Es difícil imaginar hoy, con nuestras confortables vidas, que hubo un tiempo en el que las cavas, también denominadas neveras o pozos de nieve, fueron clave en el aprovechamiento económico. Ubicadas muchas de ellas por las montañas mediterráneas, han quedado como una prueba evidente de épocas mucho más frías.
Estas cavas fueron hasta el siglo XIX unas construcciones funcionales, creadas para conservar la nieve recogida durante el invierno y repartirla a lo largo del año, según necesidades. De arquitectura simple, un gran pozo circular de cierta profundidad recubierto con mampostería y techumbre, brindaba una compleja organización que iba desde la recogida y almacenamiento hasta su comercialización.
De los tres sillares que la componen, el superior no descansa sobre los inferiores, sino que está contiguo
Consumo de nieve desde 1625
El consumo de nieve en Alcoy está documentado en el archivo desde 1625, aunque diversas autoridades tuvieron serios problemas para abastecer a la villa. Este reparto se iniciaba a principios de mayo, finalizando el día de Todos los Santos (1 de noviembre).
El principal abastecedor, al menos los primeros años del siglo XVIII, era la familia Sirvent de Ibi, que contaba con un pequeño pozo en El Carrascal. Pero este monopolio no durará mucho debido a la existencia de más pozos, como es el caso de la cava de la masía de Moltó, hoy conocido como el pozo de Canonge.
Durante los primeros años del siglo XIX se construye el pozo de Cortés, una cava diferente a las demás por su tipología, excavada en piedra tosca. Se ubica en el interior de una propiedad de El Salt, a las afueras de Alcoy, y durante gran parte del siglo XIX perteneció a Antonio Cortés, razón por la cual recibe el nombre de Cava de Cortés.
¿Cómo es?
Pozo de relevante profundidad, forma su cúpula una media naranja. Su construcción es notable por las proporciones que muestra: de portada sencilla, llama la atención porque de los tres sillares que la componen el superior no descansa sobre los inferiores y únicamente está contiguo, sin notarse punto alguno de ensamblaje.
A la izquierda de la cava se observa una elevada pared de piedra, con una portada grande y de bello orden arquitectónico. Se trata de una caverna majestuosa, desde su piso hasta la techumbre, claraboyas, escaleras, arcadas, bóvedas y peñascos agrupados.
En el siglo XX, sobre el 1919-20, el pozo es derrocado y abandonado
Su funcionamiento
Se sabe que, al menos hasta 1857, el pozo siguió en funcionamiento. Unas décadas antes, en 1827, parece que a José Cortés -de profesión ‘nevatero’- se le adjudica el abastecimiento de nieve en Alcoy por un año, pero este dato muestra dudas porque el señor Cortés podría haber sido ciego, lo que hacía difícil que pudiera dedicarse a esa labor.
Entre 1839 y 1842 el abastecedor es Antonio Cortés, cantero, aunque se ve obligado a ir a por nieve al pozo de El Carrascal. Esta circunstancia le será sumamente desfavorable, porque no podía dar salida a la nieve de su pozo en Alcoy, y en 1840 solicita al ayuntamiento poder ejercer la libre venta de su producto.
Ventajas e inconvenientes
Serían notables las dificultades que Cortés tendría para llenar el pozo, porque las numerosas propiedades existentes limitarían el área de recogida de nieve. Además, se encuentra a 720 metros sobre el nivel del mar, con una abundancia de nieve inferior a la del pozo de El Carrascal, por ejemplo.
Por otra parte, las buenas condiciones de aislamiento mantenían el hielo de un año a otro y su proximidad con el núcleo urbano reducía los gastos de transporte y que la nieve perdiera calidad, factores que favorecían su rentabilidad.
Estas cavas fueron creadas para conservar la nieve recogida durante el invierno y repartirla el resto del año
Consumo en Alcoy en 1851
Sí se tiene constancia que la nieve de la cava de Cortés se consume en Alcoy en el año 1851, según remarca una instancia un grupo de heladores presentan en el consistorio quejándose que “contiene una gran parte de tierra y piedra”.
Pero unos años más tarde, alrededor de 1919-20, el pozo y sus dependencias anexas son derrocadas y abandonas, al tiempo que diversas zonas del terreno son vendidas.
En la actualidad
A día de hoy todavía se reconoce esa colosal construcción. Se aprecian, por un lado, el túnel y algunas cuevas adjuntas, hasta un gran patio con paredes verticales donde se abre la ventana que permite vislumbrar el interior de la cava.
Próximo al lugar, unas escaleras descienden hacia una red de galerías donde se ven pozos circulares, hoy anegados, y un agujero permite introducirse en un pasadizo por el cual bajar hasta el fondo del propio pozo.
Es Bien de Relevancia Local, figura patrimonial y de protección que le otorga la Ley del Patrimonio Cultural Valenciano.