Los ascensores ubicados frente a la playa del Postiguet, que permiten ascender hasta todo lo alto del Monte Benacantil para visitar el Castillo de Santa Bárbara, están de aniversario. Se cumplen seis décadas desde que subieron a los primeros turistas. Sin duda estas dos máquinas han constituido una pieza clave en el desarrollo turístico tan enorme que ha experimentado Alicante desde la segunda mitad del siglo XX. Todo un símbolo del boom turístico que tanto transformó nuestra ciudad.
Actualmente los ascensores se encuentran estropeados desde diciembre, y al cierre de esta edición siguen fuera de servicio. Una situación que por desgracia se ha repetido demasiado durante estos últimos años. Mientras esperamos su reparación, aprovechamos para recordar su historia.
D’Asfeld ordenó detonar una mina cargada de explosivos en el Benacantil
La Guerra de Sucesión
Para comprender el origen tenemos que remontarnos a varios siglos antes incluso de que apareciera el invento del ascensor. Todo esto comenzó a principios del siglo XVIII durante la Guerra de Sucesión, una de las muchas guerras civiles que hemos sufrido en España.
Alicante estaba tomada por los austracistas, el bando partidario de que el nuevo rey de España fuera el archiduque Carlos de Austria. Sin embargo, en noviembre de 1708 llegó por tierra a las inmediaciones de la ciudad un comando de 5.500 soldados borbónicos, el bando proclive a que el monarca fuera Felipe de Borbón.
El conflicto español cogió tintes internacionales y otros países europeos tomaron parte. De hecho al frente de las tropas austracistas que defendían Alicante estaba el general británico John Richards, mientras que el regimiento borbónico estaba comandado por el general francés Claude Bidal (duque de D’Asfeld).
La desesperación de D’Asfeld
La ciudad fue conquistada por los borbónicos en apenas diez días, pero los austracistas se hicieron fuertes en el Castillo. Comenzó así un lento asedio que apenas tuvo avances por los siguientes tres meses. D’Asfeld estaba ya tan desesperado por el estancamiento de la situación que ordenó a sus hombres excavar una mina en el Benacantil, justo debajo de la fortaleza. Una vez excavada la llenó de explosivos por todas partes.
La intención original del francés era simplemente intimidar, pensando que los austracistas abandonarían el Castillo antes de saltar por los aires. Sin embargo esto no ocurrió. Richards se negó a rendirse.
El Castillo se abrió al público en 1973 tras una profunda rehabilitación
La gran explosión
El 3 de marzo de 1709 D’Asfeld ordenó a sus hombres que detonaran la mina. La explosión fue de tal magnitud que fallecieron 150 soldados austracistas, incluido el propio Rirchards. Los daños materiales causados en la fortaleza también fueron enormes.
Aún así, los borbónicos no lograron su objetivo inmediato. Lejos de eso, los caminos de subida hacia la fortaleza quedaron tan deteriorados por la explosión que incluso dificultó todavía más realizar ataques para tomarla. Los austracistas lograron defender sus posiciones hasta el 20 de abril, cuando se rindieron tras fracasar un intento de desembarco de tropas en Alicante para rescatarlos.
Durante las siguientes décadas el Castillo de Santa Bárbara fue en gran parte reconstruido para reparar los muchos deterioros sufridos. Y el hueco generado por la explosión ahí quedó en el interior del Benacantil… durante siglos.
Decadencia del Castillo
Aquella no fue la última batalla que sufrió el Castillo de Santa Bárbara, si bien a raíz del invento de la aviación a principios del siglo XX la utilidad militar de las fortalezas construidas sobre montañas cayó en picado. Ahora la altura no se considera una ventaja, sino más bien todo lo contrario.
Por ello durante la Guerra Civil nuestra medieval fortaleza no jugó un papel bélico destacado. Tan solo fue utilizado como prisión para encarcelar personas derechistas en el periodo republicano e izquierdistas al principio de la Dictadura Franquista. Dichos últimos presos acabaron siendo distribuidos en diferentes cárceles y el Castillo quedó en estado de abandono.
Los ascensores se han estropeado varias veces en los últimos años
Implantación de los ascensores
Hasta que en los años 50 llegó al poder un alcalde que se mostró partidario de poner en valor el Castillo como reclamo para atraer visitantes a la ciudad. Fue Agatángelo Soler, uno de los principales impulsores del boom turístico en nuestra zona. Hablamos del mismo que impulsó la construcción del Aeropuerto de El Altet. De los primeros políticos españoles que se atrevió a defender el uso del bikini en nuestras playas. Dicen que incluso fue quien se inventó el nombre comercial de ‘Costa Blanca’, aunque otros se lo atribuyen a Pedro Zaragoza (alcalde Benidorm).
El caso es que el Ayuntamiento de Alicante bajo su mandato logró que el Castillo fuera declarado Monumento histórico de España y Bien de Interés Cultural por parte del Ministerio de Cultura en 1961. Para ello se realizaron diversas obras de rehabilitación y también se decidió instalar unos ascensores. Y supongo que no será difícil para el lector, a estas alturas, que adivine que hueco existente en el Benacantil se aprovechó para la instalación.
Aún con todo, las obras sufrieron varios retrasos por lo que los ascensores no pudieron inaugurarse hasta el 17 de febrero de 1963. Aunque desde ese día el Castillo ya quedó oficialmente abierto al público, algunos trabajos en la fortaleza no se culminaron hasta finales de aquel mismo año.
Demasiados años a cuestas
El tiempo no perdona, y actualmente los ascensores ya están dando serios síntomas de vejez. De hecho cuando se cerraron en marzo de 2020 a causa de la pandemia no volvieron a reabrirse al público hasta noviembre del siguiente año. Y desde entonces ya se han estropeado cuatro veces.
Como alternativa, desde finales de 2021 el Ayuntamiento ha habilitado un servicio de autobuses lanzadera que suben hasta el Castillo por su parte trasera, partiendo desde la Puerta del Mar con parada en el MARQ.