Julia Valoria ha publicado dos libros de recetas de repostería transmitidas de generación en generación entre las familias oriolanas y de la comarca en general. Aunque su profesión poco tenga que ver con la escritura, se ha sentido animada a realizar este proyecto.
Farmacéutica de profesión y con tres libros publicados en torno a la gastronomía. ¿Qué te impulsó a escribir sobre este tema?
Fue a raíz del curso que realicé sobre ‘Gestión de Patrimonio Histórico’ que la Universidad de Alicante impartió en Orihuela. Mi trabajo fin de ciclo consistió en poner en valor el patrimonio inmaterial que suponen las tradiciones confiteras de los Monasterios de Clausura de Orihuela, mediante la organización de una ruta para viajeros curiosos.
Me di cuenta de la riqueza, sabiduría, tradición y hasta misterio que se escondían en las cocinas, no solo de los monasterios sino también en las casas particulares.
Has publicado dos libros cuya protagonista es la repostería tradicional oriolana y de la Vega Baja en general. ¿Existe mucha tradición dulce en la Vega Baja?
He contabilizado más de treinta especialidades de preparaciones dulces en la comarca, cada lugar puede aportar su matiz correspondiente, pero en general siguen un patrón parecido.
A partir de lo que conocemos sobre repostería andalusí, la implantación y cultivo de caña de azúcar por parte de los musulmanes, la utilización de miel y sus correspondientes leyes de protección de colmenas y el que ‘siempre hay trigo en Orihuela’, propiciaron el desarrollo de estos productos desde hace mucho tiempo.
Estas preparaciones se han transmitido oralmente en las familias, en los recetarios manuscritos de nuestras abuelas, y en la paz y tradición de los muros de los conventos.
«Hay recetas que vienen de la libreta de cuando mi abuela se casó en 1924»
¿De qué tipo de dulces habla tu primer libro, ‘Orihuela dulce patrimonio’?
Habla sobre la historia de la ciudad a través del patrimonio inmaterial gastronómico, tomando como hitos la implantación de los planteles de caña de azúcar, las almendras, las colmenas, los monasterios y la expansión urbanística al llegar el ferrocarril.
Recoge los dulces más antiguos como las gachas con arrope, las almojábanas, las pellas… hasta las tortas de calabaza, los chatos y los pasteles de gloria de factura más tardía.
¿Qué fue lo que te motivó a completar la recolección de recetas con un segundo libro, ‘La Orihuela golosa’?
La acogida del primero fue muy favorable, los conocidos me preguntaban sobre los dulces descritos y las recetas mientras me contaban sus recetas de toda la vida, cada una con su matiz y su anécdota.
Pensé que sería bueno compartir las de mi casa, las que había visto preparar a las mujeres de mi familia. De esta manera animar a todos a compartir estos momentos de amasar, hornear y disfrutar con los niños de la casa. Esas sensaciones crean un patrón en la memoria, y asociamos los sabores y olores con momentos felices.
¿Conocías todas las recetas?
Las recetas parten de mis recuerdos, y encontré las libretas de mi madre y de mi abuela con los ingredientes y proporciones. Hay recetas que vinieron de Torrevieja en la libreta de mi abuela, de cuando se casó en 1924. La del ‘Agua de cebada’ me la proporcionó el hijo de una señora que en mi infancia tenía un carrito de helados en la esquina de la Calle Mayor.
«El confinamiento propició que los libros llegaran a muchas más personas de las que imaginé»
¿A quién se dirigen tus libros?
Cuando empecé a escribirlos pensaba en mi generación, los últimos que íbamos a amasar, a hacer mantecados, islas flotantes, pastel de almendra o almojábanas caseras, pero luego vino la covid-19 y todos volvimos los ojos a las cocinas y a los recetarios… así que al final los ha leído más gente de la que esperaba.
Son de lectura rápida y llevan fotos estupendas de Gaspar Poveda y unos dibujos muy bonitos de Roberto Ferrández.
Has escrito también un tercer libro, ‘Gastronomía Galáctica’, que trata la gastronomía en la saga de Star Wars. Este no se centra tanto en recetas ¿verdad?
Es un ensayo que hice junto con mi hijo Juan Soler Valoria. Somos aficionados a la ciencia ficción y nos dimos cuenta que en cada episodio de la saga el director había incluido un momento gastronómico que, de alguna manera, definía la situación.
Comenzamos a analizar por qué y cuándo aparecía la comida en las historias. Leímos unas veinte novelas del universo expandido, las enciclopedias correspondientes y vimos las películas analizando cada fotograma. Nos lo pasamos muy bien y llegamos a la conclusión que debes compartir con tus amigos si quieres llegar a conocerlos y tenerles afecto.
«‘Gastronomía Galáctica’ analiza los momentos gastronómicos de la saga Star Trek»
Cercanos a la época navideña, ¿nos recomendarías algún postre?
En casa no falta el Pastel de almendra, conocido también como el pastel de doña Julia porque era receta de mi abuela. La receta se puede encontrar en el libro ‘Orihuela Golosa’, y mis dos libros de dulces tradicionales se pueden descargar gratuitamente del Repositorio de la Universidad de Alicante (www.rua.ua.es)