El Profesor de Historia del Oriente Próximo de la Universidad CEU San Pablo, Hipólito Sanchiz, ha explicado que los tres regalos con los que obsequiaron los Reyes Magos al Niño Jesús no fueron elegidos por casualidad.
El oro era un regalo para Jesús como Rey, pues era un regalo destinado a reyes. El incienso era un presente para Jesús como Dios, pues esta resina se quemaba delante de los dioses. Y la mirra, para Jesús como hombre, pues con ella se embalsamaba a los muertos.
Así, Sanchiz explica que el oro, el incienso y la mirra que los Reyes de Oriente entregaron al niño Jesús en Belén estaban asociados a ciertos conceptos y rituales, más allá de que los tres puedan ser equiparados a lo que hoy se consideran productos «caros» y de «lujo».
Concretamente, respecto del oro, considera que puede ser interpretado «como regalo regio, destinado a un rey» y recuerda que en Mateo 2,2 se hace referencia a que los Reyes Magos llegaron a Belén en búsqueda del nacimiento del «Rey de los Judíos», por lo que la faceta regia del acontecimiento estaba presente.
Simbología «muy clara»
Por su parte, la simbología del incienso es «muy clara» para Sanchiz, pues hace referencia al carácter divino de Cristo, ya que en la religión judía y en las paganas, el incienso se quemaba delante de los dioses, muchas veces como sacrificio y, de hecho, las iglesias católica y ortodoxa lo siguen empleando en su liturgia.
En cualquier caso, admite cierta diversidad de criterio a la hora de determinar qué tipo de incienso se trataba, pues, mientras que en la Vulgata aparece el término ‘thus’, que signfica incienso, en la versión griega de San Mateo se emplea la palabra ‘olívano’, que es un tipo de incienso, «una sustancia gomosa compuesta de diversas resinas que al quemarse da un buen olor».
Mientras, atendiendo a la mirra, una sustancia aromática también gomosa resultado de recoger la resina del árbol de la mirra, el profesor ve dos posibles explicaciones.
Por un lado, la mirra se utilizaba como anestésico, normalmente mezclada con vino, y se puede interpretar como que el Señor venía a quitar el dolor al mundo».
Pero también la mirra se empleaba para embalsamar a los muertos, por lo que podría representar «un anuncio de su pasión y una alegoría de que Jesús como hombre está sujeto a la muerte».