Este otoño se cuentan ya 185 años desde que San Vicente del Raspeig alcanzara su independencia municipal de forma definitiva. Fue a raíz de la iniciativa de unos vecinos quienes consideraban que la localidad ya había alcanzado suficiente tamaño como para no seguir dependiendo directamente de Alicante.
Ya unos años atrás, durante la Guerra de la Independencia, la población vivió una efímera experiencia municipalista que no llegó a cuajar, unos hechos de los que también se cumple el 210 aniversario. Así pues, desde AQUÍ en San Vicente hemos querido aprovechar estas efemérides para recordar cómo sucedió todo aquello.
Una visita de San Vicente Ferrer dio nombre al pueblo original
La visita del santo
Para localizar el origen de nuestra localidad debemos viajar hasta la Edad Media, cuando ya aparece aquí en algunos mapas una pequeña pedanía llamada El Raspeig perteneciente a Alicante. Hacia finales del siglo XIV se levantó una ermita que acabaría siendo fundamental para la historia del futuro municipio.
Resulta que San Vicente Ferrer llegó hasta este lugar en uno de sus habituales viajes. Este santo valenciano dedicó gran parte de su vida a realizar peregrinaciones por España e Europa acompañado por una gran multitud de fieles. Su carisma era tal que se generó a su alrededor todo un auténtico ‘fenómeno fan’ y cada vez que visitaba algún lugar su estancia se convertía en un gran acontecimiento.
Por ello, a raíz de aquella visita a la ermita de El Raspeig, este pequeño poblado pasó a ser más conocido como San Vicente del Raspeig. Originariamente este templo medieval estaba dedicado a San Ponce, pero sobra decir que a partir de aquel día cambió de santo patrón para siempre.
En torno a la ermita
Desde entonces las nuevas casas que se iban construyendo en El Raspeig se ubicaron alrededor de la ermita de San Vicente, convertida en el centro del núcleo urbano. Desde aquí partían los diferentes caminos que unían al pueblo con Alicante, Elche o Elda. También era donde se celebraban fiestas patronales cada año con motivo del día del santo (25 de abril).
Con el paso de los siglos la población siguió creciendo lentamente. Llegó un momento en que la ermita se había quedado ya antigua y pequeña, por lo que fue reconstruida como una iglesia más grande. A principios del siglo XIX ya contaba con unos 3.000 habitantes.
La primera independencia fue anulada por Fernando VII
Viva la Pepa
Llegó entonces la invasión francesa de España ordenada por Napoleón Bonaparte y la consecuente Guerra de la Independencia. Aprovechando la huida del rey Fernando VII, la resistencia española promulgó una nueva constitución en Cádiz conocida coloquialmente como ‘La Pepa’ (pues se aprobó el 19 de marzo de 1812, día de San José) que limitaba los poderes absolutos del monarca.
El nuevo texto constitucional introducía por primera vez la democracia como sistema político en España. También a nivel municipal, donde se establecía que todos los municipios superiores a 1.000 habitantes tenían derecho a ser gobernados por un alcalde propio elegido por los vecinos.
Primera independencia
Los diputados de Cádiz organizaron una comisión para que se recorriera todas las zonas de España no ocupadas por los franceses con el fin de anunciar la nueva constitución. Entonces no había internet ni televisión, había que llevar las noticias físicamente para que todo el mundo se diera por enterado.
Dado que nuestra provincia era una de las pocas zonas de España que aún resistía la ofensiva francesa, la comisión llegó a nuestras tierras en el verano de 1812. Las autoridades políticas de Alicante acataron el nuevo orden constitucional y reconocieron a San Vicente del Raspeig como municipio independiente.
Suponemos que, en base al mandato constitucional, debieron celebrarse las primeras elecciones municipales de la historia del pueblo. Por desgracia desconocemos la identidad de aquel histórico primer alcalde.
Durante los primeros años hubo una dura disputa territorial con Alicante por el término municipal
Independencia definitiva
La recién lograda municipalidad fue bastante breve, pues en cuanto Fernando VII regresó a España suprimió la Constitución y reinstauró el absolutismo. Todos los pueblos segregados retornaron a su municipio original, incluido San Vicente.
Hubo que esperar hasta 1836, ya fallecido el monarca, para que un grupo de vecinos se atreviera a demandar que se recuperara la perdida independencia. Para ello presentaron un escrito a la Diputación de Alicante aduciendo que la localidad ya había tenido consistorio propio dos décadas atrás.
La institución provincial les dio la razón y declaró oficialmente la segregación de San Vicente del Raspeig en septiembre de 1837. El primer alcalde fue Mariano Beviá Lillo, uno de los firmantes de la petición.
Disputa con Alicante
Eso sí, los problemas ni mucho menos quedaron resueltos sino que más bien se agrandaron desde ese momento. A raíz de esta nueva municipalidad comenzó una disputa territorial entre los ayuntamientos de Alicante y San Vicente por los terrenos que debían formar el nuevo término municipal sanvicentero.
Aquel follón no se resolvió hasta once años después, y trajo de cabeza a los primeros concejales dado que les imposibilitó, en muchos casos, poder recaudar impuestos a los vecinos con lo que San Vicente era una población con ayuntamiento pero sin presupuesto.
Cuando por fin se solucionó este tema, los sanvicenteros pudieron comenzar a resolver sus propios asuntos y a tener sus propios ahorros. En 1887 se construyó el primer edificio para albergar el ayuntamiento, el cual fue utilizado con dicho fin hasta que hace una década se edificó el actual.