Dos tradiciones con gran arraigo popular en Petrer han obtenido un importante reconocimiento por parte del gobierno de la Generalitat Valenciana. Las fallas de la noche de Reyes y las Carasses, han sido nombradas Bien Inmaterial de Relevancia Local (BIRL) por parte de la conselleria de Educación, Cultura y Deporte, que ha valorado el carácter patrimonial de estas dos festividades, que vienen celebrándose desde hace décadas en la localidad.
El reconocimiento culmina un recorrido que comenzó en octubre de 2019, cuando el ayuntamiento solicitó al gobierno valenciano la declaración de BIRL para estas entrañables tradiciones típicas, que han ido pasando a través de generaciones de padres a hijos.
Tradiciones renovadas
Así, se valora el esfuerzo de vecinos, colectivos y asociaciones, que han luchado durante años para que estas celebraciones centenarias, totalmente integradas en el imaginario colectivo petrerí y que a punto estuvieron de desaparecer, hayan obtenido el reconocimiento oficial que se merecen.
Desde el ayuntamiento se ha valorado muy positivamente este nombramiento que sirve para “seguir dando a conocer dentro y fuera de nuestras fronteras” unas fiestas que nacen de la espontaneidad de vecinos y vecinas, que, edición tras edición, se preocupan por conservarlas como un bien común.
Ambas festividades han pasado por épocas muy complicadas, pero hoy ya se encuentran totalmente asentadas
Perdida en la noche de los tiempos
Las fallas de la noche de Reyes, de origen algo incierto, se vienen celebrando en nuestra localidad desde finales del siglo XIX o principios del XX, traídas posiblemente por las familias que vinieron desde la Foia de Castalla y de algunos pueblos próximos de la montaña alicantina, que ya contaban con ritos de este tipo, a repoblar Petrer después de la expulsión de los moriscos, a partir de 1611, según la hipótesis del investigador local Vicent Navarro.
Fascinación por el fuego
Esta tradición que hunde sus raíces en el culto al Sol, aunque anterior a la cabalgata de Reyes, está actualmente muy vinculada a ella, y se celebraba en la tarde noche del 5 de enero, cuando los niños, armados con todo tipo de menaje de cocina como sartenes, ollas y cacerolas, las agitaban haciendo ruido con el objetivo de llamar la atención de los Reyes Magos para que no pasaran de largo y recordarles que tenían que dejar sus regalos en el municipio.
También se utilizaban caracolas marinas soplando en ellas y, sobre todo, las fallas, que son una especie de antorchas de forma cónica y alargada, elaboradas a base de esparto fresco y ‘avell’ (esparto seco), a las que se prenden fuego por la punta y se hacen rodar enérgicamente formando círculos de fuego para indicar el camino a Sus Majestades de Oriente.
En peligro de desaparición
El paso del tiempo, la evolución de una sociedad agrícola a una industrial y de servicios, y el protagonismo creciente que empezó a adquirir la cabalgata de Reyes, hirió de muerte a esta costumbre ancestral hasta el punto de poner en peligro su continuidad.
Sin embargo, un grupo de personas comprometidas con la conservación de las tradiciones locales puso toda la carne en el asador para rescatar la tradición y traerla hasta nuestros días con un excelente estado de salud, tal y como así lo atestigua el reconocimiento otorgado por el gobierno de la Generalitat.
El compromiso de vecinos y colectivos las ha rescatado del olvido de décadas pasadas
Carasses como sátira social
Caras cubiertas por máscaras hechas con telas o gasas pintadas grotescamente, y ropajes viejos, anchos y de colores llamativos, son las principales características de las Carasses, otra de las celebraciones más populares de cuantas se celebran en Petrer, que guardan un acentuado compromiso transgresor y burlesco.
No hay documentación escrita sobre los comienzos de esta curiosa tradición, aunque sí parece estar claro su origen pagano. A pesar de que hunden sus raíces en el siglo XVII, no es hasta mediados del XIX cuando encontramos los primeros escritos en los que se menciona esta costumbre de origen popular con relación a acontecimientos religiosos que se celebraban en la localidad.
El reconocimiento del gobierno valenciano permitirá seguir profundizando en su difusión
Vinculadas a las fiestas patronales
Como manda la tradición, se celebra los fines de semana posteriores a las fiestas locales del 7 de octubre en honor a la Virgen del Remedio, y consisten en un pasacalles tradicional en el que vecinos, cubiertos con este tipo de máscaras denominadas ‘carasses’ y ataviados con estrafalarios atuendos, salen de la plaza de Baix para recorrer el casco histórico acompañados de alegres danzas y bailes al son de la dulzaina y el tabalet, llamando de un modo jocoso y satírico la atención de vecinos y curiosos.
Tras el típico pasacalles, regresan nuevamente al punto de partida donde, por espacio de dos horas, los músicos continúan tocando melodías que hacen bailar a todos los presentes en medio de un ambiente festivo y desenfadado.
Las Carasses se celebraron hasta 1962, año en el que fueron prohibidas, recuperándose con la llegada de nuevos aires en 1979 en plena democracia, gracias a la preocupación de un grupo de vecinos y colectivos que han logrado mantener con vida la llama de esta singular tradición.