Entrevista> Toni Mayor / Presidente de Hosbec (Benidorm, 1953)
Después de pasar los últimos catorce años al frente de la patronal hotelera Hosbec, Toni Mayor dejará el cargo el próximo otoño.
Todavía le quedaban dos años más de mandato, pero cree que ha llegado el momento de dar un relevo que, salvo sorpresa, se sustanciará en la persona de Federico Fuster, una nueva generación y, seguramente, una nueva manera de hacer las cosas, aunque sin grandes rupturas después de varios años siendo la mano derecha del histórico dirigente benidormense.
Tras tres lustros al frente de una de las mayores asociaciones hoteleras de España, que este año ha superado la barrera de las 100.000 camas asociadas, son pocos los interlocutores que no conocen a Mayor, que ha tenido la habilidad y la valentía de meterse, con su eterna y franca sonrisa, en todos los jardines y charcos que se le han cruzado en el camino.
«Las vacaciones se han ido convirtiendo en una necesidad inaplazable»
Durante la última Asamblea Anual de Hosbec deslizó en varias ocasiones que el sector había tenido dudas sobre si sería capaz de volver a ser el motor económico que era previo a la pandemia. ¿Hasta qué punto llegó esa duda?
Bueno, es que una crisis como la de la pandemia no la habíamos vivido nunca. Eso han sido palabras mayores. No lo decía por mí mismo o por la organización, sino porque había bastantes hoteleros que se preguntaban si volverían los británicos, si los clientes fieles no acabarían yéndose a otros lugares… había dudas.
Son cosas que vas oyendo y que, al final, transmites en un discurso, pero yo nunca lo pensé. Tengo un carácter muy positivo y tengo mucha confianza en el sector turístico. Además, está demostrado por encuestas que somos un producto de prioridad en el gasto.
¿Las vacaciones son, por lo tanto, un bien de primera necesidad?
Es que la gente quizás no se ha cambiado el coche o el sofá, no ha pintado… no ha hecho muchas cosas, pero ha priorizado el gasto en turismo. Históricamente, las vacaciones se han ido convirtiendo en una necesidad inaplazable. Es algo que no sólo ocurre con el sol y playa, sino también con las ciudades, el turismo de interior, la restauración… con toda clase de ocio.
La gente ha dejado atrás el virus y se ha dicho que ahora es nuestro turno de gastar por si acaso, aunque de ese ‘por si acaso’ hay mucho que hablar porque sigue habiendo mucho covid en Reino Unido y aquí, si bien es verdad que está siendo muy suave.
Pese a todo, durante la pandemia y muy especialmente en 2021, los destinos de sol y playa acabaron funcionando relativamente bien.
Así es. Hay dos veranos. El de 2020 fue fatal. Abrías, cerrabas, ahora sí, ahora no… No tuvimos turismo internacional, como tampoco lo tuvimos en 2021. Pero ese año nos beneficiamos mucho de que el turista nacional que solía elegir destinos internacionales optó por venir a la costa.
Además, teníamos abierto el setenta u ochenta por cien de la planta hotelera. La que estaba abierta era la mejor e hicimos una temporada bastante decente. A eso, hay que sumar que los restaurantes hicieron el mejor verano de su historia. En 2021 se salieron… y siguen saliéndose.
Este año sí ha vuelto con muchísima fuerza el turismo internacional y ya tenemos toda la planta abierta a lo largo de toda la costa.
«Este año ha vuelto con muchísima fuerza el turismo internacional y ya tenemos toda la planta abierta a lo largo de toda la costa»
El gran titular que usted mismo dejó en esa Asamblea es su marcha como presidente de Hosbec. ¿Por qué ahora, cuando le quedaban dos años de mandato?
Bueno… no es tan importante. Es algo que el sector y nosotros mismos habíamos hablado hace tiempo y, por lo tanto, estaba consensuado. Hace dos años, en plena pandemia, no parecía prudente hacer ese cambio. Hablé con Fede y le dije que seguiría un año o dos a ver si salíamos de ese lío. ¡Es que han sido 14 años!
Ha sido demasiado. Creo que la teoría de ocho años y fuera es buena, pero también es verdad que Merkel estuve 14 años y yo no quería ser menos que ella, así que tuve que forzar un poco (ríe).
Federico Fuster, actual vicepresidente y el único que por ahora se postula para sucederle, ¿debe ser considerado su delfín?
Es el delfín de todos. Nosotros hacemos las cosas de una forma muy colectiva. Viene de una familia histórica de hoteleros, tiene juventud, experiencia y cualidades.
Además, tenemos la gran suerte de tener a Nuria (Montes, secretaria general de Hosbec), que es un Panzer alemán (ríe a carcajadas). ¡Cuántas organizaciones querrían tener nuestra suerte y contar con ella! Es una mujer que produce por dos, siempre está ahí, con buenas maneras, con rapidez en la ejecución.
«Creo que la teoría de ocho años y fuera es buena, pero también es verdad que Merkel estuvo 14 años y yo no quería ser menos que ella»
Desde su nombramiento en 2008 han pasado de contar con algo menos de 70.000 camas asociadas a más de 100.000. ¿Ha sido algo buscado o se ha producido de forma natural por el trabajo del día a día?
Creo que ha llegado gracias a la buena imagen, porque nadie se apunta a una sociedad que no le gusta. Es verdad que se ha hecho una labor de crítica política, pero se ha hecho a todos los partidos… ¡tú eres muy consciente de lo que yo he largado del PP en su momento! (ríe).
Siempre hemos estado ahí, siendo muy críticos con todos y eso ha ayudado a que no se nos vea posicionados con unos u otros. Yo hago ese papel independiente de estar con unos y otros.
Habiéndose demostrado, como usted mismo ha reconocido, que es posible atraer al mercado nacional y, de esa manera, no ser tan dependientes de emisores únicos como Reino Unido, ¿ha llegado el momento de que el sector se replantee su dependencia de los grandes turoperadores y apueste por un tipo de cliente que no genere tanta ‘turismofobia’?
No hemos dejado de ganar escalones en ese terreno desde que Internet entró en el mercado turístico. Es algo con lo que tenemos que convivir. La turismofobia es un producto que nace con los Airbnb. Las habitaciones que se alquilan, los apartamentos que nadie controla…
Eso no existía hasta que entraron esas comercializaciones tan agresivas y que invadían todo el territorio residencial. Cuando el turismo ha invadido edificios residenciales y ha metido apartamentos con seis chavales armando follón, es cuando ha llegado el problema.
Eso tiene difícil solución.
Yo ya dije que si fuera alcalde de Capri o de Florencia no dejaba entrar a un solo crucerista. Son destinos que ya tienen suficiente sexapil. Los cruceros tienen alguna cosa positiva, especialmente en los puertos de salida, porque eso atrae a turistas que vienen de lugares lejanos como China o Estados Unidos y están unos días en la ciudad antes de embarcar.
Le noto especialmente beligerante con los cruceros. De hecho, recientemente aseguró en una entrevista que el único punto positivo que le veía a la Tasa Turística es que se lo cobrara a los cruceros.
(Ríe) Es que no pagan IBI, no pagan ningún impuesto… pues que paguen una tasa local.
«Es verdad que se ha hecho una labor de crítica política, pero se ha hecho a todos los partidos»
Una tasa que ustedes siempre han dicho que es un impuesto y contra la que se han posicionado en contra de una forma muy rotunda.
Creo que la tasa turística ya está muerta. Más todavía después del resultado electoral en Andalucía. Cuando la tengan que plantear a final de año, con elecciones a unos meses vista… ¿crees que se van a meter en ese fregado? No tiene ningún sentido.
Tasa turística, problemas aeroportuarios, pospandemia, guerra en Ucrania… parece que sólo surgen problemas y malas noticias.
Estamos en un momento tan extraordinario y tan excepcional. Guerra, inflación, sobrecostes, tasa turística… En el horizonte, no debemos olvidarlo, seguimos teniendo la pandemia, que puede darnos problemas de nuevo. De hecho, en Reino Unido ya están poniendo la cuarta dosis de la vacuna a los mayores de 70 años. Tenemos tantas incertidumbres sobre la mesa que no podemos poner más.
Hablando de incertidumbres, una de las más inmediatas es el futuro del Imserso. Ante la negativa de la ministra Belarra de negociar con el sector, ¿no se han planteado lanzar un programa paralelo desde la iniciativa privada?
No es fácil hacer esas cosas, aunque ya hay touroperadores privados que tienen programas similares.
Se lo pregunto porque tal y como ustedes lo pintan la desaparición del Imserso supondría un auténtico Armagedón para el turismo.
Si el Imserso dejara de existir, Benidorm se salvaría porque tiene atractivo internacional en invierno. No es como otros lugares como Gandía, Magaluf, Lloret, Salou… donde sólo quedan abiertos los hoteles del Imserso. Yo mismo tengo hoteles en Denia o Calpe y ahí sí que lo notaríamos porque no hay suficiente volumen. Dicho esto, trataríamos de venderlo de otra forma.
Lo bueno del Imserso, cuando tenía volumen, es que cada siete días se iba un grupo y llegaba otro. Eso te permitía hacer un volumen barato, pero con el que salvabas la temporada.
Siempre dije que si llegábamos a Semana Santa y habíamos perdido 200.000 euros, que me dijeran dónde había que firmar. Los pagamos a gusto por mantener la plantilla. Ahora ya hablamos de perder más de 800.000 euros. Tratan de llevarnos al matadero y contra eso nos revelamos.
«La tasa turística ya está muerta. Más todavía después del resultado electoral en Andalucía»
Siguiendo con los temas de actualidad, ¿cuándo llegará el momento en el que no quede más remedio que repercutir el incremento de costes en los precios?
Eso llegará el verano que viene. Tenemos que tener en cuenta que aquí tenemos un espacio de rentabilidad y otro de desierto. El invierno es un desierto económico. Ya sea con ingleses, con el turismo nacional o con el Imserso, no pasamos de un precio medio de 40 euros. Ya lo dije en la Asamblea: no podemos seguir cobrando lo que cobramos.
En otras zonas están cobrando lo que no está escrito por pernoctaciones en hoteles de la misma calidad. Por eso, también dije que igual tenemos que cerrar el quince o veinte por ciento de la planta hotelera en invierno y repartirnos ese cierre entre todos para que los que queden, al menos, sean sostenibles económicamente.
Otra cuestión que ha tomado un gran protagonismo en los últimos años es la de la sostenibilidad de la industria turística.
Creo que la sostenibilidad ya es como el agua: todos tenemos que beber de ella y todos tenemos que hacernos cargo de ella. Y cuando digo todos, es todos: la industria turística, la aeronáutica, la del transporte, la Administración… Especialmente, la Administración. En este momento, ya tendría que haber la mitad del transporte público eléctrico, como ya ocurre en muchos sitios.
No es un reto de una industria, de un sector económico, de un partido político. Ni siquiera es un reto de un gobierno. Es un reto de la humanidad. O la humanidad se pone las pilas o sufrirá las consecuencias, que es lo que ya estamos haciendo.
«Igual tenemos que cerrar el quince o veinte por ciento de la planta hotelera en invierno»
Pero usted mismo me ha dicho que con el Imserso se trabaja a volumen para cuadrar las cifras y Benidorm es un ejemplo de esa apuesta por el volumen durante todo el año. ¿No resulta un oxímoron esa apuesta y, a la vez, hablar de sostenibilidad?
No. Tenemos que ir dando pasos conforme a las posibilidades que se tengan. Además, es algo que ya nos está pidiendo el cliente. Hace quince o veinte años TUI (Touristik Union International) hizo un estudio que concluía que para el británico es más sostenible ir a Benidorm que viajar a otro continente por una cuestión tan simple como el uso del combustible.
Creo que ahora ya existe una conciencia general sobre esa cuestión y que aquel que hace un viaje de largo radio lo alarga, con una estancia de quince o veinte días, para no volver a hacer otro en cinco años. Es una conciencia que irá calando cada vez más en el consumidor y que se traducirá en una mejora de la contaminación que producimos con nuestro ocio.