A Villena llegó primero. Cuando el 25 de mayo de 1858, a las seis y media de la tarde, arribaba oficialmente a Alicante capital el primer tren desde Madrid, lo cierto es que la primera ciudad que visitó en la provincia fue la fronteriza Villena. De hecho, ese es el año en que se inaugura la estación, algo que se preveía que dinamizase la economía local. Y se quería hacer con una línea ferroviaria que buscaba interconectar los puntos cardinales del país.
El caso es que la mismísima reina Isabel II (1830-1904) acabó parando en Villena, quizá cansada por una regencia desde el 10 de noviembre de 1843 hasta su abdicación el 25 de junio de 1870, que fue de todo menos fácil, ya que hasta la llamaron la de los tristes destinos. O a lo mejor por un viaje que iba a resultar más largo de lo que quizá le habían asegurado a la soberana, ya que este duraba entre diecisiete y diecinueve horas.
La reina Isabel II paró en la ciudad tras horas de viaje
Recuerdos de un viaje
La historia dejó dos pespuntes que siguen ahí: uno es el paseo de la Reina, donde se sabe que descansó un rato Isabel II y que se transmutó en el actualmente dedicado al universal músico villenense Ruperto Chapí (1851-1909), desplazando su estatua conmemorativa a la pedanía de Las Virtudes, la que había, la de La Rana, aunque esto ya es otra historia. La otra puntada fue el edificio de la estación, del ingeniero vasco Agustín Elcoro Berecíbar (1812-1867), responsable de buena parte de estas construcciones en el tramo Almansa-Alicante.
Elcoro Berecíbar, por encargo del marqués de Rioflorido, concesionario de tal trecho viario, propuso en su proyecto siete estaciones: Almansa (partida), Caudete (tercera clase), Villena (segunda), Sax (tercera), Elda-Monòver (tercera), Novelda-Monforte (segunda), Sant Vicent (tercera) y Alicante (extrema o término). Aunque hubo revisión del esquema por parte de los inversores, la realidad es que, con los correspondientes legajos a la vista, poco o nada se cambió en lo proyectado originalmente por el técnico.
La línea ferroviaria iba a conectarse con otras proyectadas
La larga inauguración
Aunque el viaje de inauguración, con toda la parafernalia mediática de la época desplegada, aconteciera ese mayo de 1958, la verdad es que la línea, de hecho, llevaba funcionando, oficiosamente si se quiere, desde el 15 de marzo de ese año; aunque el verdadero viaje inaugural, el efectuado por el equipo de técnicos, inversores e invitados, comenzó el 3 de enero a las siete de la tarde para llegar a la estación término diecinueve horas después. Con el tiempo, eso sí, se consiguió recortar a ocho horas.
Esta línea, el trazado completo Madrid-Alicante, era una petición surgida desde la propia provincia, con el fin de estimular las transacciones comerciales a través de su entramado. Se le aportaba a la capital nacional un puerto que en aquel entonces presenta un volumen de embarque mercantil superior incluso al de Valencia.
Tras la llegada del AVE, se destinó a cercanías
Líneas complementarias
La línea Madrid-Alicante debía complementar las ya previstas hacia diversos puntos de Andalucía, así como la Madrid-Irún (también conocida como Madrid-Hendaya), que se inaugura el 15 de agosto de 1864, aunque en este caso la reina delegó su presencia en su marido, el rey consorte, Francisco de Asís de Borbón (1822-1902), duque de Cádiz.
O la Madrid-Barcelona, oficialmente desde el 2 de junio de 1859, aunque en realidad, por la fecha, esta no llega más que hasta Guadalajara y el establecimiento final culminará tras una alargada estela de fusiones.
Villena vivirá una época de expansión de su agricultura después de que a principios de la centuria, el 23 de abril de 1803, el entonces rey Carlos IV (1748-1819) ordenase la desecación de la laguna endorreica (de aguas que no desembocan en el mar), abriendo 1.704 hectáreas a la explotación agrícola. En 1836, además, Villena se incorpora a la provincia alicantina, tras haber estado en las de Murcia y Albacete.
Altas velocidades y cercanías
Para 1958, la ciudad nos devuelve en los daguerrotipos de la época un aspecto pujante, con lo que podríamos llamar elemento agro, muy presente en paisaje y paisanaje. Y que, lógicamente, esperaba al tren como un maná que, conjuntamente con la apertura de la línea VAY (o tren chicharra, de Villena a Alcoy y Yecla, 1884-1969), realmente llovió sobre la economía villenense. El siglo se despedía con un importante aumento de la venta de productos del campo, más la aparición de las primeras industrias.
El edificio de Elcoro Berecíbar ha cambiado muy poco desde 1858, lo que permite que aún podamos admirar sus líneas originales, que pretendían aunar economía, solidez y belleza, además de ciertos aires norteños, quizá no buscados. Continúa operativo, pero la apertura de la galáctica estación para alta velocidad el 17 de junio de 2013 planteó no pocos nubarrones sobre su futuro, aunque al usarlo como estación de cercanías ha gozado, antes de la pandemia y en los entreolas, de un considerable flujo de viajeros. Quizá aún le quede mucho para jubilarse.