Por estas tierras nos tomamos las fiestas muy en serio. Pero cuando nos visitó el sargento Clifton Sleigh (el entonces actor y hoy realizador Ted Wass) en busca del desaparecido inspector Clouseau (Peter Sellers, 1925-1980) nos pasamos un pelo: a las fallas le sumamos carnavales, gigantes y cabezudos, tablaos y todo el mundo dando botes (lo que incluía un ‘gag’ de persecución dando saltos).
Tal era la imagen distorsionada de las fiestas mayores mostrada en ‘La maldición de la Pantera Rosa’ (‘Curse of the Pink Panther’, 1983) por el director, guionista y productor Blake Edwards (1922-2010), autor de clásicos como ‘Desayuno con diamantes’ (‘Breakfast at Tiffany’s, 1961) o ‘El guateque’ (‘The Party’, 1968) pero aquí en horas bajas. Aunque no dejaba de ser una muestra de que a Hollywood también le interesaba el cap i casal.
Una visión peculiar
La imagen ofrecida por Edwards (presentaba aquí la penúltima entrega de la saga o ‘franquicia’ que había creado para United Artists, hoy filial de MGM-Amazon) supone un ejemplo más de cómo nos ve la industria estadounidense del entretenimiento audiovisual. El equipo de segunda unidad rodó imágenes documentales lógicamente con un mayor apego a la realidad, pero luego se decidió aderezar aquello con más jaleo, en los británicos Pinewood Studios.
Volveremos a encontrarnos con aquellos platós por los que deambularon también James Bond, Indiana Jones o Harry Potter, y que en 2008 presentaron la denuncia que en 2019 paró las actividades de los (sobrecapitalizados con dinero público) estudios Ciudad de la Luz (reiniciadas este año), aunque hasta 2014 intentaron adquirirlos. Pero lo que nos interesa ahora es profundizar en esta relación Hollywood-València capital.
Las fallas de ‘La maldición de la Pantera Rosa’ incluían carnavales
La cinta censurada
Obviamente, en el listado lo que más abunda es el cine nacional. Pero en los años sesenta se registran algunos rodajes hollywoodenses en el cap i casal o pedanías. Y abre el ciclo una cinta realmente singular, por cuanto se ambienta precisamente en la capitalina València, por más que a algún censor no debió de gustarle el invento y la película no se estrenó aquí ¡hasta 2016!
‘El chico que robó un millón’ (‘The Boy Who Stole a Million’, 1960), producción británica de la estadounidense Paramount dirigida por Charles Crichton (1910-1999), realizador de comedias tan clásicas como su penúltima cinta, ‘Un pez llamado Wanda’ (‘A Fish Called Wanda’, 1988), se rodó casi entera en la provincia, en especial la capital y alrededores.
Una cinta de Charles Crichton de 1960 nos paseó por la ciudad
Neorrealismo y superproducción
Así, esta historia con puntos de contacto con el neorrealismo italiano (Paco, un chaval que trabaja de botones en el Banco Nacional, decide robar 10.000 pesetas, 60’10 euros hoy, para que su padre pueda reparar el taxi que sustenta económicamente a la familia, pero se acaba llevando un millón, 6.010,12 euros, por error) servía de recorrido por la València ciudad de la época, incluidas algunas de sus más representativas plazas.
También había escenas en El Saler, la Malvarrosa o, en zona metropolitana, Burjassot, aunque el rodaje en platós fue en Pinewood Studios. Al menos eran cien por cien españoles los escenarios de la superproducción de Samuel Bronston (1908-1994) para la Paramount ‘La caída del imperio romano’ (‘The Fall of the Roman Empire’, 1964), dirigida por Anthony Mann (1906-1967), quien fuera marido de Sara Montiel (1928-2013).
El Hemisfèric ha servido de emblema para producciones futuristas
El nuevo siglo
Resulta hoy muy difícil, si es que no quedaron en la mesa de montaje, descubrir las escenas que aseguran rodadas aquí, Albufera incluida. Aparte, pese colaborar técnicos valencianos en las producciones estadounidenses realizadas en España, como el decorador y maquetista Francisco Prósper (1920-2003), el cap i casal tuvo, ‘Pantera Rosa’ aparte, que esperar al nuevo siglo para filmaciones estadounidenses, especialmente tras crearse en 2016 la València Film Office.
La Ciudad de las Artes y Ciencias, con el Hemisfèric y lógicamente los correspondientes diseños futuristas-orgánicos de Santiago Calatrava, se usa como enseña en la Film Office: ya se convirtió en plató de rodaje de cintas como la superproducción de la Disney ‘Tomorrowland: El mundo del mañana’ (‘Tomorrowland’, 2015), aventura en ‘imagen real’ del animador Brad Bird, con George Clooney o Hugh ‘Doctor House’ Laurie.
Distopías y una panadería
Antes se entrevió, aunque no hubo rodaje, en la distopía futurista de Neill Blomkamp, para la Sony, ‘Elysium’ (2013): la Ópera Marina de la ciudad que orbita la Tierra era un duplicado del Hemisfèric, lo que debió de inspirar a Bird. O a los responsables de la serie de la Warner Bros (‘Westworld’ (2016-2022, a través de la filial HBO) y ‘V’ (2009–2011), o la producida por la Amblin de Steven Spielberg para NBC Universal ‘Brave New World’ (2020).
Entre tanto futurismo pesimista, una comedieta romántica (aunque no gozó de mucho favor crítico, ni público) de un estudio pequeño, la Gravitas Ventures, que creaba en 2006 el productor Nolan Gallagher: ‘Mi panadería en Brooklyn’ (‘My Bakery in Brooklyn, 2016), donde el director y guionista madrileño Gustavo Ron al menos nos pasea, además de por Nueva York, por el centro del cap i casal y la Malvarrosa. Y no recuerdo al Hemisfèric.