Durante el siglo décimo, pleno califato de Córdoba, las acequias ilicitanas con sus correspondientes molinos no solo iban a servir para calmar la sed de bancales y parterres. También habrían de convertirse en la fuerza motriz que movió ‘almàsseres’ (almazaras), para producir aceite, y, en especial a partir de los sesenta del pasado siglo, telares mecanizados para fabricar textiles y el calzado heredero de las artesanales ‘espardenyes’ (alpargatas).
Elche, en el Bajo Vinalopó, constituye sin duda la bandera de la producción de calzado desde la Comunitat Valenciana. Incluso, desde el siete de octubre de 2010, fecha de su constitución, figura como la sede de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (AVECAL). Le seguirían, en el imaginario popular pero también por las cifras, las industrias del zapato en Elda (Medio Vinalopó) y de la Vall d’Uixó (Plana Baixa).
El repunte castellonense
La localidad castellonense, por cierto, que a principios del siglo diecinueve ya se había convertido en puntera en la fabricación de alpargatas, llegó a albergar la que en su tiempo se anotó como la empresa del sector más importante española. Nacida en 1882, la firma de la familia Segarra llegó a copar hasta el quince por cien de la producción nacional, con un ritmo de tres millones y medio de pares de zapatos al año.
Hubo picos como el de 1959, con 3.554.082 pares. Pero finalmente Segarra no pudo competir con otros productos más ligeros y baratos. Cerraba en 1992, aprisionada por unas deudas que ya habían llevado a la directiva a presentar una suspensión de pagos (como un concurso de acreedores, pero con duración indefinida) en septiembre de 1976. Con todo, el municipio no cejó en la dedicación al calzado, compaginada con la alfarería.
Segarra llegó a copar el 15% de la producción nacional
Calzado español
No obstante, alrededor del cuarenta y dos por cien del calzado español procede de la industria ilicitana. Buena parte para consumo interno, pero, pese a que China lidera el mercado exportador, con más del sesenta por cien de ventas, seguido de India, Brasil y Vietnam, la Comunitat Valenciana continúa al frente de las exportaciones nacionales, según datos de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE), fundada en 1977 y sita en Madrid.
Como reseña la FICE en su informe sobre el sector en 2022, la Comunitat Valenciana alcanzaba el 41,7 por cien de las exportaciones nacionales, mientras que los otros focos españoles del sector, Aragón y La Rioja, registraban un 6,8 y un 4,7 por cien respectivamente. El peso del calzado levantino en la facturación mundial aún es lo suficientemente importante como para no asustarse ante la productividad de los gigantes.
El 42% del calzado español procede de la industria ilicitana
Interrelaciones comerciales
Al frente de ellos, la estadounidense Skechers, fundada en 1992 y que en el último cuenteo orgulloseaba 27.988 millones de euros en ventas, convirtiéndola en la principal empresa mundial del sector. Aunque alpargatas, botas, sandalias, zapatos o zapatillas se suelen manufacturar por estos lares desde negocios familiares. Y necesitan de ayudas. No hablamos ahora de cooperación (los recortes de prensa anotan interrelaciones comerciales entre las rivales Elche y Vall d’Uixó), sino de industria auxiliar.
Este ramaje industrial precisa de tratamiento de piel natural o sintética, de textiles, de un contingente de aparadoras y, menos, aparadores (cosen las piezas del calzado), empresas que preparen las suelas, sean del tipo que sean… Y la posterior comercialización. Y ahí tiene mucho que decir casi todo el área de la Comunitat Valenciana. Allí donde existan empresas que pueden generar esto, se originará una, como en Crevillent (Bajo Vinalopó), emporio alfombrero.
En 2022 trabajaron en el sector aproximadamente 58.200 personas
La industria auxiliar
En la provincia de València, por ejemplo, tenemos industria auxiliar del calzado en Burjassot (l’Horta Nord), Gandia (La Safor), Museros (l’Horta Nord), Ontinyent (Vall d’Albaida), Quart de Poblet (l’Horta Sud), Paterna (l’Horta Nord), Riba-roja de Túria (Camp de Túria), además de la propia capital, el cap i casal, y su pedanía Benimàmet. Y eso por citar únicamente a los primeros de las listas digitales seleccionadoras de negocios.
Si repetimos las búsquedas en la provincia de Alicante, nos aparecen Elche y Crevillent (Bajo Vinalopo), Elda (Medio Vinalopó), Salinas y Sax (Alto Vinalopó), Petrer (Medio Vinalopó) y, claro, la propia capital provincial. En ambos casos, además, la actividad se encuentra más o menos concentrada en áreas que, si miramos un mapa, con sus correspondientes carreteras, comprobamos que enlazan con puertos y aeropuertos.
Constante crecimiento
Según los datos oficiales, bien que referidos la mayor parte de las veces a empleos directos, el pasado año llegaron a trabajar en la industria del cuero y el calzado española en torno a las 58.200 personas, con un crecimiento de mano de obra del 23,7 por cien con respecto al pandémico 2021, pero también un 3,2 por cien más que el prepandémico 2019.
No cabe duda de que la covid-19 ha sajado lo suyo, pero también queda muy patente que a este sector aún le queda carburante y que, al margen de los centros productores de calzado, la Comunitat Valenciana en sí es un inmenso sistema de acequias y molinos industriales y comerciales en activo.