La ecuación, a vista de titulares, parece muy simple: Crevillent igual a alfombras, a industria alfombrera. A partir de ahí solo queda pensar que, una vez detraídas las personas que se dediquen directamente al comercio, el grueso de una población cuyo censo de 2021 anotaba 29.717 residentes se dedica en exclusividad a trenzar alfombras. Dejando de lado pespuntes como habitantes de Crevillent que trabajen fuera, o quienes de otros municipios lo hagan aquí, ¿es cierto?
Si ello sucediese así, Crevillent estaría apostando a una sola carta, cuando lo normal, a fin de cuentas, es que cada localidad ponga sus frutos en diferentes cestas, por si las moscas. Los datos globales, aquellos que aparecen a simple ojeo, desmienten tal afirmación: si bien le dan el protagonismo a moquetas y tapices, señalan que el trabajo con el esparto y el junco también desarrollaron la manufactura alpargatera, pareja a una textil.
Campo en detrimento
No paran aquí: construcción, madera, metalurgia y alimentación. El agro, eso sí, como ya se vio desde AQUÍ (‘Las huertas de Crevillent necesitan vitalidad’, julio de 2021), se encuentra en detrimento. “La gente que estaba en el campo, trabajando”, señalaban entonces, “se hace mayor o se ha ido muriendo, y los jóvenes ya no saben. Y se van a trabajar a otros sitios. Cada vez queda menos gente que se haga cargo del campo crevillentino”.
El último ‘Informe del Mercado de Trabajo de Alicante’, publicado en 2021 por el Servicio Público de Empleo Estatal, con datos tomados en 2020, además de señalar que el de las energías renovables “es un sector que está en auge en la provincia”, con plantas “en Novelda, Fontcalent (Alicante) o Crevillent”, nos proporciona cifras a tener en cuenta.
El de las energías renovables es un sector en auge
Trabajadores en el sector
De 29.536 habitantes contabilizados (un 20,02 por cien más), había 8.086 ‘trabajadores afiliados’ (un 6,04 menos), 5.845 ‘contratos registrados’ (desciende el 16,27 por cien) y 3.627 ‘demandantes parados’ (aumenta el 16,21). Ahora bien, ¿a qué se dedicaban? Los apuntes, pese a la sensación de abundancia, van tornándose más opacos (mantenimientos de portales estadísticos que fallan como escopetas de feria, cortapisas por las ambigüedades de la Ley de Protección de Datos…).
Pero se puede esquinar el asunto: del total de afiliados a la Seguridad Social en noviembre de este mismo año, 9.043 en Crevillent, había 6.998 inscritos en régimen general, 1.786 autónomos, 212 en el paupérrimo sector agrario, más 47 como ‘hogar’. ¿Y dónde laboran? Se puede inferir fácilmente si nos decidimos a ver a qué tipos de empresa se dirige este contingente laboral.
En 2021 había 8.086 trabajadores afiliados a la Seguridad Social
Empresas por sectores
La correspondiente ficha elaborada en 2022 (con referencias hasta 2021) por el Institut Valencià d’Estadística, dependiente de la Generalitat Valenciana, nos anota 2.086 empresas activas crevillentinas en 2021 (excepto el sector primario, donde entraría la agricultura, muy escasa, como se señaló). De ellas, 375 dedicadas a la industria, 198 a la construcción y 1.513 al sector servicios, que desglosa varios subsectores.
En concreto, 935 firmas para comercio, transporte y hostelería; 22 de información y comunicaciones; 50 financieras y seguros; 93 inmobiliarias; 184 actividades profesionales y técnicas; 100 para educación, sanidad y servicios sociales, más 129 en ‘otros servicios personales’. Tales datos ya nos muestran cuánto sector secundario (el de transformación de materias primas) se dedica a la construcción, pero, ¿qué pasa con las industrias textiles?
Abunda la industria que fabrica para otras marcas
Buscando industrias
Los buscadores nos permiten acotar las cantidades. Aunque parezca curioso, dan una media de 64 firmas dedicadas a la alfombra, frente a 97 dedicadas al calzado, ¡y 1.200 en textiles! En principio, esto no quiere decir mucho: volúmenes de negocio, empresas que vemos que con diferentes marcas trabajan distintos productos, englobe por ecuaciones de búsqueda de unas sociedades en otros subsectores, o en varios a la vez.
Pero sí hay un detalle que llama mucho la atención: la abundancia de industria auxiliar. Supone un complemento en la de la alfombra, pero prácticamente copa las otras distinciones. Mientras que Crevillent teje alfombras, felpudos y moquetas con marcas propias y casi que hasta con denominación de origen, en el textil (al margen de tapetes y esterillas) y el calzado elabora elementos para otras etiquetas.
Productos ajenos y logística
El fenómeno, reseñado entre otros por los profesores (de la Universidad de Alicante) Fernando Olivares, Alberto Pinillos y Daniel Rodríguez en el libro ‘Marcas Negras (en la era de la transparencia)’ (2018), difiere del de las ‘marcas blancas’, donde una cadena de distribución planta etiqueta propia a un producto cuyo fabricante está especificado o debe estarlo, en que aquí se generan, anónimamente a ojos del cliente, partes de un producto ajeno.
Si asociamos la correspondiente logística, pueden entenderse perfectamente las anteriores cifras de número de trabajadores. Sumemos las crisis estrictamente económicas y la reciente sanitaria, con la pandemia, y nos cuadrarán todas las sumas: ingente masa obrera, y sin embargo aumento del paro, menos firmas del producto principal. Crevillent apuesta en serio desde 1920 urdiendo tapices, tras hilarlos quizá desde el siglo quince. Pero no se queda aquí.