Exterior. Día. Afueras del pueblo. El policía Ángel Canales, con su sempiterno cigarro puro en la boca, echa agua en el radiador de su automóvil bajo un calor de plomo y con el incesante canto de las chicharras. Satisfecho, cierra el capó y conduce hasta el municipio. Recuerda el momento en que tuvo que salir de Madrid por patas a causa de una operación contra la mafia.
Lo que el guion aun no le cuenta a Canales es que se va a dar de bruces con una trama de corrupción, caciques, abusos de autoridad y violencia de género.
Los lobos no ladran
Parte de lo antes descrito pertenece al capítulo piloto de la serie de Gignus Films para la cadena Miami TV ‘Los lobos no ladran’, en doce entregas de unos cuarenta minutos cada una, según la duración estándar norteamericana.
El rodaje usó de platós emplazamientos como el barrio alicantino de San Gabriel, el Camp d’Elx o, en buena parte de su metraje, El Hondo y la pedanía crevillentina de San Felipe Neri. Unos años después, su protagonista masculino, el actor Ángel Romero Flores, recuerda aquellos días.
«Cuando llegué, parte del lugar me recordaba a Almería»
Un soleado oasis
“Nunca había estado en San Felipe Neri, no lo conocía. Cuando llegué al primer día de rodaje, la primera impresión es que había una parte del lugar que me recordaba a Almería, por el sol, no había casi ninguna sombra”, rememora.
Aunque nacido en Mallorca, Romero ha vivido durante mucho tiempo en Alicante; quizá no tanto como para haber descubierto con anterioridad esta zona, donde se iba a topar con “un ambiente de tranquilidad absoluta, sin estrés. Es lo que más me llamó la atención: un lugar sin ningún estrés”.
Menos mal, puesto que no fue un rodaje fácil, pese a la calidad obtenida, según crítica y televidentes. Pero resultó de lo más viajero para los equipos técnico y artístico. Había que recrear un pueblo entre campos y humedales, con las características de los lugares elegidos para filmar, pero al mismo tiempo una especie de municipio paradigmático que lo reuniese todo.
Un pueblo compuesto
Sant Joan, Alicante -casco antiguo, barrios de San Gabriel o Princesa Mercedes-, Mutxamel, Elche, San Felipe Neri… La serie resulta pródiga en localizaciones a lo largo de la provincia, al menos desde la zona metropolitana capitalina hacia el sur.
De esta manera, jugando con distintos ambientes y arquitecturas, podía recomponerse todo el imaginario visual en el que transcurre la historia, mediante saltos en el tiempo y en lo físico. También para retratar el lugar principal donde se desarrolla la acción.
Recreando un caserío
Así, un buen municipio aparece, al estilo del imaginario Vigata, en la provincia de Montelusa, donde el escritor Andrea Camilleri ubicó las aventuras del comisario Montalbano. No era más que su ciudad natal, Porto Empedocle, a la que se añadió una mixtura de todos los pueblos de Italia.
Algo parecido ocurre en esta historia, con la recreación de un caserío, El Moralí, basado principalmente en las mimbres de la crevillentina colonia agrícola de San Felipe Neri; puede comprobarse ahora en YouTube, donde se ha colgado, legalmente, la serie.
«Es un lugar de tranquilidad absoluta, sin ningún estrés»
Donde el tiempo se plantó
El Moralí aparece en la teleserie como un lugar aparte, donde quizá los relojes se pararon y, puede que por la temperatura, hasta el aire parece ausente. Unas sensaciones que es posible que vivieran elenco y técnicos, a juzgar por las declaraciones efectuadas, tras el estreno, en diferentes medios de comunicación.
Impresiones a las que no resulta ajeno Ángel Canales, policía ‘con pasado’ al que daba vida Ángel Romero. “Es increíble la sensación de silencio que tienes allí. Por el calor, porque no hay sombra; no ves ni un alma, salvo en alguno de los bares”, recuerda el actor.
Romero nos remite también a algunas de las escenas vividas por su personaje en la serie, incluso en su visión de la población autóctona: “Ves que la gente va vestida como normal, del campo, y luego resulta que quien más y quien menos tiene tierras. Te da la sensación -sonríe- de que eran en su mayoría gente con pasta, aunque no lo pareciesen”.
Calores en colonias agrícolas
San Felipe Neri, fundado en 1729 por el cardenal Belluga, a un paso de localidades como Dolores y San Fulgencio y anexionado a Crevillent desde enero de 1884 -aunque conservando el título de villa real-, es una de las varias colonias agrícolas distribuidas por los campos del sur alicantino, irrigadas por las cuencas del Vinalopó o el Segura.
A unos cinco minutos, sin salir del municipio crevillentino, El Realengo, de 1961, muestra un diseño a tiralíneas muy semejante e igual función. Si aquí se empadronaban 307 personas en 2020, con no muchas más contaba San Felipe Neri: 446.
Gastronomía local
“El calor, lo que más recuerdo es el calor”, remacha ahora Ángel Romero, tantos años después, cuando rememora las sesiones de trabajo bajo la inclemencia del astro rey.
Entre claqueta y claqueta, eso sí, quedaba tiempo para reponer fuerzas y descubrir algo especial con respecto a sus bares, donde señala que se comía realmente bien: “Que sepas que están llenos de gente del artisteo”. Vamos, que cabe preguntarse si en San Felipe Neri son conscientes de que los famosos poco a poco han ido descubriendo el lugar por la parte gastronómica.
«Es increíble la sensación de silencio que tienes allí»
Teatros y claquetas
Cuando Ángel Romero se incorporó al rodaje, venía precedido de un generoso currículo en teatro, en Madrid, Alicante y hasta en el Círculo de Bellas Artes de Berlín, y de intervenciones en series como ‘Hermanos de leche’ (1994), ‘El súper’ (1997) o ‘Al filo de la ley’ (2005).
Con ‘Los lobos no ladran’ se trataba de un protagónico en una obra con proyección internacional, grabada en la provincia donde más vivencias anota. Todas las mañanas, lo de concentrarse para las escenas a filmar en la jornada sucedía mientras el conductor del equipo de rodaje le recogía para llevarle al lugar correspondiente.
Otras obras
Miami TV estrenaba la serie el 12 de abril de 2018, pero la primera claqueta sonó en 2016. El primer pase con público en vivo del piloto llegaba el 17 de julio de 2017 (‘AQUÍ en Alicante’ publicó una entrevista de Manuela Guilabert a su director, el cántabro Fernando Corta, ese mismo mes).
Demasiado tiempo desde un rodaje al que siguieron otros para Romero, como el largometraje ‘Atrevimiento’ (2019), de Fernando Alonso, con filmación en la antigua escuela industrial de Alcoy (el “edificio del viaducto”), más el reciente trabajo, ahora como ‘el malo’, para el realizador Manhal Aziz.
Cosas del cine
No todo fueron parabienes. Una de las escenas, cuyo rodaje duró todo un día, se efectuaba en una granja: “Estaba llena de pulgas y moscas. El caso es que me picaron y, como soy alérgico, me puse fatal, así que me tuvieron que llevar a urgencias para que me pincharan un antihistamínico”.
La acción, por cierto, ocurría en el capítulo final, cuando, como se ve, la teleserie casi se queda sin el policía Ángel Canales mediante un método más efectivo que un cacique desatado o una venganza de la mafia.
«La gente del pueblo se portó con nosotros muy bien»
Grabar en el humedal
Con todo, el rodaje siguió adelante, no solo en San Felipe Neri sino también en otro paraje singular que comparten Crevillent y Elx -y Catral, Dolores y San Fulgencio–: el parque natural de El Hondo, 2.387 hectáreas donde sucederán mil desventuras entre carrizales, juncos y alcolechas.
Impactó al equipo de grabación la visita con fines laborales al amplio humedal, quizá porque buena parte del personal, más entre aquellos que venían de fuera de Alicante, desconocía la existencia de tal sitio.
El recuerdo humano
Ángel Romero, un ecologista de pro, también quedó encantado: “La verdad es que desconocía totalmente el lugar. Me gustó mucho ese contacto con la naturaleza”.
En la serie, además de tomas aéreas de El Hondo, pueden encontrarse varias escenas donde el humedal, en las mismas cercanías físicas de San Felipe Neri, se convierte en un telón de fondo. Quizá para proporcionarle un enfoque próximo a cintas como ‘La isla mínima’, de Alberto Rodríguez, en ese caso en las marismas sevillanas.
Para Romero, a la hora de escarbar en una filmación que queda ahora tan lejana, aún persiste una reflexión que ya se hizo entonces: “Cuando ruedas en una ciudad no suele haber contacto con la gente, cada uno va a su rollo; pero cuando lo haces en un pueblo sucede lo contrario: todo el mundo se vuelca. La verdad es que con nosotros la gente de allí, de San Felipe Neri, se portó muy bien, muy bien”.