Hoy “Los 23” (nos denominamos así, aunque solo somos dos personas) nos vamos a comer al restaurante Finca Santa Luzia (antiguo restaurante El Jabalí- que era el nombre de un caballo-, donde antes podías comer esos fantásticos crêpes) adquirido por el grupo de restauración Juan XXIII. Es un día laborable y está prácticamente lleno, con buen ambiente y al llegar no podemos elegir mesa, porque están casi todas ocupadas, siempre vamos sin reserva para que no nos estén esperando.
Antes de entrar, en el parking que se encuentra dentro de la finca, solo queda una plaza libre, es pequeño e incómodo pero disponen de un solar a 50 m. para aparcar mejor.
Buen ambiente asegurado
La decoración transmite buena imagen, aunque las mesas se encuentran sin mantel y con un innecesario papel para la carta en formato QR. La vajilla y la cubertería son manifiestamente mejorables. Los aseos son modernos y están limpios.
Nos recibe la persona de recepción de forma correcta pero parece como si estuviera cansada. Además, trabaja desde una mesa llena de papeles y cables que se puede observar desde nuestra mesa como comensales. Queda mal. Sabemos que eso ya está resuelto ahora.
Buen número de plantilla y rápido servicio, un encargado sorprendentemente ha regañado a un camarero delante de nuestra mesa. Servicio de bebidas es rápido y eficaz. El personal amable, aunque hablan mucho entre ellos. La uniformidad de los empleados es buena, en general, con camisa blanca, vaqueros y un delantal adecuado.
Servicio rápido y eficaz, abundante personal, que se agradece
Pedimos la conocida ensaladilla de merluza del grupo Juan XXIII a la que le añaden, en este lugar, un poco de caviar y algo más de precio. La ración es grande, cuesta 6€ y, en realidad, tiene buena relación calidad/precio.
El siguiente entrante fueron unas croquetas de jamón ibérico y de manita y morcilla. Buenas de sabor, 2,5€/u y 2,75€/u.
Continuamos con su arroz al horno con embutido y costilla que nos recomendaron. Gran tamaño y sabor potente por 20€ la ración, precio elevado para la materia que contiene.
Tal vez lo peor, como viene siendo costumbre en esta ciudad, fue el postre, un coulant de turrón que estaba comestible pero mal ejecutado, cuajado en su interior y no líquido como corresponde. 5€ la ración.
Como conclusiones generales destacamos que:
- Puede mejorar
- Es un local de moda
- Buen nivel de público
- Precio algo elevado
- Personal abundante (a destacar en comparación con lo habitual) y atento
- Comida correcta
- Raciones generosas
- Tal vez, falta de creatividad en la cocina, estaría bien que tuvieran un plato estrella, singular que los distinga.
- Aunque puede mejorar la experiencia fue positiva
Nota final 7,5 / 10