Como tantos jóvenes en la España del siglo XXI, el pueblo de Mutxamel en su día también tuvo que sufrir todo tipo de sinsudores hasta lograr su independencia definitiva. Incluso hasta pasó por un periodo ‘universitario’.
Ésta es una historia de agricultura, plagas, epidemias, agua, lucha política… Una historia que duró varios siglos y que culminó en el municipio que hoy todos conocemos. Aquella vez que los vecinos de nuestra localidad dejaron ser solo alicantinos, para convertirse también en mutxamelers.
La independencia definitiva se produjo en 1743
Origen del pueblo
Las primeras referencias que apuntan a la existencia de un poblado en la zona donde se ubica la actual Mutxamel datan de la época romana, quizás una pequeña aldea periférica de la cercana ciudad de Lucentum. En la Edad Media ya tenemos la certeza de que había un asentamiento musulmán fijo en donde hoy está el barrio del Ravalet.
En 1490 el rey Fernando II ‘el Católico’ concedió a Alicante el título de cuidad, especificando que su término municipal abarcaba también un amplio territorio a su alrededor el cual incluía toda la comarca de l’Alacantí.
Aún así en los siguientes años el pequeño núcleo mutxameler, siempre muy ligado a la agricultura, continuó creciendo por su cuenta. Así lo demuestra el hecho de que en 1511 se comenzara a edificar la iglesia de El Salvador.
Un desarrollo urbano que se incrementaría todavía más gracias a la construcción del Embalse de Tibi, con su correspondiente red de assuts y acequias, permitiendo mayores posibilidades de explotar la huerta. Podemos por lo tanto considerar este periodo como el origen definitivo del Mutxamel moderno.
Mutxamel llega a la Universidad
Fue a raíz de este crecimiento que en 1580 el rey Felipe II concedería por primera vez a Mutxamel el título de ‘Universidad’. Eso sí, no en el sentido tal y como lo entendemos hoy en día.
En aquella época la palabra ‘universidad’ todavía no se asemejaba exclusivamente a las instituciones de enseñanza superior; si bien ya existían algunas en España como la de Salamanca, la de Alcalá de Henares o la de Sevilla.
De hecho este término de origen romano viene de ‘universitas’ que significaba “conjunto de todas las cosas” o más específicamente “un conjunto o gremio de personas asociadas”.
Por ello cuando desde la realeza se concedía el título de Universidad a una localidad, venía a significar un reconocimiento a que los vecinos habían logrado forjar un núcleo suficientemente grande como para merecerse una cierta autonomía municipal.
El primer Ayuntamiento de Mutxamel se arruinó debido a una serie de malas cosechas
Primera independencia fallida
La ‘época universitaria’ de Mutxamel duraría casi cuatro décadas, hasta que en 1628 el rey Felipe VI le concedería el título de Villa Real, lo cual significaba ya la independencia definitiva de Alicante.
Sin embargo los vecinos mutxamelers que tanto habían reivindicado este reconocimiento pronto conocieron el precio de sus actos. Durante los siguientes años sufrieron toda clase de infortunios como plagas de langostas o una epidemia de peste negra.
Estas adversidades se tradujeron en varias malas cosechas seguidas que mermaron considerablemente los ingresos de las arcas públicas, generando una enorme deuda en el ayuntamiento local. El agujero fue tan grande que las autoridades municipales acabaron solicitando en 1653 la reintegración a Alicante ante la imposibilidad de afrontar los pagos.
Segregación definitiva
Tuvo que pasar casi un siglo hasta que la localidad volviera a recuperar su independencia. Fue en 1743 cuando sería de nuevo concedida, luego de varias décadas de bonanza económica merced a la recuperación de la agricultura y al desarrollo del Puerto de Alicante que permitió exportar estos productos agrícolas al exterior.
En aquel momento Mutxamel ya superaba los dos mil habitantes, y éstos lograron convencer a las autoridades gubernamentales de que la localidad sí contaba ahora con unos cimientos suficientemente fuertes como para asegurar la solvencia de su ayuntamiento.
Durante 46 años el caserío de Peñacerrada se segregó como un municipio propio
La fugaz marcha de Peñacerrada
Con lo que seguramente no contaban entonces aquellos pioneros mutxamelers es que tan solo unas pocas décadas más tarde iban a probar de su propia medicina, pues el nuevo municipio sufriría una segregación parcial. Fue a raíz del marqués de Peñacerrada, quien debido a desavenencias con el Ayuntamiento utilizó sus influencias para que, en 1789, le fuera reconocida la independencia de su hacienda particular y las casas ubicadas a su alrededor.
La existencia de este pequeñísimo municipio de Peñacerrada apenas se prolongó durante 46 años. Los recursos de su ayuntamiento fueron tan limitados que casi cualquier inversión se hacía imposible, por lo que la zona se fue despoblando. De las cincuenta casas habitadas originales, la mitad quedaron abandonadas. Finalmente este extraño experimento municipal acabaría reintegrándose a Mutxamel.
Hacerse mayor
Por tanto podríamos decir que nuestra localidad ha pasado por todas las típicas fases de quien se quiere emancipar de casa. Primero le tocó ir a la universidad; luego quiso probar suerte pero se encontró que aún no estaba del todo preparado, así que acabó regresando al hogar paterno por sus problemas de dinero; y algo después al fin lo conseguiría definitivamente… aunque uno de sus nuevos compañeros de piso le abandonó durante un breve periodo de tiempo.
Metáforas aparte, queda claro que el destino de Mutxamel siempre ha girado alrededor de su huerta. Al menos hasta los últimos tiempos, cuando el antiguo pueblo agrícola se ha ido convirtiendo en un núcleo urbano con todo tipo de servicios.