Contemos las calles desde Sant Antoni hasta llegar a la huerta: Novelda, Dolores, Orihuela, Serra Grana, la confluencia de La Rula y Castellet, Lazarillo de Tormes, del Puig Campana… y aquí ya atisbamos algo entre chalé y urbanización. Antaño, asomarse a una de las terrazas superiores de Sant Antoni mirando en dirección a la pedanía alicantina de Tángel suponía, además de echar un vistazo a un laberinto de patios enlazados, o con dependencias de un inmueble en terreno del otro, ver la huerta.
Pero los bancales quedan hoy ya lejos. Mutxamel, como muchas otras poblaciones, ha visto poco a poco cómo su faz, y no solo la urbana, iba cambiando incluso a ojos vista. No obstante, en este caso, se han dado algo así como sopetones constructivos que implicaban incluso aumentos poblacionales, básicamente al disponer entonces de mayor espacio vivencial. Hubo dos especialmente importantes aquí: entre los siglos XVIII y XIX y en 1928, cuando la escuadra y el cartabón ampliaron el callejero.
La proliferación de palacetes viene marcada por el romanticismo
Llegan las casas-palacio
La construcción de las casas-palacio en la llamada Huerta de Alicante (la pedanía sanjuanera-campellera de Fabraquer, la Condomina alicantina, Mutxamel) constituyen el reactivo que, en este caso, conseguirá una primera expansión urbana. El ejemplo más paradigmático ocurre con Peñacerrada, cuya porción más significativa, la edificación de Levante, comenzaba a construirse en 1808. Edificio levantado según las líneas marcadas por el arquitecto italiano renacentista Andrea Palladio (1508-1580), incluirá también la adición de un pequeño pueblo autosuficiente.
La proliferación de palacetes por la comarca de l’Alacantí viene muy marcada por la época. El romanticismo, originado en Alemania y Gran Bretaña, imbuyó unas ideas, entre la clase pudiente, de retorno a la naturaleza (a veces, directamente reconstruyendo esta naturaleza gracias a elaboradísimos parques), pero también de huida de un crecimiento urbano que acrisola, o así lo ven ellos, el peligroso bullir del proletariado. Al presunto humanismo agrícola le mezclamos una pizca de lucha, o gruñir, de clases.
Las clases pudientes retornan a la naturaleza reconstruyéndola
Aristócratas y burgueses
La llamada, desde Alicante ciudad, ‘aristocracia del bacallá’, por las fortunas amasadas con los salazones (aunque también otros productos, como el vino fondillón), sumada a una aristocracia de sangre que antaño receló de la burguesía pero que ahora actuará justo como ella, comienza a extenderse por la actual zona metropolitana de la ciudad. En Mutxamel también tendremos, por ejemplo, la finca de Luis Carlos René, conde de Marbeuf (1712-1786), quien se hace cargo de la heredad correspondiente en 1776.
Abundan los palacetes, quintas de recreo asociadas muchas veces a torres de la huerta, herencia del sistema de atalayas que, partiendo desde la costa, se convertía en una especie de internet de la época para avisar de peligros. En ocasiones, como en Peñacerrada o Marbeuf, con diseño palladiano. También las fincas Alluser, Costera, Domènech, Hoyos, Les Paulines, Moxica, Paz, Xereix, la de Don Tomás (del Conde) o el palacio Ferraz. Unas se desterronan hoy, otras aún son viviendas y otras ofrecen gastronomía.
Se ensancha al Este, comprándole terrenos del marqués de Amposta
Con un pueblo asociado
¿Y lo particular de Peñacerrada? Se apuntó a los censos enfitéuticos (arrendamientos) que comenzaban en el XVIII a repoblar los campos de la Vega Baja del Segura y el Valle del Vinalopó. El palacio, señalábamos, se asociaba aquí a un pueblo, del mismo nombre que la casona. Treinta y dos viviendas que en 1842 albergan ya ciento trece habitantes pero que el 1 de enero de 1846 se agregaban a Mutxamel, potenciando el crecimiento de la futura urbe nacida a partir del barrio del Ravalet.
La hoy N-340, avenida de Alicante derivada por Felipe Antón con destino a Xixona, orillada también por la iglesia arciprestal de El Salvador, de finales del XVIIII y adosada a una torre defensiva gótica del XVI, se transformaba así el espinar de la población, donde desembocaban directa o indirectamente antiguos caseríos, barriadas o calles como la de Sant Antoni. Pero hay que seguir creciendo. Necesitábamos otra avenida, y esta iba a llegar en 1928, cuando se proyecta la creación, como en la capital, de una Rambla.
La extensión cuadriculada
La corporación municipal aprobará ese año lo que iba a convertirse en una expansión literalmente a cuadrículas hacia las huertas del Este, ensanche en el que aún se encuentra embarcado, aparte de los subsidiarios que van teniendo lugar desde entonces. Para ello, dotaba a la incipiente ciudad de una arteria de circulación y a la vez societal, la actual avenida Carlos Soler, paralela a la anterior pero de pespuntes claramente urbanitas, en la que se ubicarán Ayuntamiento, cuartel de la Guardia Civil o el grupo escolar.
Ambos viales quedaban cuidadosamente conectados, más cuando el templo continúa siendo el nódulo espiritual mutxameler, pero los diecisiete mil metros cuadrados adquiridos al diplomático Eugenio Ferraz Alcalá-Galiano (1869-1956), marqués de Amposta, iban a darle un protagonismo especial a ‘la Rambla’. No obstante, aún hoy, cuando se entra desde Alicante, ambas travesías parten desde la Font Il.luminada. Entonces, como pastillas de ‘Matrix’, a la izquierda, el Mutxamel inspirado por Peñacerrada; a la derecha, el nacido en 1928.