Entrevista> Gaspar Tortosa / Músico (Villena, 12-junio-1966)
El próximo año se cumplirá el centenario de la comparsa de Los Andaluces de Villena y el 25 aniversario de la composición de una de las piezas más célebres de la música festera en su historia. El autor que hay detrás de esta magistral obra es Gaspar Ángel Tortosa Urrea.
Aquel preadolescente que aprendió a tocar el clarinete en la tienda de su tío-abuelo Pepe, acabó forjando una gran carrera en el mundo de la música y actualmente trabaja como profesor en el Conservatorio Óscar Esplá de Alicante. Más allá de su enorme vinculación con los Moros y Cristianos, por la que recibió el premio El Tito en 2016, también ha sido músico militar y miembro de la banda municipal de Villena. En su haber tienen decenas de pasodobles, baladas, piezas festeras, etc.
¿Cómo te metiste en esto de la música?
En realidad empecé un poquito tarde para lo que suelen empezar los críos ahora, yo tendría unos once años. Mi tío-abuelo Pepe Urrea era miembro de la banda municipal de Villena. Siendo niño a mí verle tocar me llenó de curiosidad y decía… “pues yo también quiero ser músico”.
Como él tenía una tienda de tejidos por la Iglesia de Santa María, todas las tardes al salir del colegio iba para allá y me daba clases de solfeo y clarinete. No pasé por ninguna academia, porque pillé una época de transición entre el maestro Carrascosa y el maestro Ferriz. Yo iba cada día con mi tío y aprendía lo que me enseñaba al mismo tiempo que también le ayudaba en alguna cosa del comercio. Aquella trastienda fue mi academia.
«En la música festera se debería arriesgar más en lugar de componer siempre lo que ya sabemos que funciona»
¿Por qué te dio por tocar el clarinete?
Porque Pepe Urrea era clarinetista. Yo como niño solo quería tocar el mismo instrumento que tocaba mi tío. Creo que sin yo darme cuenta di un curso intensivo porque lo normal es tardar tres o cuatro años en tocarlo, pero yo después de un año y pico ya había dado todos los métodos y había solfeado de todo.
Cuando llegó el maestro Antonio Ferriz a Villena, mi tío le comentó que tenía un sobrino que estaba haciendo progresos muy rápidos. Así que el 5 de septiembre de 1979 entré en la banda municipal. No llevaba ni dos años estudiando música.
¿Recuerdas tu primer concierto con la banda?
Fue el concierto del 9 de septiembre por los Moros y Cristianos. Lo que no recuerdo es que tocamos, aunque lo podría consultar porque creo que aún guardo el programa de fiestas.
¿Aquel fue tu primer contacto con los Moros y Cristianos como músico?
Sí, a partir de entonces empecé a desfilar con el grupo El Bolsi, que era muy famoso entonces, y nos dedicábamos sobre todo a tocar en los Moros y Cristianos. Yo descubrí que la música me gustaba mucho y de hecho al poco tiempo decidí que quería ser realmente músico profesional.
«Hoy en día salen profesores de clarinete por todas partes, pero en mi época no era tan habitual»
Como entonces no había conservatorio en Villena… te tocó irte a Murcia.
Al principio mi familia se pensó que yo estaba chiflado (risas). Más allá de mi tío Pepe, no había ninguna tradición musical en mi casa. Mi padre se dedicaba a conducir autobuses, hacía la línea Yecla-Jumilla-Murcia.
Al final conseguí convencerles de que quería ser músico. Precisamente aprovechando el trabajo de mi padre me matriculé en el Conservatorio Superior de Murcia.
¿Y cómo fue lo de ingresar en el ejército?
Cuando terminé estos estudios yo quería estudiar en la universidad, pero por circunstancias de mi casa no podía ser.
Entonces me surgió esta oportunidad a raíz de hablar con un profesor de saxofón que tuve llamado Javier de la Vega. Él me contó que había estado en infantería de marina de Madrid y le pedí que me diera los datos para contactar con ellos. Hice todo el formulario, la instrucción… y me admitieron como músico voluntario durante dos años. Yo ni me lo pensé porque para mí se me abría un mundo.
Imagino que fue una experiencia muy gratificante estando con músicos de toda España…
Sí, pero también fue una buena dosis de realismo. Porque en el país de los ciegos el tuerto es el rey, y yo estaba acostumbrado a ser el número 1 en Villena. Sin embargo cuando llegué allí me encontré un nivelazo impresionante. Incluso pensé que lo mismo tendría que dejar esto de la música porque no valía.
Sin embargo luego entraste en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.
Afortunadamente pude conseguir una plaza en el Real Conservatorio, así que por las mañanas estaba en el cuartel y por las tardes me iba a estudiar allí.
Tuve mucha suerte porque además me dieron la plaza con el profesor que solicité, el catedrático José Vicente Peñarrocha que era solista de la Orquesta Nacional de España. A veces el nombre no se corresponde con la realidad, pero en este caso era un fenómeno tanto como instrumentista como, sobre todo, docente y pedagogo. Se entregaba a sus alumnos y a mí me ayudó muchísimo. A base de paciencia y perseverancia fui progresando.
«A los villeneros nos gusta la música festera con mucho más ritmo y descaro que en otras localidades»
¿Por qué regresaste a Villena?
Al cumplir dos años de voluntario militar tenía la opción de prorrogar otros dos años más. Éramos una especie de soldados semiprofesionales y cobrábamos unas 20.000 pesetas de la época. Con eso pude alquilar un piso y estuve un año más que me permitió terminar los estudios del Conservatorio de Madrid.
Sin embargo mi padre sufrió un accidente con el autobús y yo entendí que era el momento de regresar a Villena. Aparte de que tenía novia aquí, mi actual mujer (risas). Al final las cosas te ocurren a veces sin saber muy bien cómo, porque resultó que justo a mi regreso en el conservatorio les hacía falta un profesor de clarinete. Así que me vino al dedo. Hoy en día los profesores de clarinete te salen por todas partes, pero en aquella época no era tan habitual.
¿Cuándo comenzaste a componer música aparte de tocarla?
Yo desde siempre había hecho mis pinitos, pero a raíz de regresar a Villena me matriculé en el Conservatorio Óscar Esplá de Alicante para sacarme el superior de composición. Lo que pasa es que en aquella época me casé y empezaron a venir hijos, hasta cuatro. Llegó un momento en el que no todo puede ser, y la familia es la familia.
Sin embargo en tu currículum sí que consta el título…
Sí. Ya en 2013 tuve a una alumna, a la que estaba preparando la prueba del superior, y me comentó que iban a salir plazas para el título de composición en el Conservatorio de Alicante. Hablé con mi mujer, porque significaba un esfuerzo extra de estar por las mañanas allí y por las tardes trabajando. Pero ella entendió que era algo que me hacía mucha ilusión, más que por el título porque me había quedado esa frustración.
Finalmente lo terminé en 2017 y justo quedó vacante una plaza de profesor de armonía y fundamentos de composición. Yo en realidad no hice los estudios por buscar un trabajo en Alicante, pero surgió así.
«Cuando les dije que quería ser músico mis padres pensaron que estaba chiflado»
¿Sigues dando clases de clarinete?
Como mínimo un día a la semana. Es el doble de trabajo porque supone tener más grupos y horas en el Conservatorio, pero me encanta así que no me quejo.
Una de tus grandes aportaciones a la música festera es tu composición para la Conversión del moro al cristianismo de Villena.
Anteriormente en este acto se ponían bandas sonoras de películas como ‘Gladiator’ o ‘La gran evasión’. Hasta que yo me decidí a dar el paso y hablar con el director de embajadas, José Fernando Domene, para hacer una música específica. Fue un proyecto que nos llevó desde 2008 a 2010.
Hice una música orquestal que grabamos con la Sinfónica Ruperto Chapí de Villena en los estudios Visual Sonora. Mi idea era componer una música programática de forma que cuando en el día 8 se va recreando la batalla, el bautismo y todo lo demás sonara siempre acorde a la escena y se adaptara al texto recitado. Al principio recuerdo que les resultó un poquito raro, pero ahora ya lo tienen súper asumido.
Pero quizás la pieza festera tuya más famosa sea el 75 aniversario de los Andaluces.
Indudablemente. Esa pieza la compuse en 1998 y gustó mucho, hasta el punto de que se ha extendido por toda España e incluso por Sudamérica, México, Francia, Italia o Estados Unidos. Es como aquellos cantantes o grupos que siempre son conocidos por un único tema, pues a mí me pasa igual. Da igual lo que componga, se me asocia al 75 aniversario de los Andaluces (risas).
«La pieza del 75 aniversario de los Andaluces ha llegado a medio mundo»
¿Por qué crees que gustó tanto?
Porque es muy villenera. Los miembros de la comparsa de Andaluces en Villena son muy garbosos, elegantes y tienen mucho vigor. Yo hice una música para que generara movimiento. Esto además pega mucho con la marca o la esencia de Villena; nosotros somos muy intensos con la música.
Y fuera gustó porque yo creo que esta personalidad nuestra al final engancha a la gente de todas partes. Les gusta el ritmo y descaro que tenemos. Es un estilo que choca con otras ciudades donde prefieren una música más lenta y ceremonial. Nosotros es que nos venimos muy arriba para la fiesta (risas).
Supongo que esta pieza te abrió las puertas a componer también para fiestas de otras localidades, ¿no?
Sí. En Villena también gustó mucho la que compuse en 2001 para el 25 aniversario de los Labradores, y efectivamente he realizado para otros sitios como Sax y Elda. Supongo que no lo hago tan mal después de todo.
Siempre he tenido claro que debía mantener mi propia personalidad. No hago cosas simplemente porque sé que van a funcionar, sino que me gusta arriesgarme. La propia pieza de los Andaluces al principio me decían que no servía para desfilar, e incluso que era un disparate (risas). Curiosamente algunos de aquellos ahora me felicitan por esta misma obra.
«Sigo dando clases de clarinete aunque me suponga el doble de trabajo»
¿Qué opinión te merece la música festera actual?
Mira, a mí me cuesta un gran trabajo componer una canción. Por eso a veces la gente se resiste a salir de su zona de confort, y la propia directiva de la comparsa les indica que se limiten a lo que funciona.
Pasa también con la música comercial, hay canciones que no valen nada, pero que las promotoras las lanzan con un marketing espectacular, y al final está todo el mundo cantándolas incluso aunque a la gente no les guste demasiado.