Entrevista > Dámaso Aparicio / Concejal de Medio Ambiente de Orihuela (Orihuela, 25-julio-1976)
Orihuela anunciaba el pasado mes su intención de acometer una importante reforma de su invernadero municipal -muy deteriorado tras años de poco mantenimiento y, sobre todo, por los efectos de la última DANA- con el objetivo principal de ser autosuficientes en el proceso de reposición de más de 3.000 palmeras que deberán destinarse al Palmeral en la próxima década.
Un enclave como el oriolano, el segundo más grande de Europa con casi 9.000 ejemplares, es un tesoro que no puede darse por supuesto, sino que requiere de cuidados, mantenimiento y mimos continuos; y, en especial, una planificación de futuro a medio y largo plazo que garantice no solo su supervivencia, sino también su salud, como recuerda el concejal de Medio Ambiente, Dámaso Aparicio.
Además, mediante una de las -pocas- cosas positivas que nos deja esta pandemia, se quiere aprovechar el redescubrimiento por parte de la sociedad de sus espacios verdes para poner en valor el Palmeral no solo a nivel medioambiental, sino también cultural y patrimonial.
Han anunciado que el Palmeral deberá reemplazar unos 3.000 ejemplares en los próximos diez años. ¿Esa es la tasa habitual de reposición, o estamos ante un momento de especial necesidad?
Lo primero que nosotros hicimos respecto al Palmeral fue analizar en qué estado se encuentra y qué necesidades tiene a través de un plan director y otro de gestión. Ese estudio reveló que estamos ante un espacio muy envejecido.
Una palmera tiene una vida de unos 250 años y, por lo tanto, cuando llegan al final de la misma hay que tener prevista su sustitución. Por ello, ese plan director estableció que en la próxima década habría que plantar unos 3.000 ejemplares para garantizar tener un espacio joven.
Para hacernos una idea de lo que eso significa en términos relativos, ¿cuántos ejemplares tiene el Palmeral de Orihuela?
Ahora mismo tenemos 8.941 palmeras. De ellas, como digo, prevemos que habrá que reponer 3.000 unidades en la próxima década, y eso es lo que queremos ser capaces de generar a través de diferentes iniciativas y con esa renovación del invernadero.
«Desarrollamos dos planes que revelaron un palmeral muy envejecido»

¿Cómo lo están haciendo?
Como todo el mundo sabe, las palmeras nacen de los dátiles. Por ello, hemos seleccionado las que los expertos han considerado como las mejores genéticamente y estamos haciendo un programa con los escolares de la ciudad: les llevamos los dátiles y les explicamos cómo deben plantarlos; primero en semilleros.
Así, los niños tienen sus palmeritas, que llevan su nombre. Con esta iniciativa ya hemos conseguido germinar unas mil en el pasado curso académico.
¿Cuál será el recorrido de esas palmeras ya germinadas?
El siguiente paso es ponerlas en un macetón y, dentro de dos o tres años, pasarlas a la tierra. Por ello, hemos recuperado el invernadero municipal para que nos sea útil en todos estos objetivos. Es una instalación que nos permitirá hacer ese proceso y, además, todo el seguimiento preciso para asegurarnos de que tenemos las palmeras en condiciones.
Al mismo tiempo, nos servirá para llevar a cabo campañas de educación ambiental, incorporándolo a la red de visitas, junto al Centro de Interpretación, para que la gente conozca mejor el proceso de regeneración del Palmeral.
Si una palmera tiene una esperanza de vida de 250 años y, por lo tanto, estarán ahí durante toda la vida de esos escolares que ahora las han plantado, ¿persiguen también conseguir que los oriolanos de la próxima generación sientan ese enclave, todavía más, como algo propio?
Así es. Está claro que uno de los objetivos, el más cortoplacista, es generar palmeras; pero eso lo podríamos haber hecho en nuestro propio invernadero. Hemos considerado que debíamos trasladar esta labor a los futuros oriolanos, que son los escolares.
Por todo ello, hemos querido que sean los alumnos de Primaria los que las germinen y, a partir del año que viene, puedan visitar el Palmeral y ver sus propios arbolitos. De esta manera, como dices, se crea una unión muy especial.
«De nuestras 8.941, prevemos renovar 3.000 en la próxima década»
Y se fomenta la paciencia.
(Ríe) Sí, hay que recordar que una palmera crece un metro cada década. Así pues, cuando ese niño que hoy está en quinto de Primaria tenga 30 años, verá cómo su ejemplar ha crecido hasta los dos metros.
En ese momento, ya verá un arbolito con un porte importante y, sobre todo, será testigo de su propia contribución al mantenimiento del Palmeral. Ese vínculo será muy bonito.
El hecho de que el Palmeral, como ha dicho, esté envejecido, ¿supone un riesgo para la salud de los ejemplares jóvenes?
No. El riesgo de las palmeras de cierto porte es que colapsen, que puedan tener algún tipo de enfermedad… pero no implica un peligro para la salud de los ejemplares jóvenes que tiene a su alrededor.
De hecho, hay que recordar que los de más de doce metros, que ya tienen unos 120 años de vida, son considerados por la normativa como ‘árboles monumentales’. De hecho, el picudo, como cualquier tipo de plaga, afecta más a los de menor edad.
«Cuando un niño tenga 30 años, la palmera que plantó medirá 2 metros»

¿Cuántos ejemplares con esa catalogación hay en el Palmeral de Orihuela?
En la actualidad tenemos 1.275 que, por decirlo de alguna manera, cuentan con esa figura de hiperprotección.
Pasado el peor momento de la plaga del picudo, cuando no había ningún tipo de tratamiento, ¿cuál es la principal amenaza para el Palmeral?
Sobre todo, el abandono de las fincas. Apenas el cuarenta por ciento de la superficie del Palmeral es de propiedad municipal. El resto son parcelas privadas. Sin embargo, de esas casi 9.000 palmeras con las que contamos, 6.000 son de titularidad local. Es decir, hay más ejemplares en menor cantidad de superficie.
¿A qué se debe esa situación?
Resulta que, en muchas ocasiones, esas fincas privadas han sufrido cierto abandono o falta de mantenimiento adecuado. Por eso, el ayuntamiento va a intentar ayudar a los propietarios de esas parcelas en sus cuidados.
Además, recientemente han aprobado una nueva ordenanza al respecto.
Sí, a finales del pasado mes de agosto entró en vigor esa nueva normativa de protección de la palmera datilera de Orihuela. La misma viene a regular, con un texto jurídico moderno y actualizado, todos los procedimientos de poda, tratamientos, etcétera.
«Queremos potenciar aún más el vínculo de Orihuela con su Palmeral»
¿El picudo sigue siendo una amenaza importante?
Sigue siendo el principal problema. Como tú decías antes, ya está mucho más controlado, gracias a los tratamientos existentes, pero continúa suponiendo un riesgo importante. También encontramos ciertos tipos de hongos, pero no son tan peligrosos.
Las comparaciones, aunque odiosas, suelen ser inevitables, y más en el caso de los dos palmerales más importantes de Europa: Elche y Orihuela. Sus vecinos cuentan con esa figura de Patrimonio de la Humanidad. ¿Se han planteado ustedes buscar ese mismo reconocimiento?
En eso estamos. Como ya hemos explicado, ahora mismo estamos trabajando en estabilizar el Palmeral de cara al futuro y en su realce. Recientemente, aprobamos el nuevo contrato de mantenimiento integral para los próximos cuatro años. Todo ello nos permitirá ir hacia nuevas formas de protección y de puesta en valor.
Tenemos que recordar que, aunque sea el segundo de Europa después del de Elche, el de Orihuela es mucho más bonito y especial, porque a nivel etnográfico es un agrosistema que representa una única unidad.
Explique eso.
Incluye lugares como el puente de San Miguel, el paisaje de la Sierra Norte, los acuíferos… también hemos recuperado parte de la agricultura tradicional con la plantación de olivos, frutales, etcétera. No solo son palmeras. Lo que hemos hecho es regresar a algo que en la época andalusí era un oasis; en el caso de Elche se perdió, pero Orihuela lo ha sabido resucitar.
«No se ha valorado el Palmeral como se merece y se necesitaba»

Insisto en mi pregunta anterior, ¿para cuándo esas candidaturas a nuevas figuras de protección?
Vamos a ir paso a paso. Primero tenemos que alcanzar todos esos objetivos que ya he descrito, y luego buscaremos esos reconocimientos. Lo importante, ahora mismo, es recuperarlo y ponerlo en valor; y eso es lo que estamos consiguiendo.
Volviendo a la cuestión del vínculo entre los oriolanos y su Palmeral, ¿considera que la sociedad es plenamente consciente de ese tesoro que tiene?
Creo que sí, pero nosotros lo que estamos haciendo es trabajar, acercar y potenciar todavía más ese vínculo que siempre ha tenido Orihuela con su Palmeral. En este sentido, destacaría nuestros trabajos para recordar a figuras históricas relacionadas con él, como el poeta Miguel Hernández, que era pastor y que recorría estos espacios. De ahí, algunos de sus poemas.
Pienso que nuestra ciudad está muy arraigada a su Palmeral, sus tradiciones y sus entornos. Sin embargo, y esto es mi opinión personal, me parece que no se le ha puesto en valor de la manera que se merece y se necesitaba.
Cada día hay una mayor concienciación social por el medio ambiente. ¿Cree que eso se notará también en ese aspecto?
Considero que, en estos tiempos de pandemia, todos hemos sido más conscientes de la importancia de nuestros espacios verdes y de cómo esos lugares naturales y medioambientales nos han acogido; ha supuesto un momento idóneo para que esa simbiosis entre la ciudad, sus ciudadanos y los entornos se afiance. El Palmeral está en un momento muy bonito.
«El valor histórico hace que nuestro proyecto rebase lo medioambiental»
¿Diría que alguna vez ha habido un distanciamiento entre la sociedad y su Palmeral?
No, eso no ha ocurrido. No debemos olvidar que, dentro del Palmeral, encontramos un barrio emblemático de la ciudad como es el de San Antón, donde está la primera parroquia de Orihuela.
En definitiva, estamos hablando de algo que va mucho más allá del valor medioambiental.
Es un trozo muy importante de la historia de nuestra ciudad y, por ello, nuestro proyecto de recuperación y puesta en valor va más allá del ámbito medioambiental. Queremos potenciarlo también a nivel histórico y patrimonial.
Tenemos que ser capaces de aprovechar ese empuje que nos ha dado la pandemia, y que se ha traducido en que todos queremos disfrutar más de nuestros espacios verdes. Estamos en un momento idóneo para ello.