Rafael Conca, natural de Alcoy (1947), es el autor de la recién estrenada ‘Alcoyanos por el Mundo’, obra que relata cincuenta historias de vecinos de la localidad que residen o lo han hecho en diferentes lugares del planeta.
Un largo trabajo
Para su elaboración, Conca necesitó de miles de mensajes, llamadas y correos electrónicos para contactar con cada uno de ellos -algunos tras una incansable insistencia- y poder hacerles una entrevista personalizada, ahora reflejada en un libro compuesto igualmente de imágenes de los respectivos lugares.
En ‘Alcoyanos por el Mundo’ conoceremos los apasionantes relatos de valientes que no dudaron en dejar atrás sus raíces para crear nuevas en América, Asia, África y el resto de Europa, sin olvidarnos de la lejana Oceanía, con diversos protagonistas viviendo en las Antípodas.
‘Alcoyanos por el mundo’ se ha podido realizar tras miles de mensajes, correos electrónicos y llamadas
El origen de la idea
Conca ya llevó a cabo hace unos años, para un diario local, una serie de reportajes sobre jóvenes alcoyanos, relatando las vidas y experiencias a lo largo del globo terráqueo de ciudadanos de Alcoy que no superaban los treinta años. “Me gustó esa experiencia y pensé que se podía trasladar a un libro, pero acabé muy cansado y lo pospuse para unos años más tarde”, confiesa ahora.
Han sido varias las dificultades encontradas en el proceso de preparación. La principal, no obstante, fue a partir de la invasión rusa en Ucrania, que obligó a paralizar el proyecto un total de cuatro meses para ayudar a dos familias de refugiados procedentes de Ucrania.
El autor abre la posibilidad a una segunda parte, con nuevos alcoyanos y sorprendentes destinos
Numerosas anécdotas
Son numerosas las anécdotas que ha vivido Rafael con los alcoyanos por el mundo. Le pedimos que nos desvele una y nos explica cómo, tras perseguir por todo Alcoy al padre de un chico que residía en Chicago (Estados Unidos), al dar con él se dio cuenta que ya había entrevistado a su hijo, David Tormo, hacía más de un mes.
Del mismo modo le sorprendió la historia de Jordi Jordá Cabanes, alcoyano que trabaja en una mina de oro a las afueras de Perth (Australia). “Pensad que entrevistaba a personas de las que únicamente conocía el nombre y su número”, aclara.
Admite también haber sentido envidia de todos y cada uno de los alcoyanos que entrevistó, y que le hubiera encantado haber disfrutado de un vino junto a la sumiller Iris Monleón, ubicada en Londres, estar en la NASA con Eva Peral, bailar en compañía de Mari Paz Toldos Romero en Guadalajara (México) o ayudar a sor María Elisa Verdú en su hospital de Mozambique.
Todo procede de la pasión por los viajes de Rafael Conca
Posible segunda parte
Sobre si se han quedado en el tintero nuevas aventuras, Conca remarca que han sido muy pocos los alcoyanos que se han blindado, “quizás porque piensan que están en un punto muy alto de sus carreras”. Sin embargo, otros en una posición privilegiada sí aceptaron participar en el proyecto.
El autor ve difícil una segunda parte de ‘Alcoyanos por el mundo’ pero debido a la buenísima acogida de la obra -se agotó en apenas dos días- contempla una segunda edición con la incorporación de diez nuevos.
“Todo procede de mi pasión por los viajes, que disfruto ya desde el primer momento”, matiza. De hecho, es capaz de estar muchísimas horas en un aeropuerto y no parar de disfrutar, únicamente observando las caras de los pasajeros e imaginando su procedencia.
Entre sus lugares preferidos del mundo, tres: Cuba, India y Filipinas. “Si no me encuentran en Alcoy, seguro que lo hacen en uno de esos lugares, principalmente la playa de Alcoy en Cebú, isla de Filipinas”, dice con sinceridad.
Una vida singular
La vida de Rafael Conca es, cuanto menos, singular, con infinidad de anécdotas por todo el planeta. Ello le permitió con anterioridad publicar dos libros: ‘Alcoy tiene playa’ (2014), centrado en un viaje realizado al jubilarse, y ’50 vueltas al mundo en 150 relatos’ (2021).
Otra de sus peculiaridades se produjo hace más de dos décadas, tras la final de la Copa Davis que enfrentó en el Palau Sant Jordi de Barcelona a España y Australia. A primera hora del día siguiente se desplazó a la Ciudad Condal para hacerse con la tierra batida de ese histórico triunfo español.
Precisó de la ayuda de un notario, que le dijo que esa ocurrencia únicamente la había pensado él de entre todos los españoles. Posteriormente localizó a Juan Carlos Ferrero, héroe de esa eliminatoria, para entregarle la arena que estaba en el lugar exacto donde ejecutó el golpe definitivo frente a Lleyton Hewitt. “Mi vida tiene un lema: si eres capaz de imaginar algo, debes ser capaz de hacerlo”, concluye.