Entrevista > Jorge Olcina / Director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante
Cuando se trata de analizar, predecir y entender la climatología de la provincia alicantina, el profesor Jorge Olcina es una de las voces más a tener en cuenta.
Buen conocedor de la región, el director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA) sabe bien rebajar la complicada terminología científica que domina a un lenguaje más cercano y entendible para todos. Entre sus afirmaciones más sorprendentes encontramos que el muy nombrado proceso de desertificación de la provincia, en realidad, no es tal.
Pese a que es un proceso al que muchos han hecho referencia, usted asegura que no existe, al menos en la provincia de Alicante, una tendencia a la desertificación.
No existe con la magnitud y el carácter tan extremo que se le está queriendo dar. En mi opinión, la provincia de Alicante es una zona con alto riesgo de erosión. Es decir, tienen suelos blandos y cuando hay precipitaciones torrenciales o intensas, se produce una erosión del terreno.
Esas lluvias intensas han existido siempre aquí. ¿Influye en ese proceso el cambio climático?
Es una evolución natural, pero en el contexto de cambio climático que estamos viviendo es algo que puede aumentar. Lo más seguro, según todos los modelos, es que esos episodios de lluvia extrema se incrementen.
Por lo tanto, diría que estamos en un proceso natural ordinario en el sureste, pero que se puede agravar en las próximas décadas debido a los efectos del calentamiento global.
«No hay recambio a corto plazo para el trasvase Tajo-Segura»
Volviendo a la cuestión de la desertificación, ¿por qué considera que no existe en la zona?
Si lo entendemos como falta de vegetación y que esto se va a convertir en el Sáhara, los datos de los inventarios forestales señalan que, desde los años setenta, hay más superficie forestal por una razón básica: la pérdida de la actividad agraria. Eso deja campos abandonados, pero la flora mediterránea, que es muy recia y dura, coloniza esas parcelas.
No tenemos un bosque atlántico, pero vamos teniendo estadios progresivos de matorral mediterráneo que da paso a pinos, encinas… Progresivamente, vamos recuperando ese espacio boscoso que tardará varias décadas en reconstituirse, pero el proceso ya se ha iniciado.
A ese proceso de erosión del suelo contribuye enormemente la actuación urbanística. En ese aspecto, ¿es más peligroso el cambio climático o el urbanismo?
Depende de la zona. No se puede generalizar porque hay áreas más montañosas donde el proceso natural es más activo, pero en las primeras líneas de costa el cambio de uso del suelo es, en mi opinión, la circunstancia más grave que ha vivido el litoral mediterráneo en las últimas décadas.
El ‘boom’ inmobiliario entre 1995 y 2008 transformó muchas áreas, perdiendo terreno fértil en favor de lo que se llama “suelo sellado”.
«En próximas décadas el clima será más cálido y menos confortable»
Un proceso, el que comenta, que entiendo que no tiene marcha atrás.
Es irreversible. Es algo que se mantiene durante siglos: igual que decíamos que si uno deja de cultivar las zonas agrarias el campo se puede reforestar, en un área urbanizada ese proceso no se da. Yo hablaría, en ese sentido, de la desertificación urbanística, que ha sido mucho más depredadora en las últimas décadas que los propios procesos naturales de erosión.
A pesar de las lluvias torrenciales, la provincia de Alicante sufre de un importante déficit hídrico que, una vez más, ha traído a la primera línea del debate político a los trasvases. Desde el punto de vista científico, ¿son una buena solución para este problema?
La provincia, como dices, tiene una carencia natural de agua. Hay pocas precipitaciones y mucha evaporación, y ese es el motivo por el que siempre se han puesto en marcha soluciones para evitar la sequía o la escasez.
El modelo de gestión de los recursos hídricos en el sureste ha sido siempre muy inteligente, pero en el momento actual, con un contexto de cambio climático, estamos asistiendo a un efecto muy importante en las precipitaciones de la cabecera del Tajo.
Lo cual supone un problema…
Desde los años treinta, cuando se diseñó el trasvase, se han perdido, al menos, doscientos litros por metro cuadrado de precipitación en la cabecera del Tajo, y los modelos señalan que, en esa zona, se podría reducir el volumen entre el diez y el doce por ciento de aquí a 2050.
«Me preocupa la acumulación de tanto calor en el Mediterráneo»
Entiendo, por lo tanto, que no parece muy partidario del modelo de trasvases como una opción sostenible.
Hoy por hoy, es irrenunciable. No tenemos recambio a corto plazo. Si se cierra el grifo del trasvase, no tenemos activado el mecanismo de sustitución. Por eso, está muy bien que se haya lanzado ya el debate, pero hay que serenarlo y quitarle toda la pátina política que está teniendo.
Con los datos científicos sobre el cambio climático en la mano, ¿cómo será la provincia de Alicante en la que vivirán las próximas generaciones?
Nos espera un clima mucho más cálido y menos confortable desde el punto de vista de las temperaturas. Con noches menos soportables, especialmente en verano. Será un poco más seco pero con contrastes, es decir, habrá lluvias torrenciales más frecuentes.
El ambiente estará muy influenciado por el calor que se está acumulando en el Mediterráneo, que, para mí, es uno de los temas que más me preocupa.