Existe una enorme cantidad de gobernantes macabros a lo largo de la historia, hombres y mujeres conocidos por su maldad y gusto por lo abominable; entre ellos, destaca Vlad el Empalador, la inspiración para crear al personaje del conde Drácula.
“El hijo del diablo”
Vlad Drăculea nació el Sighișoara, Transilvania, Rumanía, entre 1428–1431. Fue el primer hijo de Vlad Dracul, el gobernante de Valaquia. Su padre ingresó en la Orden del Dragón de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo en 1431. En húngaro, «dragón» es drac, y el nombre de Vlad -Drăculea- sugiere que es «el hijo del dragón»; pero, en Rumanía no existía la historia de la criatura mitológica y el término «dracul» se le asignaba al diablo, por lo que Vlad pasó a ser visto como “el hijo del Diablo”.
A mediados del siglo XV, Rumanía se encontraba inmersa en un conflicto en el que Hungría hacía frente a la expansión del Imperio otomano. Cuando Vlad solo tenía 13 años, su padre lo envió como garantía de sumisión a la corte otomana y allí se formó en el arte de la guerra.
En 1447 los nobles prohúngaros realizaron una embestida en contra de Vlad Dracul y lo asesinaron. El sultán otomano Murat declaró a Drăculea como pretendiente al trono, y cuando un año después derrotaron a las tropas de Juan Hunyadi -gobernante húngaro-, el Empalador tomó el poder, aunque pocos meses después tuvo que abandonarlo por la presión del propio Hunyadi.
Estadía en el poder y métodos de tortura
Refugiado en la corte otomana, Vlad siempre buscó la manera de regresar al poder. En 1449 viajó a Moldavia, en donde participó en varias batallas para reclutar seguidores. En 1453, Mehmet II -hijo de Hunyadi- conquista Constantinopla y en busca de aliados para evitar que aumentase el enfrentamiento contra los turcos, Hunyadi le ofrece el trono de Valaquia a Vlad, quien en 1456 retoma el poder que tanto ansiaba.
En dicha etapa de gobierno, la cual duró hasta 1462, la naturaleza sangrienta y abominable de Vlad vio todo su esplendor. Se estima que más de 100.000 muertes tuvieron lugar gracias a sus órdenes, y más allá de la cantidad, sorprende sus métodos de tortura y asesinato.
Para espantar a sus enemigos, ganarse la lealtad de sus seguidores y el mero placer que le provocaba, Vlad empleó técnicas poco convencionales, pero efectivas. Desollaba y quemaba vivos a sus enemigos, pero su método favorito era el de empalarlos. Se relata que existió el Bosque de los Empalados, lugar en donde todos los árboles fueron talados y en su lugar se empaló a más de 20.000 prisioneros. Dicha práctica le propició su apodo más famoso, Vlad Țepeș, que significa Vlad el Empalador.
Prisionero de guerra y muerte
Los métodos salvajes del Empalador lo hicieron acreedor de una lista vasta de enemigos. En 1462, le envió a Matías Corvino -rey húngaro- dos sacos llenos de orejas, narices y cabezas junto con el siguiente escrito: “He matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Oblucitza y Novoselo hasta Samvit y Ghigen. Hemos matado a 23.884 turcos y búlgaros, sin contar aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas cabezas no fueron cortadas por nuestros soldados… Terminemos juntos lo que juntos hemos iniciado, y aprovechemos esta situación, puesto que, si Dios Todopoderoso escucha las oraciones y los ruegos de la Cristiandad, si favorece los ruegos de sus piadosos servidores, nos concederá la victoria sobre los infieles, enemigos de la Cruz”.
Ese mismo año, los turcos invadieron Valaquia y Vlad huyó a Hungría, en donde fue apresado por 12 años. En 1475, con la esperanza de recuperar Valaquia, el rey húngaro le otorgó un ejército. En 1476, Drăculea regresó al poder, aunque pocas semanas después fue asesinado en una emboscada. Fue decapitado y su cabeza se mostró como un trofeo en Estambul.
Relación con el conde Drácula
Las prácticas sádicas de Vlad no solo eran por fines militares o demostraciones de poder, él realmente lo disfrutaba. Existe el mito de que en las cenas bebía la sangre de sus oponentes o que la usaba para mojar el pan; también se relata que durante su etapa como prisionero, cazaba ratas y aves para asesinarlas y despellejarlas.
A finales del siglo XIX, el escritor Bram Stoker se enfocó en escribir lo que sería Drácula, una obra que trata las leyendas vampíricas de Rumanía. Al investigar sobre el tema, el irlandés conoció la historia de Vlad el Empalador. Luego de reunirse en varias ocasiones con Hermann Vámbéry, un erudito húngaro que lo asesoraba sobre el tema, el novelista decidió tomar como inspiración a Vlad Drăculea para la creación del personaje principal de su obra, el conde Drácula.