Una vez más se hace buena esa máxima que en la vida, pero muy especialmente en política, dice aquello de defiéndeme de mis amigos, que de mis enemigos ya me defiendo yo.
La eterna lucha del poder
Este mes hemos acudido a una nueva lucha de poder interno. Las ha habido en todos los partidos y en diferentes formatos: En Podemos esa lucha la calificó Iñigo Errejón diciendo que todo “se convirtió en una espiral de mierda”, y acabó montando su propio partido.
También Pedro Sánchez vivió la diferencia con su partido, lo que le llevó a viajar por toda España para obtener la confianza de las bases y derrotar a los pesos fuertes del PSOE que unánimemente apoyaban a Susana Díaz.
Y como no, podríamos hablar de Albert Rivera, que en su cabezonería consiguió que muchos de los propios fundadores del partido abandonaran, hasta que consiguió que el efecto centrista que había defendido se derritiera y quedara fuera del tablero político él y Ciudadanos.
Huele a trama urdida
Podría llenar la página con casos. Este es un capítulo más, que huele un poco a Falcon Crest (para quienes no la conozcan, serie americana consistente en un drama que narra los conflictos internos de una familia californiana que se dedica a la producción vinícola).
Modestamente diría que todo huele a trama urdida, y que al más novato se la han colado. Una pelea con Díaz Ayuso, que quería su congreso para ser la presidenta del partido en Madrid, pero que incomodaba de sobre manera a la cúpula del PP nacional por sus exigencias y protagonismo, provoca que se aferren a una información filtrada para intentar pararla y tranquilizarla.
Resulta que ni la información filtrada es tan real o punitiva, ni al final se sabe cómo llegó. Lo que está claro es lo que pretendía: ser la cerilla que provocase el incendio. Y allí estaría el salvador, Núñez Feijoó, para rescatar a todos de las voraces llamas y salir entre ovaciones.
Las casualidades a veces no existen
En política pocas veces existen las casualidades. El momento era ideal, sin elecciones a la vista (justo tras las de Castilla y León y con mucho margen para las siguientes, las de Andalucía); con una protagonista prestada a todo si la conceden lo que estaba reclamando, y con alguien fuerte con el que todos temblasen y corrieran a su amparo, ya que si no te quedas fuera.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoó, político con dilatada experiencia y con un aval importantísimo como es el haber ganado las elecciones por mayoría absoluta cuatro veces seguidas a la presidencia de esa Comunidad, tenía entre sus planes ser el presidente del PP y, como tal, llegar a presidir España.
En 2018, con motivo de las primarias del PP, optó finalmente por no presentarse. Así lo comunicó, “con algunas lágrimas y la voz tomada”, según decían las crónicas de los periódicos locales, un mes antes de celebrarse el congreso que eligió, por sorpresa para algunos, a Pablo Casado.
Quedó a la espera
Feijoó (60 años) es un hombre listo y curtido en batallas, pero ante todo le gusta ganarlas. A la tentación de cuando sería la siguiente posibilidad de ser presidente del partido (todo depende siempre de los resultados electorales, pero esa opción podría ir para largo) le pudo más el enfrentamiento con dos grandes de la política dentro del PP: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.
Ocurrió la sorpresa (no tan grande para quienes nos dedicamos al análisis político, porque es algo bastante habitual) y ganó el tercero en discordia, por el que menos se apostaba, Pablo Casado.
Aclamación
Han pasado muy pocos años de aquello (fue en 2018), pero alguien ha visto la oportunidad, ha puesto el cebo, han picado y toda la red les ha caído sobre ellos pillándoles como animalitos asustados sin saber de dónde viene todo lo que les cae encima.
Habrá congreso en breve, que cuando todo está bien orquestado no hay que dar tiempo al enemigo -léase el resto de partidos- a aprovechar el momento de debilidad, y -salvo error de quien escribe estas líneas- saldrá aclamado como gran emperador el señor Feijoó.
Confusión del resto
Tampoco lo han visto venir el resto de los partidos, que se echaron encima sobre Pablo Casado en cuanto salió la información de lo del hermano de Ayuso, pero que seguro que ahora ya no lo harían. Núñez Feijoó quizás es una persona mucho más tranquila en su discurso, pero también, como he dicho antes, una persona con mucha experiencia y, lo que es más importante en política, un gran estratega.
Es evidente que al final todo esto es una apreciación del que suscribe esta editorial y a lo mejor todo es mucho más sencillo. Se pidió una información, se intentó utilizar y les salió, como se diría de forma coloquial, ‘el tiro por la culata’.