La Guerra de la Independencia (1808-14) quizás sea la más terrible que se ha librado sobre suelo español. Aquella contienda duró seis largos años, tres más que la Guerra Civil del siglo XX, y dejó un país hambriento y destrozado.
Eso sí, ganamos. A pesar de que el propio rey Fernando VII se rindió oficialmente ante Napoleón, numerosos españoles formarían un improvisado ejército que acabaría expulsando a las poderosas tropas galas. Hoy hablamos de uno de los artífices de este pequeño gran milagro bélico. Se trata de un crevillentino y este año celebramos el 250 aniversario de su nacimiento.
Ordenación como sacerdote
Cayetano Miguel Manchón y Cáscales vino al mundo en Crevillent el 10 de abril de 1771. Nació en una cueva-vivienda, cerca de la Iglesia de la Santísima Trinidad. Sus padres José y Joaquina siempre le inculcaron valores de solidaridad pues en su casa habituaban a dar cobijo y comida a necesitados, aún tratándose de una familia numerosa de hasta nueve hermanos.
El joven Cayetano quiso meterse a cura por lo que estudió en el Seminario de Orihuela y la carrera de Teología en la Universidad de dicha ciudad. Regresó a su pueblo natal ya para ejercer el sacerdocio.
En 1804 tuvo un papel destacado cuando la fiebre amarilla asoló nuestra provincia. El padre Manchón incluso se desplazó hasta Alicante, uno de los epicentros de aquella epidemia, para socorrer a los enfermos. No se libró de resultar contagiado, pero afortunadamente pudo recuperarse. La vida todavía guardaba muchas aventuras para este crevillentino.
Nació en una cueva por la zona norte de Crevillent
Mudanza a Madrid
Por sus méritos fue asignado a la Iglesia de San Sebastián, en Madrid. Se trató de un ascenso en toda regla, pues por aquel entonces era una de las parroquias con los feligreses más ilustres de España. De hecho en esta época Cayetano tuvo la oportunidad de conocer en persona al rey Carlos IV o al presidente del gobierno Manuel Godoy, entre otros.
Sin embargo, el crevillentino pecó de ingenuo o irreverente al no callarse sus críticas políticas ante estos mismos mandatarios. Por ello llegó incluso a ser encarcelado durante un breve tiempo.
Estalla la Revolución
Ya en libertad ocurrió la mencionada invasión francesa de España. Las tropas napoleónicas ocuparon tranquilamente Madrid pues Fernando VII se mudó a Francia, renunciando a su trono en favor de José Bonaparte (el hermano de Napoleón).
La mayor parte de los españoles concibieron esta inaudita rendición sin pelear como una humillación, por lo que empezó a gestarse una revuelta popular. Manchón contó en sus memorias que en la mañana de aquel 2 de mayo de 1808 cortó con un cuchillo las cuerdas de unos caballos utilizados por la caballería napoleónica, para que los animales se escaparan y crearan el caos. Fue uno de los primeros actos de rebeldía.
Fue capturado por los franceses, pero logró escaparse
Salvado del fusilamiento
Cuando la rebelión estalló Manchón fue uno de los que hizo frente a los soldados franceses en plenas calles de Madrid. Resultó gravemente herido en la cabeza al participar en un intento de tomar un cuartel. Sabemos que cayó desmayado, pero algunos vecinos se lo llevaron para esconderlo.
Los franceses respondieron a la revuelta instaurando el terror en Madrid. Al día siguiente hubo cientos de fusilamientos contra vecinos (uno de los cuadros más célebres de Francisco de Goya inmortaliza este momento). El nombre de Cayetano Manchón estaba en la lista negra, pero afortunadamente no le encontraron. Una vez más el crevillentino salvaba su vida in extremis.
Soldado y espía
Tras recuperarse de sus heridas, el padre Manchón no dudó en alistarse en un grupo guerrillero del cual llegó a ser el jefe. Cuando el destartalado ejército español se reorganizó para la guerra, el crevillentino se enroló y luchó por Extremadura en las batallas de Medellín y La Albuhera.
Aunque pueda llamar la atención, en aquel momento no era tan atípico ver a curas españoles luchando en el campo de batalla o participando en los atentados guerrilleros. Probablemente gran parte del éxito español en aquella guerra se debiera a que personas de todas las clases sociales (obreros, burgueses, nobles, clérigos, etc.) se unieron por una vez para hacer frente a los invasores franceses.
Cayetano fue ascendido a capitán de escuadra e incluso llegó a ser enviado tras las líneas enemigas como espía. Sin embargo, fue descubierto en el campamento del mariscal francés Soult. Los soldados galos le dieron por muerto tras propinarle una paliza y arrojarle a un río, pero… una vez más su ángel de la guarda le dio otra oportunidad y logró nadar hasta la orilla.
Luchó contra Napoleón en varias batallas por Extremadura
Tras la guerra
Al terminar la contienda bélica Manchón fue considerado como un gran héroe de la resistencia. El restablecido Gobierno de España le nombró Canónigo de Segorbe, amén de reconocerle con numerosos honores militares. En 1824 pasó a ocupar la Canonjía de Zaragoza.
Por alguna desconocida razón en 1834 fue despojado de su cargo eclesiástico y confinado en Crevillent, donde se le obligó, por mandato legal, a no salir de la localidad. Seis años más tarde se le permitió que recuperara su puesto en Zaragoza.
Parece mentira que un hombre con semejante vida tan agitada burlara la muerte en tantas ocasiones y llegara a viejo. Cayetano Manchón no abandonó este mundo hasta los 90 años, una edad muy avanzada para la época. Parece como si la parca se llegara a cansar de perseguirle.
Su pueblo natal no ha olvidado las hazañas de este peculiar sacerdote que tanto luchó por nuestro país. Hoy en día tiene una calle dedicada, un busto en la Rambla, está reconocido como Hijo Predilecto por el Ayuntamiento y da nombre a un instituto.