Cuando se alcanza un yacimiento poblacional prehistórico, siempre te preguntas: ¿por qué allí? La santapolera Cueva de las Arañas, con los ‘balcones’ de Gran Alacant por sombrero, se presta a ello.
Es cierto que, desde la ermita de Nuestra Señora del Rosario, por donde la playa de la Ermita, un trozo de la del Carabassi, dura el ascenso un cuarto de hora o hasta veinte minutos. Hay quien lo cumplimenta en diez.
Por donde se localiza, unos setenta metros arriba, tenemos plantas, quizá también por la remota época en se creó; además, se halla cerca del mar, orillando un barranco que antes de su domesticación urbanizadora debió de llevar más agua, cuando llovía, que es zona de ríos y riachuelos estacionales. Se sabe hoy que sus pobladores vivían de la caza y la pesca. Estaban, pues, bien situados. Y defendidos.
A la vera de un golfo
En la cueva se encontraron restos del periodo Eneolítico o Calcolítico, o sea, la Edad del Bronce, entre el sexto y el tercer milenio antes de Cristo por estos pagos. En el caso santapolero, los restos, que incluían cerámica y pinturas rupestres, son del tercer milenio antes de Cristo (puede que incluso algo del cuarto).
El Sinus Ilicitanus, el Golfo de Elche, comenzó a formarse entre los cuatro mil y tres mil años antes de Cristo. Esto tiene su punto, porque Santa Pola, durante la vida de la bahía, cuya huella podemos rastrearla por los parques naturales del Hondo y de las Salinas santapoleras, bandeó entre ser península o isla.
El Clot de Galvany constituye una huella de esa escisión del resto de Iberia. Quizá nos encontremos ante una comunidad tendente a la insularidad.
Los restos están fechados hacia el tercer milenio antes de Cristo
Restos diseminados
No obstante, a quien desee pasearse el lugar, ascendiendo a la sierra del Faro de Santa Pola, y pegándose unos cuantos resbalones junto al llamado barranco del Fraile, para ver el yacimiento arqueológico (la ‘cova del frare’), conviene desengañarlo un poco de antemano: la oquedad, cuyas medidas oficiales son 19’5 metros de profundidad, doce de anchura y 3’7 de bóveda, está enrejada y los restos se encuentran en realidad en el Museo Arqueológico de Elche.
En Santa Pola, de todas formas, en el Museo del Mar pueden verse réplicas de aquellos. No hay que buscar tampoco las supuestas tres oquedades que muchos tratan de ubicar aquí, confundiendo este yacimiento con el epipaleolítico (entre el 9000 y el 1400 antes de Cristo) denominado Cueva de la Araña. También hay arte rupestre levantino, pero en aquel nos encontramos en la población valenciana de Bicorp, en la comarca del Canal de Navarrés.
En el Museo del Mar se encuentra replicado el yacimiento
Pinturas singulares
La singularidad, en todo caso, está en que este tipo de pinturas murales solían ejecutarse al aire libre y no en el interior de una cueva. ¿Quizá trataban de protegerse de los vientos marinos? En los alrededores, por ejemplo al otro lado del barranco, hay quien quiere ver otros posibles abrigos para los santapoleros originarios, aunque el estudiado, y replicado, es este.
Muchos crecimos con el conocimiento de la existencia de la Cova de les Aranyes, que no fue oficialmente descubierta hasta 1967 y excavada hasta 1979. Llegó a darse un recorrido senderista circular de más de doce kilómetros que aún se publicita. Partiría de Varadero y marca como puntos de interés en las alturas el faro o la avenida de Escandinavia, en Gran Alacant, además del camino del Faro, en las bajuras costeras.
Las actuales teorías hablan de qué quizá fue enterramiento
Accesos limitados
La realidad es que la progresiva urbanización de los balcones lindantes con el faro ha acabado por cortar en varios puntos el recorrido, ya que acabas en zona privada a la que te descuides. Queda algún camino de servidumbre en teoría intocable, ley en mano, pero ya la mejor manera de acceder es la que se propuso al principio del artículo.
Quizá el vecino Antonio Sáez Llorens, quien consta como descubridor del sitio, y posiblemente responsable de su bautismo, al ver la cantidad de arañas que pululaban por el techo, es la que siguió. Aunque Gran Alacant no planta sus primeras raíces hasta el veinticuatro de agosto de 1984 a las 19:30 horas, con la primera junta general para constituir la urbanización titular.
Teorías sobre su función
Ahora bien, de nuevo la pregunta: ¿por qué allí? El hecho de que haya pinturas rupestres asoció el lugar a un asentamiento. El que estuvieran en un interior despistó un poco. Pero el que se encontraran punzones de hueso, vasos cerámicos decorados y puntas de flecha de sílex, como si de un ajuar se tratase, ha llevado a que las cábalas cambien vivienda habitual por vivienda ‘eterna’.
Se infiere hoy que por la época ya existía la creencia en el más allá, así que: ¿y si quienes creen ver posibles asentamientos pretéritos en otros abrigos tienen razón? ¿Y si, como se postula ya desde los estudios que se efectúan aún, en realidad lo que vemos es un enterramiento? Está claro que la Cueva de las Arañas aún tiene mucho que contarnos.