Para hablar de Santa Lucía, no hace falta recrearse en el tópico, en aquello de “Santa Lucía te conserve la vista”, para reprender a quien nos señala los pliegues de más, o lo de “Per santa Llúcia un pas de puça, i pel Nadal, un pas de pardal”. Ni pasos de pulgas ni pájaros: lo que toca es incluso un poco de magia, como ocurre allá por la alicantina Penáguila y su rayo de luz.
La cosa es que el trece de diciembre el sol incide sobre el arco pétreo de Santa Llúcia y, a lo peli de Indiana Jones, se proyecta sobre la población, embarazando a cuanta mujer se encuentre por donde la escultura natural. ¿Y en el cap i casal? La devoción comenzó realmente mucho antes de que se construyera la actual ermita, de 1511 como primera obra, en plena Ciutat Vella pero hoy bien rodeada de modernidad urbanita.
De origen incierto
Antes de volver al templo, desde el que alrededor del día trece de diciembre acontece un nutrido ciclo festero, o al edificio anterior, con su historia ligada a la cofradía aún bien activa que mantiene el culto, la Confraria de Santa Llúcia de València, démonos una vuelta por la historia. Por la de la santa.
De entrada, nos encontramos con que ni siquiera sabemos si nació en Alejandría (al norte de Egipto), Bolonia (capital de la región norteña italiana de Emilia-Romaña) o en Siracusa (en la sureña Sicilia, el balón que pretende chutar la ‘bota’ italiana; aunque otras localidades de la región también pugnan por el natalicio). Tras encontrar un resto arqueológico en las catacumbas siracusanas fechado en el 380, se le asigno este gentilicio.
Tras encontrar restos del 380 se decidió que era siracusana
Biografía deducida
Un compendio de datos históricos y otros legendarios le permitieron a la Iglesia católica datar nacimiento y defunción, respectivamente, en el 283 y el 304. Eso sí, ya oficialmente como Lucía de Siracusa se quedó. Dos relatos sobre su martirio, uno griego del siglo quinto y otro latino de entre el sexto y el séptimo, muy semejantes aunque difieran en detalles, permitieron reconstruir la biografía.
Vivió muy intensamente sus veintiún años. Hija de nobles romanos, quizá de padre llamado Lucio (de ahí el llamarse Lucía), rezó en la tumba de Águeda de Catania (Santa Águeda, 235-261, asesinada en aquella ciudad siciliana) para que sanase su madre. Puesto que curó, Lucía se convirtió al cristianismo, ganándose todos los números para martirio y ejecución.
Lucía puede traducirse como la que porta la luz
Defendiendo la virginidad
Que hayan aparecido indicios de su posible existencia aleja algo la sospecha de que su historia versionase anteriores relatos paulinos evangelizadores. Los recelos venían con el mismo nombre: Lucía es una palabra que procede de la latina ‘lux’, y puede interpretarse aquí como ‘luz’ o ‘la que porta la luz”.
Defendió su virginidad con uñas y dientes, algo sacralizado por la misma Iglesia que la canonizó (es una de las once santas reconocidas oficialmente desde el año 600, y el papa San Gregorio Magno, 540-604, dedicó a Lucía dos conventos femeninos del 590), aunque intentaron violarla. A sus torturadores les soltó: “Aunque el cuerpo no sea respetado, el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal”.
La ermita original se erigía a partir del 1381
Patrona de la visión
Patrona de todo oficio en el que casi con seguridad acabes condenado a llevar gafas de vista cansada, y de los oftalmólogos, lo de la visión tiene sus porqués. El legendario alude a que le vaciaron los ojos y estos le volvieron a crecer; el histórico-artístico, a que siempre se la represente trayendo la luz (vela, linterna…). Arraigó muy pronto en el Mediterráneo su devoción.
Por la Comunitat Valenciana, las guías suelen destacar especialmente los festejos de la valenciana La Llosa de Ranes, las alicantinas Banyeres de Mariola, Ibi, Dénia y Xàbia, y las castellonenses Alcalà de Xivert-Alcossebre, Borriana, Morella y Olocáu del Rey. Y, claro, en València: poco después de que el mismísimo Jaume I (1208-1276) conquistara la ciudad, comenzaba a operar la Almoyna (servicio extraordinario de donativos cuando las arcas reales lo exigían) de Santa Lucía.
Fundación de la cofradía
Según los cronicones, desde aquí arrancaba la futura Confraria de Santa Llúcia, que el año pasado cumplía sus 640 aniversario de existencia, desde 1381, al comprar el descampado donde se levantó la primera ermita, junto al desaparecido portal de Torrent o dels Innocents (por donde el templo actual), el año en que comienza a erigirse el futuro Micalet. El templo actual, eso sí, de dos naves (una gótica), se ampliaba en el dieciocho en estilo neoclásico.
Actos como la Tabalà de Santa Llucià (con muixeranga), la víspera del trece (cuando popularmente se sitúa el solsticio invernal, hoy entre el veintiuno y el veintidós), encuentran así un entorno de excepción, con los Jardins del Antic Hospital, el Institut Valencià de la Joventut o la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir acompañando. En el interior, los exvotos de cera nos recordarán, una vez más, qué y quiénes están bajo el patronazgo de Lucía de Siracusa.