagando impuestos, autónomos, basura, luz, agua… sin que se nos permita hacer absolutamente nada”, continúa explicando Gilabert. El mayor problema, como indica el hostelero alteano, es que “no nos están llegando ayudas. Lo que exigimos es que, ya que nos obligan a estar cerrados, nos indemnicen con algo que nos permita aguantar hasta el día en que podamos abrir”.
Este mes de marzo se cumple el primer aniversario del confinamiento ‘duro’ y “un año de pérdidas para nosotros. Hemos tenido que despedir empleados o mandarlos al ERTE. Todo eso es muy duro. A muchísimos de nosotros es algo que ya nos está afectando psicológicamente. A eso, se une que cada día ves que no te queda dinero para llegar y cómo te siguen pasando, de forma implacable, los recibos del agua, la luz, la basura… como si estuviésemos trabajando a todo trapo”.
Gilabert no entiende que no haya “ni un solo político que se haya dado cuenta de que no estamos trabajando, y que se plantee quitarnos impuestos para que las empresas se puedan mantener y no verse en la obligación de cerrar y echar a sus empleados”. Algo que hace extensivo a un ayuntamiento de Altea que “nos ha eliminado las tasas de las sillas y mesas tanto el año pasado como este. En ambas ocasiones se lo hemos tenido que pedir”.
La hostelería de Altea protagonizó una manifestación para hacer público su hartazgo ante la ausencia de ayudas
Ayudas municipales
En ese mismo ámbito local, Gilabert explica que “hemos pedido que nos eliminen la tasa de la basura. Al menos, los meses en los que hemos tenido que tener los restaurantes cerrados. No me parece lógico, y menos con la situación que estamos atravesando, que tengamos que pagar una tasa de basura sin estar haciendo uso de ese servicio. El año pasado ya fueron entre tres y cinco meses y, cuando lo planteamos, el ayuntamiento se negó a esa exención”.
«Hemos pedido que nos eliminen la tasa de la basura, al menos los meses en los que hemos tenido que tener los restaurantes cerrados» P. Gilabert
Una reivindicación que se negó porque “nos dijeron que se había pasado el plazo. Así, este año lo hemos pedido con tiempo y seguimos sin tener una respuesta. Además, el recibo del agua se ha multiplicado casi un 300 por ciento. ¿Cómo es posible esto? La administración local es el primer eslabón al que trasladar nuestras propuestas”.
El peligro del carril bici
Pese a toda esta situación, Pierre Gilabert no olvida que, más allá del ‘ahora’, él y sus compañeros hosteleros de la primera línea de playa llevan años reivindicando otras cuestiones que no deben ser olvidadas. Y menos ahora que Altea ha presentado su Plan Director de Movilidad, que afecta de forma directa a una de sus quejas históricas: el peligroso carril bici de ese punto de la ciudad.
“Es algo que hemos comentado muchas veces”, se lamenta Gilabert. Los hosteleros, explica, no están en contra de promocionar una movilidad más ‘verde’, pero reivindican la seguridad de las infraestructuras. Por ello, “hemos propuesto al ayuntamiento otro trazado para ese carril bici ya que, desde el primer momento, nunca ha encajado”.
Por la playa
Una buena muestra de que ese carril bici nunca ha terminado de funcionar es que “se ha modificado su trazado varias veces y nunca ha servido. Hay peatones, niños, terrazas… Es un lugar en el que lo que más hay son personas que van a pasear, a tomar el sol y a comer. El atractivo de ese paseo es, precisamente, el poder pasear por él y comer o sentarse a tomar algo”.
Para solucionarlo “hemos propuesto al ayuntamiento cambiar el recorrido de tal manera que no exista riesgo para nadie. Ahí es donde hacemos más hincapié. A ver si ahora, que se quiere hacer la obra del Frente Litoral, lo quieren poner donde no moleste a nadie. Nuestra propuesta es que se haga, como ya está en la zona del río, un carril ecológico de arena prensada por la propia playa. Es algo que se podría hacer perfectamente y que, además, sería seguro”.