A pesar de que el hábito de reciclar está cada vez más arraigado en nuestras vidas, aún existe mucho desconocimiento acerca de los beneficios que este sencillo gesto tiene para nuestro medio ambiente.
A los ya habituales contenedores de colores que existen desde hace tiempo destinados a papel y cartón, plásticos y vidrio, en los últimos meses en Petrer nos hemos habituado a ver uno nuevo de color marrón destinado a los residuos orgánicos, y que, aunque muchos no lo sepan, cumple una función fundamental para el cuidado y preservación de nuestro entorno natural.
Conocido como quinto contenedor, recoge residuos de origen vegetal o animal, como restos de comida (carne, pescado y fruta), cáscaras de huevo, frutos secos, posos de café e infusiones, etc. y con ellos que se obtiene el compost, un fertilizante natural de gran calidad que se emplea en la agricultura.
Existen 376 contenedores marrones repartidos por todo Petrer
Proceso completado
Precisamente este mes Petrer ha culminado el proceso de introducción de las últimas unidades marrones que quedaban por implantar en el municipio. Son, por tanto, 376 contenedores de este color los que se han repartido por todo el casco urbano y que se han colocado junto a los demás cubos de las diferentes fracciones de reciclaje: envases ligeros, papel y cartón, vidrio y resto (colillas y cenizas, pañales, polvo de barrer y pelo).
El objetivo que se ha perseguido, según nos ha explicado el encargado de limpieza de la concejalía de Servicios Generales, Leonardo Algarra, ha sido reagruparlos estratégicamente en islas por toda la localidad, de manera que entre cada isla o grupo de contenedores no haya más de 75 metros de distancia para facilitar la tarea a los vecinos, aunque bien es cierto que la orografía de las calles es la que marca las distancias, sobre todo en las sinuosas calles del casco antiguo.
Esta labor se ha completado con una campaña informativa a través de educadores ambientales, que han estado informando en cada barrio de las propiedades de esta nueva forma de reciclar.
El compostaje es una forma eficiente de reciclar que aprovecha los residuos que desechamos en las ciudades
Comienzo del ciclo
Para conocer al detalle cómo esos residuos domésticos orgánicos se transforman en compost, es interesante saber qué ocurre con ellos después de que salen de la ciudad.
El proceso comienza en nuestros propios domicilios con la separación correcta de los desechos, lo que supone un paso fundamental para su mejor tratamiento en planta, según nos aclara Óscar Giménez, gerente del consorcio Crea, que es la entidad responsable del tratamiento de los residuos y cuya área de gestión está compuesta por 14 municipios, entre ellos Petrer.
“Es muy importante que los residuos lleguen a la planta correctamente separados para obtener un compost de gran calidad, que posteriormente será utilizado en la agricultura y la jardinería”, detalla el encargado del consorcio.
Sin embargo, una mala separación provoca que el resultado final obtenido sea material bioestabilizado, un compuesto que no es compost y que no tiene tanta calidad porque procede de residuo mezclado (impropios) y por lo tanto tiene menos salida y menos aplicabilidad en los campos.
La planta de tratamiento de residuos orgánicos está en Villena
Destino Villena
“En la planta separamos todo lo que podemos, pero nunca será tan eficiente como el trabajo que los ciudadanos hagan en origen. La mejor educación medioambiental no es llevar los residuos a planta para que allí se separen, sino que la gente lo haga en la vía pública”, señala Giménez.
El destino de los residuos del contenedor marrón es la planta de tratamiento situada en Villena, donde son arrojados en fosos separados dependiendo de si son de orgánica o de resto. Allí, mediante un mecanismo biológico con microorganismos, y a través de un exhaustivo control de humedad y temperatura, lo que en un primer momento llega como simple basura doméstica se transforma en un compuesto útil en forma de abono natural y fertilizante para las plantas, que se puede utilizar también para el control de la erosión, recubrimientos y recuperación del suelo.
Conciencia medioambiental
La resistencia al reciclaje va en descenso, de hecho, en España se recicla cada vez mejor. Son, por tanto, los ciudadanos los que tienen la llave para un correcto uso de los contenedores.
Reciclar mal no solo tiene un impacto negativo para el medio ambiente, sino que también repercute en el aspecto económico, porque supone un sobrecoste muy importante. “Cuanto menor residuo mezclado llega a planta, menos tiene que pagar ese municipio, porque menor es el trabajo que hay que hacer para separarlo”, nos cuenta el gerente de Crea.
El proceso que se efectúa en la planta de Villena, que en el último trimestre ha recibido más de 60 toneladas de orgánico, permite obtener, aproximadamente, un kilo de compost por cada dos que se recoge, según explica el especialista del consorcio, porque al ser este tipo de residuo muy húmedo se produce una pérdida importante por evaporación durante la fermentación.
Es, por tanto, un proceso completamente natural que busca reducir la cantidad de desechos originados, como forma de luchar contra el cambio climático y disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.