Entrevista> José Vicente Escapa / Presidente de AcoSOS (Alicante, 8-diciembre-1980)
Según un informe publicado recientemente por las fundaciones Anar y Mutua Madrileña, hacia el 24% de los menores españoles perciben que en su clase existe al menos un caso de acoso escolar sobre algún compañero. Una lacra que quizás se vio brevemente interrumpida durante el confinamiento, pero que regresó con la vuelta a las clases presenciales.
El pasado enero se fundó en Alicante la asociación de AcoSOS con el fin de estar “donde la Administración no llega o llega tarde”, según nos dice su presidente. José Vicente Escapa comenzó en esta causa a raíz de conocer a su esposa, quien fue víctima de acoso escolar durante su infancia. Ahora se ha juntado con un equipo de personas para ayudar a los niños y adolescentes alicantinos que lo necesiten.
«Hemos firmado convenios con una clínica y una academia»
¿Dónde está fallando la Administración en el tema del acoso escolar? ¿Se tarda en detectar o cuando se detecta no se actúa correctamente?
Es un poco todo. Yo no tengo dudas de que los profesores y maestros son todos unos excelentes docentes, pero a veces les faltan herramientas para detectar los casos en el centro escolar. Bien sea por el volumen tan elevado de alumnos que tienen por clase, o porque les falten conocimientos para hacerlo.
Una vez se detecta, hay que poner en marcha un protocolo de actuación por el cual el niño es derivado al pediatra y a la Unidad de Salud Mental e Infantil. Sin embargo hay veces que se tardan semanas e incluso meses. Hablamos de personitas que soportan una losa terrible encima y que en ocasiones no saben ni explicar lo qué les pasa. Necesitan una atención rápida, tanto ellos como la familia, para que sepan que pasos seguir.
¿Cómo actuáis vosotros ante un caso así?
Tenemos un equipo de profesionales voluntarios como una psicóloga, una trabajadora social, mediadores, etc. Además hemos firmado un convenio con la Clínica de Salud San Juan para que, ante un caso urgente, atiendan a un niño que lo necesite de manera gratuita e inmediata.
Si hace falta un psicólogo clínico o incluso forense, hemos negociado con esta clínica para que ofrezca descuentos de un 40-50% respecto a cualquier otro centro psicológico. Y en caso de que la familia esté pasando por un momento laboral muy delicado, nuestra asociación correrá con todos los gastos.
Una vez que el niño acosado ya está recibiendo tratamiento psicológico y/o sanitario. ¿Cuál es el siguiente paso?
Siempre que hay un caso de acoso escolar se repiten los mismos factores. El rendimiento académico desciende y bajan las notas. Son niños que psicológicamente no están bien como para estudiar. Por eso hemos firmado también un convenio con la academia Rayuela de San Juan para ayudarles a aprobar el curso.
Las familias tienen un 30% de descuento y nuestra asociación pagará el 100% en casos de que no se lo puedan permitir económicamente. Nuestro principal objetivo es que el dinero nunca sea un obstáculo para que ningún niño se quede sin la atención adecuada.
«Hay que quitar la idea de que la solución es cambiar de colegio a la víctima»
¿Y un niño que ha sufrido acoso puede llegar a reintegrarse en el mismo colegio sin que se vuelva a repetir?
Sí. Hay que quitar la idea de que la solución es cambiarlo de colegio. ¿Por qué la víctima siempre es la que tiene que pagar las consecuencias? A veces te dicen la típica frase de “es que son cosas de niños”. Por supuesto que no todo es bullying, pero si se trata de un acoso retirado y siempre contra la misma persona hay que darle la importancia que merece.
Cuando se ha intentado negociar con las partes de todas las formas amistosas y se ha fracasado, si el acoso persiste ya no queda más remedio que poner una demanda por la vía judicial contra la familia del acosador y/o el centro. Por eso también estamos negociando con un despacho de abogados especialistas en la materia para firmar un convenio.
Normalmente los niños que sufren acoso lo ocultan como una vergüenza. ¿A través de qué síntomas pueden detectarlo sus padres y profesores?
Efectivamente la mayoría de veces el niño no lo cuenta. Quizás por no saber expresarse, por no defraudar a sus padres o por miedo a sufrir aún más represalias de sus acosadores.
Un síntoma clásico es la pérdida sistemática de material escolar, no porque lo pierda sino porque en realidad se lo están robando o rompiendo. También notar cambios bruscos de humor o comportamientos atípicos, por ejemplo a la hora de contestar que esté más irritable de lo normal.
O que por la mañana le cueste muchísimo levantarse y se resista a ir al centro escolar a veces hasta somatizándolo con un dolor de cabeza o estómago. Igual el descenso repentino del rendimiento académico o la pérdida de apetito. Éstos son patrones que suelen repetirse siempre.
«También hay que ayudar al acosador, porque si no lo volverá a repetir»
Aparte de ayudar a las víctimas, ¿cómo podemos concienciar a los chavales que acosan o que miran para otro lado para que dejen de hacerlo?
El centro escolar tiene un papel muy importante, pero por supuesto la base está en la casa de cada uno. Normalmente detrás del acosador suele haber un problema, como por ejemplo una familia desestructurada. Se le tiene que ayudar también, porque si no ya lo puedes expulsar unos días que cuando regrese lo hará de nuevo. Y aquellos que se ponen de lado acaban siendo tan cómplices como los propios acosadores. Porque si éstos no tuvieran palmeros que les rieran las gracias, dejarían de hacerlo.
Por eso damos charlas en colegios y también tenemos la idea de poner en marcha una escuela de padres, así como dar formaciones al profesorado. Además estamos buscando empresas y socios para poder seguir financiando todos estos servicios.
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