El Club Voleibol Altea es una de las entidades deportivas con más solera de la ciudad que, sin embargo, está atravesando tiempos difíciles. Golpeado por la pandemia, como tantos otros, intenta recuperar la estabilidad tras un año difícil, en el que el confinamiento, el cierre de las instalaciones, el toque de queda o el miedo al contagio provocaron profundas heridas en su estructura que ya comienzan a sanar.
El club solo cuenta con equipos femeninos y de edades formativas
Solo equipos femeninos
Paco Lloret es el encargado de manejar el timón del Club Voleibol Altea desde hace 25 años. Lloret, coordinador de la emisora local Radio Altea, ha sido jugador, entrenador, padre de jugadores y ahora presidente de un club que se ha fusionado por completo con su vida personal. “Claro que pienso a veces en dar el relevo. Intento involucrar a los padres de las niñas, pero no es fácil encontrar a alguien dispuesto a realizar todo este trabajo”, reflexiona.
La entidad solo cuenta actualmente con equipos femeninos, todos de edades formativas: un alevín, dos infantiles, un cadete y un juvenil. No contempla, de momento, contar con equipos masculinos, a pesar de que cada cierto tiempo acuden algunos chicos interesados en el voleibol. “En 2006 tuvimos un equipo masculino que estuvo en Primera Nacional, pero tuvimos que renunciar”, recuerda Lloret.
El sénior renunció a su plaza en Nacional por la incertidumbre del momento
Rechazo a la plaza nacional
Algo similar pasó recientemente con el sénior femenino, que rechazó la plaza en categoría nacional ante la incertidumbre del momento. “Esa competición obliga a viajes largos en autocar, a perder días… Necesitaba un gran compromiso por parte de todos, iba a ser complicado completar el plantel y renunciamos para evitar una sanción”, explica el presidente.
Paco Lloret, presidente, detecta una falta de vocación deportiva en los niños
“Ahora estamos abocados a trabajar la base”, señala Lloret, quien reconoce que no está siendo fácil hallar “potenciales jugadoras” de voleibol en una ciudad como Altea. “Falta vocación en las niñas y niños. Quizás la pandemia les ha apartado de normalizar la actividad deportiva, aunque es algo que con el tiempo confío en que se pueda hacer de nuevo”, señala.
Y con la intención de captar jugadoras, el club acordó con el ayuntamiento realizar una actividad extraescolar de aprendizaje del voleibol en los centros educativos de la localidad “pero hemos tenido mala suerte”. “Con todas las restricciones sanitarias de la pandemia hacemos casi más de niñeras que de formadores”, apostilla el presidente.
Frenazo
Y es que la pandemia cortó de cuajo un año que pintaba muy bien para el Club Voleibol Altea, que trata de recuperar en las últimas semanas la normalidad competitiva. “Teníamos un equipo muy majo en alevines, con muy buena pinta para ir al Campeonato Autonómico y desde ahí ganarse una plaza para el Campeonato de España”, apunta Lloret.
La vuelta a la actividad deportiva no fue sencilla. Las normativas de seguridad sanitaria, las restricciones en el uso de las instalaciones y los miedos de los padres a los posibles contagios redujeron la actividad del club a la mínima expresión, sobre todo a partir del mes de enero tras estallar la segunda ola de la pandemia en la Comunidad Valenciana.
“Las niñas dejaron de venir a entrenar. Lo mejor que hizo la Federación Valenciana en ese momento fue paralizar la competición”, explica el presidente, cuyo club regresó con cierta normalidad a la competición el pasado mes de abril.
Competencia
Altea tiene una enorme tradición en el voleibol, pero está rodeado en la comarca por otras dos potencias: Benidorm, consolidado en la élite desde hace décadas, y La Nucía, la gran cantera emergente. Paco Lloret observa con “envidia sana” el trabajo que se está realizando en ambas localidades hermanas.
“Tienen muy buenos entrenadores y formadores. Están trabajando muy bien la base, como nosotros. Cada uno rinde a su nivel y a base de lo que tiene. Para nuestras jugadoras siempre es una gran satisfacción poder ganarles algún partido”, admite el presidente alteano.
Retener talento
Lloret asume que ante los polos de atracción de Benidorm, por tradición y nivel deportivo; y La Nucía, por ambición e instalaciones, poco se puede hacer para retener el talento alteano si alguna de estas entidades llama a su puerta.
“Hemos tenido algún caso de jugadoras que se han ido, pero no creo que sea porque fuera van a estar mejor entrenadas o formadas que aquí. A veces es cuestión más de los padres, que creen que en otros clubes van a poder trabajar con más y mejores medios”, explica. Y es que el presidente asume que si alguna de las chicas demuestra un potencial sobresaliente “seríamos los primeros en abrirle la puerta y ayudarle a mejorar”.
Falta consolidar
A pesar del buen trabajo que se hace en la provincia, Alicante no termina de consolidar un buen proyecto de voleibol. Elche, Benidorm y Almoradí son los que han estado más cerca de echar raíces en la élite, pero casi siempre las cuestiones económicas han acabado por cortar las alas a todos los proyectos. “Hay cantera y se trabaja bien, pero también hace falta un poco de suerte, confiar en la base y que un patrocinador se implique y eche una mano”, señala Lloret.
De momento, a su club le basta con formar y educar en la actividad deportiva del voleibol a casi un centenar de niñas de Altea. El Ayuntamiento, la Fundación Trinidad Alfonso y un puñado de empresas locales son los pilares en los que se apoya un club cuya grandeza no se mide en resultados o ascensos.