Entrevista > Pablo Follana Pardo / Artista (Almoradí, 1990)
Pablo Follana es un artista polivalente graduado en Bellas Artes. Le gusta la pintura, pero a veces el artista piensa que un cuadro, un papel o una pared, no son la plataforma ideal para continuar contando su historia.
No se pone etiquetas ni límites en su trabajo, simplemente decide la forma en que se va a expresar dependiendo del momento y de lo que quiera contar. Para entender mejor su arte, desde este periódico hemos hablado con él.
¿Siempre te has sentido atraído por el arte?
Mi madre decía que la mejor manera de mantenerme entretenido de pequeño era con las pinturas. Más adelante comencé a recibir clases de pintura en Almoradí, de la mano de Teresa Barrera. Era un espacio único en la zona para chicos y chicas con otra sensibilidad de donde han salido varios arquitectos y artistas. Hoy en día se pone contentísima cada vez que le enseño algún proyecto.
«Para un mismo proyecto he utilizado escultura, dibujo, instalaciones, performance, fotografía o videoarte»
Te defines como un artista visual. ¿Qué tipo de arte y disciplinas desempeñas?
La pintura es la disciplina que más he desarrollado, pero no la única. Durante la carrera aprendes que el componente poético de la comunicación artística en la contemporaneidad está muy sujeto al medio que se utiliza. Dependiendo del medio que utilices, un mismo mensaje puede percibirse de una manera muy distinta.
A pesar de que a mí me gusta mucho la ‘pintura que habla de pintura’, es decir el facto de pintar, también me gusta mucho contar historias. Muchos de mis proyectos son narrativos y a veces me he salido de la zona de confort al ser consecuente con que la narrativa se convirtiera en discurso, y para un mismo proyecto he utilizado escultura, dibujo, instalaciones, performance, fotografía o videoarte. Por eso lo de artista visual, porque trato de hablar a través de las imágenes.
¿Qué artistas te han marcado e influyen en tu manera de pintar?
Mis referentes a la hora de hacer la pintura se encuentran en un ámbito cercano, son profesores, amigos y compañeros con los que he tenido la suerte de coincidir.
A veces es más importante saber cómo otros artistas gestionan ciertas situaciones ajenas a la creación, que saber cómo se ha creado su pieza.
Me ha influido muchísimo Victoria Chezner por la profundidad y la consecuencia con la que entiende y transmite la importancia del estudio del paisaje. Otro gran pintor del que he aprendido mucho es Alejandro Carpintero. No todo artista resulta tan generoso como él a la hora de transmitir conocimientos. Es un fuera de serie.
¿Cómo describirías tu estilo?
Creo que es importante no tener etiquetas hoy en día en ningún ámbito de la vida. En el tema artístico para lo único que sirven las etiquetas es para encorsetar al artista.
Cada cual es un mundo, dejemos ser y (muy importante) no nos olvidemos de dejarnos ser a nosotros mismos.
«En el tema artístico para lo único que sirven las etiquetas es para encorsetar al artista»
También has desarrollado tu talento en el mundo de la interpretación, ¿prefieres estar delante o detrás del escenario?
Hago teatro desde hace diez años, y me ha servido para implementar mi formación en asignaturas de escenografía o en proyectos donde podía usar el cuerpo como medio en la performance. También para darme cuenta que los ritmos, tonos y estructuras narrativas eran esenciales tanto en las artes visuales como escénicas.
He hecho alguna cosa sobre el escenario, pero lo que más me llama es estar detrás, en la dirección. Eso es lo que estoy haciendo últimamente.
Has restaurado junto a Antonio Mora una obra emblemática de Rafal como es la Graná y su arco. ¿Qué nos puedes contar de este proyecto?
Me he encargado de la restauración del arco. Tras haber investigado su historia, al final he hecho como una versión nueva, teniendo en cuenta el carácter narrativo de la pintura cristiana y el simbolismo.
He intentado poner en valor no solo la parte tangible de la pieza, sino todo el componente inmaterial que hay tras la celebración. Al fin y al cabo, es una manera única de celebrar la resurrección.
Ha sido un trabajo meditado, tratado con todo el afecto y responsabilidad, y estoy contento con el resultado.
«Dependiendo del medio que utilices, un mismo mensaje puede percibirse de una manera muy distinta»
Entre todos los proyectos que vas realizando, ¿hay alguno que recuerdes con especial cariño?
El proyecto que hice como trabajo fin de grado me sirvió para avanzar a nivel personal. Fue un proyecto que manifestaba las diferentes fases del duelo. Me impliqué mucho a nivel emocional y, a pesar de ser tan íntimo, se entendió perfectamente.
Pero los proyectos más satisfactorios son los colaborativos, ahí la alegría es compartida, como ‘Mujeres en la historia de Almoradí’, una idea brillante que comenzó Nuria Follana y un proyecto en el colaboro. Ahora estamos haciendo capítulos audiovisuales formato serie que cuentan la historia de mujeres muy importantes a nivel local.
¿Tienes en mente algún nuevo proyecto?
Muchos, estoy ejerciendo de profesor en un taller de pintura en la Universidad de Murcia y pronto se expondrá en Buenos Aires uno de los últimos proyectos. Continúo trabajando en ‘Mujeres en la Historia de Almoradí’ y he vuelto a pintar en casa.
Estoy centrado en sacar un proyecto de gestión y a la espera de formarme para ser profesor.