No siempre estuvo en su actual ubicación ni se llamó como lo conocemos ahora, pero, como la ciudad que le da nombre y sea lo que sea lo que le depare el futuro, su legado para la pequeña historia de l’Alfàs del Pi será eterno.
El Cine Roma, que durante muchos meses ha sido el único que se ha mantenido abierto en la provincia de Alicante demostrando con hechos, y no sólo con palabras, que la cultura es segura, celebró hace poco su 40 aniversario tal y como lo conocemos actualmente, pero su historia es ya la de un querido septuagenario que ha asistido, siendo muchas veces protagonista del mismo, al profundo cambio sufrido por el municipio en estas décadas.
Juan Luis Iborra
La tentación, pese a no ser en absoluto original, es demasiado grande como para no dejarse arrastrar por ella; pero es cierto que entre la historia del Cine Roma de l’Alfàs del Pi y aquel maravilloso Cinema Paradiso que llevó a la gran pantalla Giuseppe Tornatore tienen grandes similitudes. De hecho, el Cine Roma cuenta con su propio Totó en la figura de Juan Luis Iborra, alfasino ilustre y cuya familia, a través de sus hermanos, siguen al frente de la sala.
Por suerte para todos, la relación de Iborra con el pueblo que le vio nacer no ha sido, ni mucho menos, tan traumática como la del protagonista de la película y, por ello, se convierte en un guía ideal para repasar la historia de esta sala a la que tantos alfasinos guardan un lugar muy especial en sus corazones.
El Cine Roma nació en una nave ubicada en la actual Plaza de las Escuelas Viejas con el nombre de Cine Mariluz
La diversión en la posguerra
“Todo empezó porque mi padre era una persona muy emprendedora”, arranca su relato Iborra. “En los años 50, antes de que yo naciera, mi padre ya tenía un cine que estaba ubicado en una especie de nave en la actual plaza de las Escuelas Viejas. Allí ensayaba la banda de música y él la alquiló para montar el que, con los años, pasó a llamarse Cine Mariluz”.
Tal y como recuerda el reconocido guionista alfasino, “l’Alfàs era entonces un pueblo de apenas mil habitantes y era de los pocos que tenían cine. Fue todo en éxito. Tenemos que tener en cuenta que estamos en plena posguerra y el cine representaba la única diversión que había en el pueblo”.
Afincado desde hace años en Madrid, Iborra asegura que “sí recuerdo aquella nave, aunque yo era muy pequeño. Mi madre se encargaba de la taquilla y sé que a mi me llevaba envuelto en una manta mientras ella trabajaba. De lo que sí tengo más recuerdos es del cine de verano que se instalaba en el mismo lugar donde está el actual Cine Roma”.
El traslado de las butacas y bancos al cine de verano suponía un día de fiesta para los niños del pueblo
Diversas transformaciones
La voz de Juan Luis Iborra se torna, incluso, algo más entrañable cuando recuerda aquel cine de verano “precioso que tenía naranjos, limoneros, jazmines… Aquello era un huerto y cada año, en verano, todos los niños del pueblo ayudábamos a trasladar los bancos y las butacas desde el cine de invierno. Aquello era casi como una fiesta porque, ya que habían estado ayudando, ese día el cine era gratis”.
Los años fueron pasando, l’Alfàs fue creciendo y las necesidades de espacio fueron provocando que la nave que daba cobijo a aquel primer cine desapareciera y “mi padre construyera el cine donde está ahora. Era una sala muy grande con gallinero y patio de butacas. En ese cine yo jugué de niño, pero también hice el banquete de mi primera comunión, lo usaba para hacer teatro… fue donde, siendo adolescente, ya sabía lo que veía y empezó a interesarme el mundo del cine”.
No sería, en cualquier caso, la última transformación del cine. “Fue ya en los años 80 cuando mi padre construyó el edificio que hay encima y el cine pasó a llamarse Cine Roma. Ya era una sala más pequeña y cuidada, al estilo de lo que en Madrid se comenzaba a ver con los cines Alphaville. De hecho, recuerdo que mis hermanos estuvieron en Madrid hablando con sus dueños”.
Llenos diarios
Las obras se demoraron durante año y medio y “cuando volvimos a abrir el cine, yo ya estaba viviendo en Madrid, pero, evidentemente, fui a la inauguración. Mis hermanos tenían una ilusión tremenda y fueron dos o tres años en los que ¡se estrenaba una película al día y se llenaba!”.
El secreto para conseguirlo era una doble realidad. “Por un lado, teníamos muchas películas del tiempo en el que había estado cerrado, pero también había mucho cine de autor que no se había llegado a estrenar en otras salas como las de Pasolini, Visconti, Bergman… Eran películas que pedían los cinéfilos de la zona y que antes no se habían llegado a pasar”.
Todo ello llevó al Cine Roma a ser “un cine más de autor que comercial. Era curioso porque estrenábamos ‘Superman’ y venía menos gente que si estrenábamos ‘Muerte en Venecia’. Fue entonces cuando empezamos a hacer clientes, igual que los podía tener una cafetería o una tienda. Daba igual que fuese lunes, miércoles o fin de semana, porque el cine estaba lleno casi todos los días”.
Durante meses, ha sido la única sala que ha permanecido abierta en la provincia de Alicante
El único cine abierto
Aquellos días de vino y rosas comenzaron a terminar cuando “llegó algo que odiaba entonces y sigo odiando: los vídeoclubs. De pronto, ya no venía tanta gente y, poco a poco, se fueron quedando únicamente esos clientes de cine de autor o más especializado. El vídeoclub no consiguió que el Cine Roma cerrara, pero sí terminó con más de 3.000 salas en toda España”.
Una crisis que nada tuvo que ver con la actual, donde los cines han tenido que sumar la feroz competencia de plataformas como Netflix a los cierres pandémicos. Pese a ello, “el Cine Roma está ahí, sobreviviendo y siendo la única sala de la provincia que ha permanecido abierto estos meses”.
Por todo ello, Iborra considera que “la gente sabe lo mucho que significa para l’Alfàs tener un cine. Además, es una sala ‘comarcal’. Hay mucha gente que viene de Calpe, Altea, Benidorm, La Vila…”.
Aprendizaje vital
Regresando a esa –insistimos- nada original comparación con el Cinema Paradiso, Juan Luis Iborra, que sonríe cuando se le plantea, admite verse reconocido en el personaje de Totó y confiesa que, si no hubiera sido por el Mariluz y el Roma, él no sería hoy el guionista que es.
“Creo que, sin esta historia vital tan relacionada al cine, yo sería una persona completamente distinta. Recuerdo que en mi casa, para que les dejara en paz, me daban las llaves del cine y así me iba a jugar allí. Sí… era un poco Totó en ese sentido, porque me encantaba jugar a hacer las películas que veía los domingos”.
Iborra recuerda entre risas que “yo era de los que más pronto terminaba siempre los álbumes de cromos, que estaban entonces muy de moda, porque cambiaba cromos por fotogramas de las películas. Quedaban siempre muchos en el suelo de cuando cortas y pegas los rollos y terminaba cambiando uno por dos cromos”.
Una ventana al mundo
Pero igual que al hijo de su fundador, el Cine Roma también se puede considerar en gran medida responsable del tipo de municipio en el que se ha convertido l’Alfàs del Pi en la actualidad. “El cine da mucha cultura y te abre a otro mundo. Con él, además, aprendes a amar la libertad”, explica Iborra. Una reflexión que, bien pensado, podría esconder el germen del porqué la población alfasina demostró una enorme apertura de miras en los años de la llegada de los primeros turistas y residentes extranjeros, a los que acogieron con los brazos abiertos.
“¡Claro que tiene relación!”, sentencia Iborra. “El cine abre la mente. Te hace ver cosas que están pasando en otros países, algo que entonces no sucedía en otros pueblos porque no tenían cine. Yo viví todo ese proceso en primera persona y, efectivamente, creo que el Cine Roma fue, en parte, culpable de que se viviera de una forma tan normal”.
La existencia del Cine Roma permitió la puesta en marcha del Festival de Cine y, con él, provocó la construcción de la Casa de Cultura
Cuna del Festival de Cine
Si el Festival de Cine de l’Alfàs del Pi ha sido el gran catalizador cultural y turístico del municipio durante décadas, es imperativo volver a señalar al Cine Roma -y, en este caso, de forma personal a Juan Luis Iborra, uno de sus impulsores- como la cuna de todo ello.
“Cuando yo llegué a Madrid empecé a relacionarme, sobre todo, con la gente que hacía cortos. Cuando les decía que tenía un cine, siempre me decían que hiciera un festival. Entonces, presenté a Toni, el alcalde de entonces, el proyecto. Lo hice, en realidad, cuatro años antes de que se celebrara la primera edición”.
El que durante muchos años ha sido el director del Festival de Cine de l’Alfàs del Pi asegura que “el Festival existe porque existe el Roma. Si l’Alfàs no hubiese tenido un cine, el festival no habría nacido nunca. De hecho, los dos primeros años se celebraba íntegramente en el cine y aquello supuso tal avalancha de público, que provocó la construcción de la Casa de Cultura”.
Iborra recuerda que “ya tras la primera edición el alcalde se dio cuenta de que la Casa de Cultura había que construirla cuanto antes. Tanto es así que ya en la tercera edición del Festival se inauguró esa instalación. Sin embargo, y pese al paso de tantos años, jamás ha conseguido que el alma del festival saliera del Cine Roma”.
Con la llegada de la democracia, los primeros mítines políticos se celebraron en las instalaciones del Cine Roma
Foro político
Los recuerdos de Juan Luis Iborra lanzan imágenes de un Cine Roma que, además de la función principal para la que está diseñado, ha sido escenario de funciones teatrales y conciertos, cuna del festival de cine, germen de la Casa de Cultura… pero también parte fundamental de la llegada de la democracia al municipio.
“Es algo que quizás muchos no recuerden, pero en aquellos años los mensajes políticos llegaban siempre a base de mítines y ¿dónde se hacían estos en l’Alfàs del Pi? ¡En el Roma! Además, cuando ya se abrió la Casa de Cultura, los propios políticos tenían miedo de no llenarla y seguían haciendo sus mítines en el Cine Roma”, recuerda entre risas.
«La gente de l’Alfàs del Pi sabe muy bien la importancia que ha supuesto para el pueblo tener el Cine Roma» J. L. Iborra
Hacia el centenario
Y así, con casi 70 años a sus espaldas, el Cine Roma sigue su caminar hacia un más que posible centenario. Para ese momento, todavía queda mucho y será un nuevo capítulo que deberán escribir las nuevas generaciones de una familia que, desde la cabina de proyección y la taquilla, han contribuido de forma decisiva a transformar l’Alfàs del Pi en el municipio multicutural y abierto que es hoy en día.
El Festival de Cine, ya en manos del equipo de Luis Larrodera, no ha abandonado el lugar que, acertadamente, Iborra define como su “alma” y los alfasinos, como tantos otros habitantes de la comarca, siguen prefiriendo la familiaridad del Roma a la frialdad de las grandes salas y los multicines.
Y mientras todo eso ocurre, la sala sigue apostando por la innovación y nuevas propuestas, como esa que lleva ya años desarrollando y que, a través de las nuevas tecnologías, permite ver en vivo grandes conciertos, teatros o ballets desde escenarios tan importantes y lejanos como el Royal Opera House de Londres. Por que el Roma, como la ciudad que le da nombre, es eterno.