En el invierno, la nieve puede llegar a cubrir las carreteras y los caminos evitando que la gente pueda transportarse e incluso salga de sus hogares. En países donde el clima frío puede llegar a ser sumamente extremo, hay camiones especiales que arrojan sal en las calles para derretir la nieve. Pero, ¿cómo es que algo que no está caliente puede derretir la nieve?
La respuesta está en la química. Resulta que el poder de la sal o cloruro de sodio no está en el deshielo sino en la congelación. Recordemos que el punto de congelación del agua pura es de 0°C. Cuando el agua alcanza la temperatura del punto de congelación, las moléculas que normalmente se mueven libremente quedan atrapadas en estructuras organizadas y cristalinas. Así es como se forma el hielo; no obstante, la sal interrumpe este proceso.
Cuando la sal entra en contacto con el agua se descompone en dos: un ión de sodio y un ión de cloruro que se mueven alrededor, ocupando el espacio vacío en medio de las moléculas del agua, separándolas y frustrando así el enlace necesario para formar hielo. Esta interrupción se llama «descenso crioscópico o depresión del punto de fusión», es decir, que la sal reduce el punto de congelación del agua. No obstante, la sal sólo puede actuar como anticongelante a temperaturas superiores a los -9°C .
Además, existe otro problema. Cuando la nieve desaparece con la llegada de la primavera, toda la sal arrojada al suelo no desvanece mágicamente. El cloruro de la sal tiene un efecto negativo: puede matar pequeños animales acuáticos, deshidratar y matar plantas, alterar la composición de la tierra y limitar la circulación del agua en lagos y ríos.
Asimismo, la sal es corrosiva para el metal, lo cual puede alterar la infraestructura de los caminos y también, las ruedas de los vehículos. Por estos motivos, algunas veces se utiliza arena como una alternativa más viable, es barata y evita los problemas que causa el cloruro. Sin embargo, la sal tiene una ventaja química importante: tiene más poder de descongelar debido a que contiene dos iones más en su estructura. Entonces, se necesita más cantidad de arena, que dejará un desastre cuando la nieve se descongele.
No obstante, en temperaturas congelantes ni la sal ni la arena servirán de nada. Los anticongelantes más poderosos incluyen: el cloruro de magnesio, el cloruro de calcio, cloruro de potasio y el acetato de potasio. Este último es particularmente efectivo ya que trabaja a muy bajas temperaturas (-75°C), mientras que los otros químicos sólo funcionan a un máximo de -20°C.
Aunque todos estos son excelentes para descongelar, la mayoría de ellos dañan el medio ambiente ya que también contienen cloruro, sin mencionar que son sumamente costosos. Por lo tanto, la sal sigue siendo la mejor alternativa.