Aquellos que siguen la denominada paleodieta consumen únicamente carnes magras, pescado, frutas y semillas en un intento de imitar la dieta de los primeros humanos. Su razonamiento es que el cuerpo humano es genéticamente incompatible con la alimentación moderna surgida a partir de la aparición de la agricultura. Sin embargo, según las últimas investigaciones, aquella dieta paleolítica podría ser más sofisticada de lo que se pensaba. Es la conclusión de un nuevo estudio que ha examinado restos de comida de dos sitios arqueológicos del paleolítico tardío, datados de un lapso de tiempo de casi 60.000 años.
El estudio se ha basado en fragmentos de alimentos vegetales cocinados. A simple vista, o bajo un microscopio de baja potencia, parecen simples trozos carbonizados con fragmentos de semillas fusionadas. Sin embargo, gracias a un poderoso microscopio electrónico de barrido se han podido ver detalles de las células vegetales.
Condimentaban la comida
Lo que se ha descubierto entonces es que tanto los neandertales como los Homo sapiens tenían dietas complejas que implicaban varios pasos de preparación, y que también se esforzaban para sazonar y usar plantas con sabores amargos a fin de que sus alimentos supieran mejor.
Concretamente, se han analizado un fragmento de un alimento finamente molido que podría ser pan, rebozado o un tipo de papilla, además de alimentos ricos en semillas de legumbres y de molido grueso en la cueva de Franchthi (Egeo, Grecia). En la cueva de Shanidar (Zagros, Kurdistán iraquí) también se han estudiado fragmentos de mostaza silvestre y terebinto (pistacho silvestre) mezclados con otros alimentos.
En ambos sitios se han hallado además semillas de legumbres molidas o machacadas, como guisante silvestre (Pisum spp). Por lo que parece, quienes vivían en estas cuevas añadían las semillas a una mezcla que se calentaba con agua durante la molienda, el machacado o el triturado de las semillas.